Trump se queda sin rivales en su coronación hacia la Casa Blanca: "Tenemos que unirnos"

En las elecciones presidenciales del 5 de noviembre en Estados Unidos, el candidato republicano podría conseguir entre 70 y 85 millones de votos. Así que fijarse en las primarias de Iowa en las que solo han participado 110.298 ciudadanos y darles la condición de comicios clave de cara a ese 5 de noviembre puede parecer absurdo.

Sin embargo, así es el sistema electoral en Estados Unidos: una especie de carrera ciclista por etapas en la que las etapas iniciales son las verdaderamente importantes, aunque solo sea desde el punto de vista psicológico. Y la interna de Iowa es la primera de todas —este año solo entre los republicanos, dado que los demócratas han dejado la suya para Carolina del Sur—, por lo que su importancia es enorme. Así que el hecho de que Donald Trump haya conseguido el 51% de los votos es un hito histórico.

En 112 años que lleva realizándose el sistema de selección de candidatos presidenciales por medio de primarias, nunca un candidato que no fuera presidente había dado tal paliza a sus rivales. Salvo catástrofe —o milagro, que eso va por barrios— Trump puede ser considerado ya el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos.

El propio discurso del ex presidente el lunes por la noche fue el de un vencedor magnánimo, un marcado contraste con el siempre belicoso Trump, que parece vivir en un estado de resentimiento continuo.

"Tenemos que unirnos, no importa que seamos republicanos o demócratas o de izquierdas o conservadores", dijo, como si en noviembre y diciembre no hubiera calificado a sus enemigos políticos de "alimañas", un término empleado por Adolf Hitler. El Trump de ayer recordaba al de la madrugada del 9 de noviembre de 2016, cuando compareció en Nueva York ante sus seguidores tras su inesperada victoria electoral. Sus fans empezaron a corear "¡Que la encierren, que la encierren!", en referencia a Hillary Clinton, Trump les pidió parar con un gesto y dijo: "No critiquéis a Hillary. Ha trabajado muy duro".

Para Trump, la victoria del lunes fue casi como ganar las elecciones porque ha logrado exactamente lo que quería. Ha ganado el primer lugar combate por KO de los adversarios; ha demostrado que tiene una comunidad clave del Partido Republicanolos evangélicos—, absolutamente volcada en él; y ha dejado a la oposición partida en dos, entre el gobernador de Florida, Ron DeSantis, y la ex gobernadora de Carolina del Sur y ex embajadora en la ONU con el propio Trump, Nikki Haley. DeSantis obtuvo el 21,2% de los votos; Haley, el 19,1%.

Los votos de DeSantis y Haley, sumados, les dejan a casi diez puntos del ex presidente, así que los republicanos anti-Trump que aún sueñan con un milagro que frene la nominación de éste deben prepararse psicológicamente para un despertar duro en las próximas semanas. Las perspectivas son particularmente duras para DeSantis, cuya base electoral era, precisamente, el voto , que ha decidido irse con Trump.

Haley puede aguantar algo más con una coalición de republicanos con un nivel educativo más alto, centristas e incluso demócratas, que en algunos estados —como Iowa— pueden votar en las primarias republicanas. Pero sus posibilidades reales en el medio plazo son inexistentes. Un ejemplo: en New Hampshire, que celebra sus primarias el lunes, Haley podría ser segunda.

Estrategia catastrófica de sus rivales

Eso es considerado como un gran éxito por su campaña y, también, por parte de la prensa de Estados Unidos, deseosa de mantener la sensación de una campaña competitiva entre los candidatos, lo que se denomina "carrera de caballos". Pero el primer puesto será para Donald Trump, que a continuación humillará a Haley, nada menos que en su estado natal, Carolina del Sur, donde las encuestas le dan, de nuevo, como vencedor indisputable

El triunfo de Donald Trump es también, una señal de la catastrófica estrategia de DeSantis y Haley. Incluso el lunes, después de su derrota, ambos se negaron a criticar al ex presidente. Eso es una bendición para Trump. Está llevando a cabo una campaña puramente personalista, sin otras propuestas políticas que la xenofobia, la expulsión en masa de inmigrantes, y el aislacionismo, lo que incluye una potencial salida de Estados Unidos de la OTAN y un acercamiento a Rusia.

En este último punto, Haley y DeSantis se sitúan en la línea tradicional del partido republicano desde los años 50 de un internacionalismo activo en defensa la democracia. Pero no se atreven a decirlo de manera explícita. Si se les pregunta a ellos o a sus campañas por sus posiciones en la guerra de Ucrania o en relación a la OTAN, contestan con generalidades.

En realidad, el Partido Republicano está totalmente radicalizado. Dos tercios de los republicanos de Iowa creen que Donald Trump ganó las elecciones de 2020. Un porcentaje similar de los que han votado por ex presidente afirma que una condena de Trump en alguno de los cuatro procesos legales que tiene en su contra, y que pueden llevarle a la cárcel, no influirá en su voto.

Aproximadamente la mitad de las personas que acudieron a votar a los Caucus el lunes comparten la opinión de Trump de que "los inmigrantes corrompen la sangre del país". Con ese electorado cualquier propuesta que no sea la de Trump no tiene futuro.