Biden y Trump debaten empatados en las encuestas y con el republicano acusando al presidente de drogarse
La campaña para la Casa Blanca entra en horas decisivas. A las 9 de la noche, hora de Atlanta (tres de la madrugada hora peninsular española), los dos candidatos - el presidente, Joe Biden, y el candidato Donald Trump- se enfrentan en el primero de los dos debates que van a celebrar antes de las elecciones del 5 de noviembre. Mañana, viernes, a las 10 de la mañana de Washington (cuatro de la tarde de España) el Supremo debe emitir su sentencia acerca de si Donald Trump puede ser juzgado por haber intentado robar las elecciones de 2020.
Estos dos días -hoy y mañana- podrían ser, así pues, los que marquen los más de cuatro meses de campaña que aún quedan. El primer plato fuerte es el debate que, paradójicamente, puede quedar eclipsado por lo que decida el Supremo mañana. Así que toda la atención de esta noche -en EEUU- o mañana por la mañana -en España- puede pasar a un segundo plano en función de lo que decidan los magistrados del Supremo, aunque muchos creen que su resolución será lo suficientemente favorable hacia Donald Trump como para retrasar el único de los tres juicios que le quedan y que podría celebrarse antes de las elecciones, para después de éstas. Sería, así, una manera indirecta de apoyar a Trump pero sin hacerlo muy descarado.
El debate llega con Trump y Biden empatados en las encuestas, aunque el primero tiene una mínima ventaja que, en las elecciones estadounidense, le da alrededor de un 66% de posibilidades de ganar las elecciones, según los expertos en estadística electoral. Pero, al margen de ello, el encuentro viene marcado por una cuestión clave, creada por Donald Trump: las drogas. El candidato republicano ha decidido acusar a Biden de drogarse para mejorar su agilidad mental y su capacidad dialéctica en el evento, que durará 90 minutos y ha sido organizado por la cadena de televisión CNN.
Trump ha insistido en los últimos días que Biden va a estar "con un subidón por las drogas", entre las que se incluye "una inyección muy gorda en el culo", aunque el sábado, en un mitin en Philadelphia, subió la escala y habló ya de cocaína. Su asesora Marianete Miller Meeks ha dicho que el presidente recibirá Adderall, un fármaco que se emplea para tratar la narcolepsia y mejorar la concentración, y el congresista por Missouri, Eric Burlison, ha sugerido que lo que va a hacer Biden es beber mucho Mountain Dew, una bebida perfectamente legal pero con una cantidad de azúcar suficiente para matar a una ballena azul.
LOS MISMOS ATAQUES, OPONENTES DIFERENTES
Todas esas acusaciones siguen exactamente la pauta de 2016 cuando Trump también acusó a su entonces rival demócrata, Hillary Clinton, de drogarse en vísperas del tercer y último debate antes de las elecciones. En esta ocasión, sin embargo, la campaña de Trump está mucho más organizada que entonces -y también que en 2020-, así que el mensaje está más coordinado. Asimismo, el candidato republicano y sus asesores han dirigido sus ataques hacia la televisión que organiza el debate, CNN, y hacia los dos moderadores de éste, Joe Tapper y Dana Bash.
Las críticas del equipo de Trump se basan en la línea editorial demócrata de CNN, las críticas que Tapper dedica al ex presidente casi a diario (aunque Bash ha sido republicana la mayor parte de su vida) y en el formato del debate -90 minutos sin interrupciones, sin público, sin asesores y con los micrófonos conectados solo cuando es el turno de hablar de cada uno- no es favorable al candidato republicano.
La presencia de público siempre es una inyección de energía para Trump, que suele estar muy pendiente de las reacciones que sus palabras y gestos provocan en la audiencia. El candidato republicano, además, tiende a interrumpir a sus oponentes, lo que dio pie a que Biden, en septiembre de 2020, exclamara "!Pero, por el amor de Dios! ¿Es que no se va a callar nunca este hombre?"
La gran paradoja es que todas esas condiciones fueron propuestas por el equipo de Joe Biden en mayo y aceptadas de manera inmediata por el de Donald Trump. Asimismo, el hecho de que no vaya a haber asesores y de que los candidatos no puedan pisarse unos a otros al hablar debe favorecer a Trump si éste, como afirma su campaña y comparte la opinión pública, tiene sus capacidades cognitivas en buen estado, al contrario que Biden.
Lo que parece, más bien, es que la campaña de Donald Trump está rebajando las expectativas de triunfo de cara al debate. Es posible que después de haber afirmado prácticamente desde 2020 que Biden está sufriendo un claro deterioro mental, Trump y sus asesores hayan llegado a la conclusión de que, si el presidente tiene una buena noche los debates -como ya le sucedió en la campaña de hace cuatro años o en el Discurso sobre el Estado de la Unión-, el impacto psicológico sobre la opinión pública será mayor.