La investigación es el resultado del estudio TISP Many Labs, un consorcio con sede en la Universidad de Harvard que incluye a 241 investigadores de 169 instituciones de todo el mundo, entre ellas la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), para conocer cómo las personas de todo el mundo, incluidos países del Sur Global con escasa investigación, valoran el trabajo de los científicos. Los resultados, publicados en la revista 'Nature Human Behaviour', respaldan otros anteriores y encuentran que en los países occidentales las personas de derechas tienden a confiar menos en la ciencia que las de izquierdas, aunque este patrón no se mantiene a nivel mundial. Curiosamente, la religiosidad (frecuentemente utilizada como ejemplo de oposición a la ciencia, especialmente en Estados Unidos) está, de hecho, positivamente correlacionada con la confianza en la ciencia a nivel global.
En general, la encuesta revela que la mayoría de la población tiene un nivel relativamente alto de confianza en los científicos (nivel medio de confianza = 3,62, en una escala de 1 = muy poca confianza a 5 = muy mucha confianza). La mayoría de los encuestados también los percibe como personas cualificadas (78%), honestas (57%) y preocupadas por el bienestar de las personas (56%).No hay un solo país que muestre bajos niveles de confianza en la ciencia, aunque sí hay variaciones entre ellos. Egipto encabeza la lista, seguido por India, Nigeria, Kenia y Australia. España, en el séptimo lugar, se sitúa por encima de países como EE.UU. (puesto 12) Reino Unido (15), Canadá (17) y Suecia (20). El último lugar está ocupado por Albania (68), seguida por Kazajstán (67), Bolivia (66), Rusia (65) y Etiopía (64).
Además, un contundente 83% de los encuestados cree que los científicos deberían comunicar sobre ciencia al público en general. Sólo una minoría (23%) cree que no deberían abogar activamente por políticas específicas. El 52% cree que deberían participar más en el proceso de elaboración de políticas.
«Nuestros resultados muestran que la mayoría de la gente en la mayoría de los países confía relativamente mucho en los científicos», afirma Viktoria Cologna, principal responsable del estudio, «y quiere que desempeñen un papel activo en la sociedad y en la formulación de políticas». Estos resultados contradicen el populismo relacionado con la ciencia, la creencia de que las élites académicas producen conocimiento inútil, sesgado por intereses políticos o personales e inferior al sentido común supuestamente veraz de la «gente común».
Salud, energía y pobreza
La encuesta también pone de relieve algunos aspectos preocupantes. A escala mundial, menos de la mitad de los encuestados (42%) cree que los científicos prestan atención a las opiniones de los demás. Muchas personas, en muchos países, consideran que las prioridades de la ciencia no siempre coinciden con las suyas.
Los participantes dieron alta prioridad a la investigación para mejorar la salud pública, resolver problemas energéticos y reducir la pobreza. Por otro lado, se le dio menor prioridad a la investigación para desarrollar tecnología militar y de defensa. De hecho, los encuestados creen explícitamente que la ciencia está priorizando el desarrollo de tecnología militar y de defensa más de lo que les gustaría, lo que pone de relieve una posible falta de alineación entre las prioridades públicas y científicas.
El consorcio de académicos recomienda que los científicos tomen estos resultados en serio y encuentren maneras de ser más receptivos y abiertos al diálogo con el público, consideren maneras en los países occidentales de llegar a los grupos conservadores y, con el tiempo, consideren su papel en el establecimiento de prioridades alineadas con los valores públicos.
“Si bien la confianza en la ciencia sigue siendo alta en términos generales, incluso una pequeña disminución de la confianza por parte de una minoría podría influir en la forma en que se utilizan las evidencias científicas en la formulación de políticas. Estos hallazgos son cruciales para los científicos y los responsables de las políticas que trabajan para mantener la confianza pública en la ciencia”, afirma Eleonora Alabrese, economista de la Universidad de Bath que recopiló las respuestas de una parte de la muestra del Reino Unido.