La 'burbuja' de una gran cosecha de aceite de oliva se desinfla

N. Ortiz

Córdoba

A escasas semanas de que arranque, oficialmente, la campaña de aceite de oliva 2025/26 (el calendario marca el inicio el día 1 de octubre), las grandes expectativas sobre una campaña «histórica» se han ido templando, y no solo a nivel andaluz, pues las previsiones internacionales también han bajado considerablemente.

Según el último informe del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), la producción mundial de aceite de oliva experimentará un «notable retroceso» en la campaña 2025-26, con una producción de 3,01 millones de toneladas, lo que supone una caída del 9,5% respecto a la campaña que estamos acabando ahora, con 3,3 millones de toneladas.

El organismo vuelve a colocar a la Unión Europea como líder en producción, con 1,98 millones de toneladas y España en un lugar preminente. Aun así, la cifra europea representa un descenso del 4,76% respecto a los 2,079 millones de toneladas de la campaña 2024/25. Uno de los principales motivos de esta bajada, destaca el USDA, es «la falta de recuperación del olivar tras las anteriores campañas deficitarias».

Fuera de la Unión Europea, se espera que Turquía, uno de los principales competidores del aceite andaluz en mercados como Estados Unidos, produzca unas 275.000 toneladas, mientras que el resto de países productores (Marruecos, Egipto o Túnez) sumarán, en conjunto, unas 750.000 toneladas.

Respecto a previsiones de ámbito nacional, la organización UPA reunió a olivareros de todas las comunidades autónomas para analizar el estado del cultivo, y confirmaron que la estimaciones de cosecha han sufrido un importante recorte tras las lluvias de primavera.

«La situación actual en la principal comunidad autónoma productora, Andalucía, nos lleva a pensar que la euforia que reinaba entre los grandes operadores del mercado sobre una cosecha histórica se está derrumbando», advierten desde la organización agraria.

En concreto, marchan una estimación para Andalucía de entre 950.000 y 1.150.000 toneladas (este año oscilará el millón), a la espera de cómo evolucione el clima en estos últimos meses. «Es decir, en el mejor de los casos estaríamos en una situación similar a la campaña 2024/25», afirman desde la organización agraria.

Se prevé que Andalucía tenga una cosecha en torno a un millón, al igual que en la campaña 2024-25

Por su parte, Castilla-La Mancha espera una reducción de cosecha, con 125.000 toneladas. En cuanto a Extremadura, hay muchas diferencias entre las diferentes zonas de producción, y la estimación en estos momentos rondaría las 80.000 toneladas.

En definitiva, según las previsiones de UPA, la horquilla de la producción para la próxima campaña estará entre 1.200.000 y 1.400.000 toneladas. Del mismo modo se pronunciaron desde COAG, que calificaron que el otoño será «clave».

La vecería y las plagas

La vecería, las altas temperaturas registradas en mayo y junio, sobre todo, y el impacto de plagas como el prays y el algodoncillo «están condicionando una previsión a la baja». De hecho, en la principal provincia productora, Jaén, hay zonas que verán cómo se esfuma hasta un 60% de producción.

A esto se suma que el stock de enlace de campaña será muy corto, pues las salidas de aceite al mercado han estado en niveles elevados durante meses. Si el año pasado, el enlace fue de 186.303 toneladas, según datos del Ministerio de Agricultura, este año podría estar, incluso, por debajo.

Aunque las perspectivas de cosecha no son, ni mucho menos, tan catastróficos como en las campañas pasadas, cuando la producción cayó estrepitosamente, la menor disponibilidad de aceite de oliva a nivel global podría tener cierta repercusión en los precios internacionales. Es decir, si se mantiene la demanda oleícola, que ha crecido en los últimos años por sus beneficios para la salud, se podrían generar nuevas tensiones en el mercado al tener las disponibilidades justas.

Esto podría influir, también, en la normativa de comercialización que está preparando el Ministerio de Agricultura, que contempla la retirada temporal de aceite de oliva si fuese necesario regular el mercado, así como su destino para usos no alimentarios.

En principio, esta medida se activaría solo si se confirma un exceso de producción y desequilibrios en la compraventa, por lo que, si se cumplen las previsiones del sector, no haría falta aplicarla en la próxima campaña.

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