La nueva etapa del mayor Josep Lluís Trapero: de jefe de los Mossos d'Esquadra en el 1-O a liderar el cuerpo desde la Generalitat en otro momento crítico tras la fuga de Carles Puigdemont

"Les quiero hacer un anuncio, si soy presidente de la Generalitat, el director general de la Policía será el mayor Josep Lluís Trapero y la consejera de Interior, Núria Parlon". Con este doble golpe de efecto, Salvador Illa acaparó todos los titulares del anodino debate entre los candidatos a las elecciones autonómicas del 12 de mayo que TV3 emitió cuatro días antes de los comicios.

Han tenido que pasar cerca de cuatro meses para que los tres protagonistas terminen ocupando esos tres respectivos cargos. La ex alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), flamante responsable de la cartera de Interior y Seguridad Pública del nuevo Govern socialista, ha presentado esta tarde la profunda reestructuración de su consejería y de los Mossos d'Esquadra, en la que sobresale la figura de Trapero como jefe político de la policía catalana.

Con esta designación, que supone su segundo resarcimiento tras la absolución judicial por el 1-O, el jefe del Gobierno catalán busca un golpe de timón al funcionamiento interno del cuerpo, sometido en los últimos años a no pocas injerencias políticas. Una intromisión que se hace evidente en la propia figura de Trapero, elevado al altar del star system del procés en 2017 y arrinconado unos años después al ejercicio de tareas burocráticas.

La concatenación del atentado terrorista del 17 de agosto de aquel año y el referéndum de autodeterminación ilegal de octubre convirtió a Trapero en uno de los rostros más reconocibles de una Cataluña inmersa en un statu quo de alto voltaje. El agente nacido también en Santa Coloma se convirtió en el principal portavoz de la Generalitat durante los días del operativo policial que consiguió acabar con la célula yihadista. Pero erigirse en icono pop, incluso con camisetas con su efigie, acabó por resultar contraproducente para quien debía cumplir la orden judicial de impedir la consulta soberanista que sus superiores políticos habían organizado.

A Trapero también le perseguía desde hacía un año un vídeo de una reunión veraniega de amigos en Cadaqués (Girona) que en nada le favorecía. La periodista y ex política Pilar Rahola, anfitriona de la fiesta, publicó imágenes de un encuentro en el que el jefe de los Mossos aparecía cantando y tocando la guitarra junto a varias personalidades, entre las que estaba el entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, decidido ya a emprender su hoja de ruta hacia la independencia de Cataluña.

Tras su destitución por parte del Gobierno de Mariano Rajoy mediante la aplicación del artículo 155 de la Constitución a finales del convulso octubre de 2017, Miquel Sàmper, consejero de Interior en el Ejecutivo de Quim Torra, lo acabó restituyendo en noviembre de 2020, después de la sentencia absolutoria dictada por la Audiencia Nacional, donde fue juzgado bajo la acusación de sedición y desobediencia.

El mayor [máximo rango del cuerpo y con carácter permanente] duró un año como comisario jefe de la policía catalana en esta segunda etapa, ya que el siguiente conseller, Joan Ignasi Elena, en el Govern de coalición independentista que entonces encabezaba Esquerra Republicana, lo sustituyó por Josep Maria Estela para "abrir una nueva etapa". El entorno de Trapero apuntó a "injerencias políticas" como causa de su relevo.

El tiempo vuelve a reunir a viejos conocidos. Trapero será alto cargo de un Ejecutivo en el que dos consejerías están comandadas precisamente por las dos personas que en el pasado confiaron en él como agente al frente de los Mossos. Ramon Espadaler (actual titular de Justicia y Calidad Democrática) en 2013 con CiU y Sàmper (ahora responsable de Empresa y Trabajo) en 2020, cuando formaba parte de Junts, fueron los consellers con quienes el mayor accedió al puesto de comisario jefe.

Trapero recibirá una retribución bruta anual que supera los 96.000 euros. Su nombramiento supone el cese del actual director general de la Policía, Pere Ferrer, en el cargo desde 2019 y superviviente hasta ahora a los vaivenes en el Departamento de Interior de estos últimos años.

El anonimato parece estar reñido con Trapero, que justo hace una semana ya fue noticia tras haber detenido, junto a uno de sus escoltas y fuera de servicio, a un presunto ladrón en el interior de un aparcamiento de la plaza Catalunya de Barcelona. Ahora, también sin uniforme, inicia una trayectoria de perfil político pero con el fin de apartar la política de los Mossos y restaurar la imagen del cuerpo tras el episodio de la fuga de Puigdemont tras participar en un acto en Barcelona el pasado 8 de agosto y la suspensión cautelar de dos agentes (el tercero está de baja laboral) por la no detención del ex president.