Una enorme ventaja tecnológica para mejorar la calidad del aire en los edificios

La calidad del aire interior resulta vital porque, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los ciudadanos pasan entre el 80 y el 90% de su vida dentro de edificios, tanto viviendas como oficinas. Son más de 900 compuestos los que se encuentran en el aire interior. Incluso algunos contaminantes pueden estar más concentrados en los hogares o los lugares de trabajo, entre 10 y 100 veces más, que en el exterior, advierte la OMS, que también avisa de que ocho de cada 10 personas que viven en ambientes urbanos respiran un aire con unas concentraciones de contaminación superiores a las recomendadas.

Amenazas

En este aire se pueden encontrar compuestos contaminantes como el óxido de nitrógeno (NOx), óxido de azufre (SOx), compuestos orgánicos volátiles (COVs) y hasta virus y bacterias. Entre los COVs, son particularmente nocivas las micropartículas de benceno, solventes y barnices presentes en algunos tipos de pinturas y en productos de limpieza. El metano, procedente de la descomposición de materia orgánica, completa el catálogo de amenazas. Algunos investigadores incluyen el monóxido de carbono atribuido al tabaco en esta lista de los horrores.

La renovada conciencia de la calidad del aire en las ciudades e interior de edificios y su impacto en la salud adquiere especial importancia en la población de menores de edad. Los niños y adolescentes, todavía en proceso de desarrollo, pueden verse afectados por una mala calidad del aire, causante de patologías en el corto y medio plazo.

Conviene tener en cuenta que la calidad del aire interior en un edificio depende de distintas variables influidas también por la contaminación del aire exterior, el diseño y mantenimiento del sistema de ventilación y climatización o los equipos contaminantes. Climatización y ventilación pueden ayudar, pero hay que analizar con detalle las propiedades de los sistemas.

La contaminación del aire lleva tiempo siendo uno de los mayores riesgos ambientales para la salud en el mundo. Además, afecta a las personas más vulnerables. Los edificios inteligentes que se levantan en pos de la mejora de la eficiencia energética suelen ser herméticos. Por lo tanto, o sus sistemas son buenos o el aire puede viciarse.

Productividad

A los perjuicios para la salud, Josep Castellà, managing director de Zehnder España y Portugal, suma la influencia negativa de un aire interior sin calidad en el rendimiento laboral, en la capacidad de concentración: «Distintas universidades han estudiado estos condicionantes. No solo se trata del aire en el trabajo, también en el hogar. La merma se cifra (tras una serie de test psicotécnicos) entre un 10-15% en aquellas personas que duermen en su domicilio con concentraciones de CO2 superiores a las recomendadas. El organismo no descansa porque acaba con el oxígeno y termina consumiendo más CO2. Es el llamado 'efecto submarino'».

La calidad del aire en el ámbito laboral varía según el sector y otros factores: entornos más profesionales en centro de ciudades, oficinas, despachos… El impacto es distinto en función de la incidencia de la calidad de aire exterior, de los niveles de humedad por carecer de sistemas de ventilación correctos, sequedad excesiva o si se trata de un edificio enfermo.

En el entorno laboral, un aire interior sin calidad puede afectar al rendimiento profesional

Sobre las unidades de ventilación en uso doméstico de Zehnder, Castellà indica que la normativa en España es menos rígida que a nivel comercial o profesional: «Basta con disponer de un sistema de extracción en los baños y que el aire, de alguna manera, pueda entrar directamente por rejillas especialmente diseñadas o por las ventanas». En los productos centrados el hogar, Zehnder apuesta por sistemas que permitan ventilar recuperando calor y filtrando. «Es un asunto también energético y de confort», apunta.

«Nuestros productos para hogares —explica— van desde unidades pequeñas de falso techo para apartamentos o pequeñas habitaciones hasta chalés de 400 metros cuadrados, un rango del orden de unas 15 o 20 máquinas en diferentes formatos, pero todas emplean el sistema de doble flujo: no se para nunca, siempre se está extrayendo aire, pero al mismo tiempo lo impulsamos. Ese aire que impulsamos no entra por las ventanas ni rejillas, lo cogemos, pasa por la máquina, lo filtramos, lo limpiamos y le quitamos los contaminantes exteriores». «Lo que viene de fuera no solo es CO2, especialmente en ciudades viene con cargas de compuestos exteriores, de contaminación ambiental, de partículas, PM10, PM2,5, polen…», subraya Castellà.

En la gama comercial, varían los volúmenes. De una capacidad de ventilación de entre 100 metros cúbicos y 600, se pasa a aparatos que van de 1.000 metros cúbicos a 10.000, para oficinas, edificios comerciales y tiendas. «Aquí precisamente el RITE (Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios) establece que sea un sistema de recuperación de calor, porque los caudales de aire son grandes, y como están moviendo mucho aire, pues ahí tendrías una pérdida energética del aire que entre frío si no estás haciendo esa recuperación», dice.

En espacios muy grandes, como centros comerciales o industrias, el sistema más empleado es la UTA (unidad de tratamiento de aire), bastante voluminoso. En oficinas o residencias se utiliza la ventilación climática, y Zehnder ofrece sistemas que funcionan al mismo tiempo como climatización, calefacción y deshumectación: «Son sistemas de control que controlan la humedad, la temperatura, para dar una solución más allá de la ventilación».

Sobre la importancia de los filtros, reconoce que «desde hace unos años están ya todos estandarizados y homologados; nuestras máquinas incorporan filtros fabricados y diseñados exclusivamente por nosotros».

Mayor control

«En los hospitales, la calidad del aire tiene que ser excelente por la estancia de infecciosos e inmunodeprimidos. Después, la calidad están en las oficinas, porque el teletrabajo motivó el descenso de la productividad. Para que la vuelta fuera más atractiva y saludable, se mejoró en este sentido», señala Luis Satrústegui, responsable de Grandes Cuentas de Aire Limpio.

Entre los productos de la compañía, Satrústegui destaca «los filtros de polarización activa, que purifican con más eficacia el aire, retienen más partículas y además tienen menos pérdida de carga, con lo que ahorramos energía». «El climatizador tiene que hacer menos esfuerzo para que el aire pase, con lo cual estás dando mejor calidad», añade.

En su porfolio, también se incluye un sistema de control BMS-Retrofit, expone: «Los edificios tienen que estar cada vez más controlados para saber dónde se gasta, dónde se está consumiendo más, para poder optimizar las instalaciones. Nosotros adaptamos los edificios antiguos a las nuevas exigencias que tiene el mercado ahora. Entonces vemos qué se puede mantener y lo que hay que cambiar. Realizamos una actualización muy detallada».

El siguiente paso del proceso sería la sensorización, aclara: «Una vez tienes una buena filtración y el control del edificio, entonces solo te queda medir el aire con sensores para ventilarlo según la ocupación gracias a los predictivos».

Hospitales, colegios, centros comerciales, residenciales, hogares particulares son el foco de actuación de Aire Limpio. Satrústegui confía en que se alcance la importancia que tiene el sector en Estados Unidos: «Van como 10 años por delante de nosotros en asuntos de calidad del aire. El nuevo lujo ahora de las residencias prime es el aire; se están instalando sistemas de filtración muy buenos en estos espacios».

Esta práctica empieza a cobrar importancia en España, tanto hoteles como en viviendas de lujo. «El filtro es una medida de diferenciación. La buena calidad del aire concede prestaciones de salud muy buenas, y esto marca la distinción para el negocio», admite Satrústegui. «Un buen aire interior mejora el estado de ánimo, contribuye al confort y proporciona calidad de vida»», sentencia.