Biden admite que tiene que "calmar los miedos" y "otros pueden derrotar a Trump", pero insiste en que no va dejar la carrera por la reelección
Joe Biden dio ayer su primera rueda de prensa en solitario en siete meses y 26 días. El motivo oficial: el cierre de la cumbre de la OTAN en Washington, en el que la organización ha celebrado su 75 cumpleaños (seis menos que Biden y tres que su rival en las elecciones de noviembre, Donald Trump). El motivo real: demostrar a la opinión pública y a sus propios correligionarios del Partido Demócrata que, literalmente, no ha perdido la cabeza con la edad y sigue en condiciones de gobernar Estados Unidos otros cuatro años. Eso, si gana las elecciones, lo que, dado el debate sobre sus facultades mentales, es muy dudoso a día de hoy.
La paranoia política sobre el estado de salud de Biden ha llegado al extremo de que la rueda de prensa -que ha durado exactamente 60 minutos- era unánimemente considerada como el momento decisivo que podría definir si está en condiciones de ser el candidato demócrata a las elecciones o no. Y el resultado fue, una vez más, poco concluyente. Biden habló bien, se batió el cobre, demostró un conocimiento de la política exterior -su especialidad- más que profundo, y aunque cometió algunas pifias -la más obvia, al arranque, cuando llamó a su vicepresidenta, Kamala Harris, "Donald Trump"-, éstas puede ser atribuidas a lapsus normales en un político que a lo largo de cinco décadas de carrera se ha hecho famoso por su capacidad para decir lo que no debe, como no debe, y cuando no debe. Este lapsus se suma al que cometió poco antes cuando presentó al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, como "presidente Putin".
Ésa fue la parte positiva para Biden. La negativa, que la dinámica que se ha desatado en el Partido Demócrata es de regicidio. Exactamente dos minutos después de que la rueda de prensa concluyera, el muy influyente representante Jim Himesemitía un comunicado diciendo que Biden debe renunciar a su candidatura. La actitud de Himes es significativa de la dinámica dentro del partido, porque el lunes, ese mismo congresista había declarado públicamente en un debate organizado por el podcast One Decision que "tengo confianza en Biden para que dirija el país otros cuatro años". Su cambio de parecer no parecía deberse a que no crea que Biden no tiene capacidad mental para seguir - eso sería desdecirse en apenas 72 horas - sino más bien al cálculo político de un partido en el que existe un fuerte movimiento, capitaneado por el ex presidente Barack Obama y la ex presienta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, para que Biden se vaya. Así lo expresó Himes a la cadena de televisión CNN, cuando dijo que "no hay una sola encuesta que diga que Biden puede ganar a Trump". Con él son ya catorce los representantes que han pedido al inquilino de la Casa Blanca que no intente repetir.
En su encuentro con los periodistas, Biden pareció ser consciente de que la oposición a su candidatura es sólida. Si el lunes, en una entrevista con el programa de la cadena de televisión pro-demócrata MSNBC Morning Joe, se mostraba desafiante y trataba de presentare a sus enemigos como miembros de una élite política que no tiene respaldo entre los votantes, en la madrugada de hoy ejerció un tono mucho más conciliador. Aunque dejó claro que "soy la persona más cualificada para seguir en campaña", afirmó que "hay otras personas que pueden derrotar Trump" y admitió que en la Convención Demócrata los delegados "pueden hacer lo que quieran, y si deciden que quieren a otro, ése es el proceso del partido". Eso sí, inmediatamente después, susurró: "Pero eso no va a pasar".
El presidente también admitió que "tengo que calmar los miedos" que se han desatado tras su espantosamente mala actuación en el debate televisado con Donald Trump el 27 de junio. Era un debate que la propia campaña de Biden había diseñado para que éste saliera como vencedor - o, al menos, indemne - y en el que éste apareció como un anciano con enormes problemas cognitivos.
Han pasado exactamente dos semanas desde el debate, y ésta ha sido la primera aparición de Biden sin un guión. Desde la hecatombe del 27 de julio, Biden apenas había dado dos entrevistas: una, de solo 22 minutos, a la cadena de televisión ABC, y la de MorningJoe, que fue muy breve. Ese distanciamiento ha aumentado las críticas dentro de su propio partido y, también, de los medios demócratas que quieren que la cabeza de Biden ruede, encabezados por el New York Times, que desde hace tres años está en una guerra feroz y sin cuartel contra el presidente, pese a que éste se sitúa ideológicamente en el mismo territorio que la cabecera neoyorkina. Desde el debate, el diario ha pedido en sus editoriales que Biden renuncie a su candidatura nada menos que dos ocasiones. Ni siquiera después de que Donald Trump fuera declarado culpable de violación, delito fiscal, y 34 delitos penales - que podrían acarrearle hasta cuatro años y medio de cárcel - el New York Times pidió que abandonar la carrera presidencial.