Macron mantiene al primer ministro Attal para asegurar la estabilidad del país
Comienzan las maniobras en Francia para tratar de formar un Gobierno, tras el vuelco electoral de ese domingo en las elecciones legislativas que permitió frenar a la extrema derecha de Marine Le Pen, y donde el bloque de izquierda quedó ganador, seguido del del presidente, Emmanuel Macron. Este ha rechazado la dimisión del primer ministro, Gabriel Attal, y ha decidido mantenerlo de momento en el Gobierno "para garantizar la estabilidad del país".
El país se asoma hoy a la incertidumbre, tras estas elecciones históricas: no se sabe cómo se va a armar este Gobierno, ni cuándo, ni quién lo compondrá.
La izquierda, unida en estas elecciones bajo el Nuevo Frente Popular, ganó los comicios, a pesar de que el bloque de extrema derecha de Marine Le Pen (Reagrupamiento Nacional) partía como favorito. Tuvieron 182 escaños, frente a los 168 del bloque macronista (Ensemble) y Marine Le Pen se quedó con 143. Fue una sorpresa, pues los sondeos le daban mayoría a esta última.
Las urnas dejan una Asamblea dividida en tres bloques y ninguno de ellos tiene una mayoría suficiente como para gobernar, lo que obliga a las formaciones a hacer algo que no habían hecho nunca: negociar con el bloque opuesto para tratar de buscar puntos de acuerdo o formar algún tipo de coalición.
Este tipo de Gobierno no se ha experimentado nunca en Francia, que no tiene cultura de ello, a diferencia de países como España o Alemania, por ejemplo. No hay precedentes de esta situación. Macron ha recibido en el Elíseo, además de a Attal, a los representantes de los partidos que le apoyan (los centristas Horizons y Modem), con los que forma bloque, para explorar las opciones. Ninguno tiene la respuesta de momento.
En teoría Macron debería formar un nuevo Ejecutivo que represente el equilibrio de fuerzas que ha salido de las urnas. Como el bloque de izquierdas ha obtenido más escaños, el primer ministro podría ser de este bando, o al menos debería ser la primera opción a tener en cuenta. Ya tratan de buscar un candidato de consenso para presentarlo a Macron, pues las diferencias internas han hecho que no hayan llegado a un acuerdo antes sobre quién podría ser ese líder.
Este bloque lo componen socialistas, ecologistas y la extrema izquierda de La Francia Insumisa. Aquí hay varios problemas: los programas son antagónicos en algunos aspectos, en política económica, por ejemplo. Bruno Le Maire, el ministro de Economía, ha advertido del riesgo de una crisis financiera si se aplica el programa del Nuevo Frente Popular.
Por ejemplo, en su plan pedían retirar la ley de las pensiones de Macron, que retrasaba la edad de jubilación, la más importante de las reformas de su segundo mandato y que logró aprobar el año pasado tras meses de movilizaciones en contra en todo el país.
Al margen de lo económico, hay líneas rojas en lo político. Está el obstáculo de Jean-Luc Mélenchon, polémico líder de La Francia Insumisa, con posturas que se han calificado de populistas, radicales o incluso antisemitas. Dentro de su partido algunos dirigentes consideran que es "un lastre" para que la izquierda llegue al poder. De hecho, descartaron ya que pudiera ser candidato a primer ministro.
El bloque centrista, de Macron, ha dejado claro que no integrará una coalición en la que esté La Francia Insumisa. Esta, sin embargo, fue la fuerza más votada el domingo, aunque los socialistas casi doblan los escaños y se quedan cerca.
En cualquier caso, los partidos de izquierda acudieron juntos a las elecciones para hacer frente a Le Pen, por lo que se descarta, al menos de momento, que Macron se alie con socialistas y ecologistas y estos acepten excluir a los insumisos.
En medio de este entramado, incierto e insólito, Macron se marcha esta semana a la cumbre de la OTAN a Washington y París se prepara para acoger los Juegos Olímpicos en dos semanas. Estas últimas semanas han sido trepidantes para el país: El presidente ya creó la sorpresa al adelantar las elecciones legislativas, tras el triunfo de la extrema derecha en las europeas de junio.
La primera vuelta dejó a Le Pen a la cabeza, se llegó a barajar que pudiera gobernar, así que los partidos unieron sus fuerzas ayer, en la segunda vuelta electoral, para impedirselo. Lo lograron, con un resultado inesperado, pues los sondeos le daban la mayoría a ella. Ahora, con la nueva formación de Gobierno, Francia sigue avanzando hacia lo desconocido.