Qué pasa en nuestro cuerpo si comemos kéfir cada día y cuándo no hay que tomarlo

En efecto, los efectos positivos de este producto, que habitualmente se elabora sobre todo con leche de vaca pero que también puede estar hecho a partir de agua (y así ser un producto ideal para veganos o vegetarianos), le han dado buena fama. Estas bacterias que benefician la microbiota intestinal están, de hecho, más presentes en el kéfir que en su 'rival' el yogur. Además, cuando tiene contenido lácteo, el kéfir supone un chute de proteínas, calcio, magnesio, fósforo, zinc, vitamina A o B12.

Así, su consumo se ha vinculado históricamente a combatir la salmonela o los problemas de úlceras y se sabe que ayuda a la absorción de calcio y algunos estudios lo han ligado a la reducción de problemas de asma y alergias así como de células cancerosas. Por si esto fuera poco, algunos estudios lo han relacionado con la mejoría del estrés y la ansiedad.

En todo caso, como siempre ocurre con todo alimento, hay que tener en cuenta cómo debe ser su correcta ingesta, si es bueno para todo tipo de personas o si comerlo en exceso puede resultar contraproducente. Aunque sus beneficios son mayores, las bebidas fermentadas también pueden acarrear algunos inconvenientes o incluso despertar efectos secundarios.

Problemas digestivos

Así, como confirmaron investigadores de Baltimore en un estudio publicado en la revista 'Medicine' hace unos años, avisaban de que, a pesar de sus efectos positivos, su ingesta en exceso podía llevar a molestias, especialmente entre personas con el sistema digestivo sensible a las que les podía aparecer hinchazón y flatulencias, náuseas o estreñimiento.

Por otro lado, está más que constatado que un consumo excesivo tampoco produce más beneficios por lo que lo correcto es ingerirlo si se quiere a diario pero combinándolo con otros alimentos fermentados y lácteos, como el queso o el yogur. La Fundación Española de Nutrición recomienda, de hecho, comer a diario entre dos y cuatro raciones de leche o sus derivados: que no todas ellas sean de kéfir es lo más beneficioso porque su consumo en exceso puede llevar a problemas gastrointestinales y provocar diarrea, hinchazón abdominal o vómitos.

Los estudiosos también comentaron tras su investigación que las personas con enfermedades con inmunodeficiencia, como el lupus, la artritis reumatoide o el sida, o quienes toman medicamentos para disminuir la acción del sistema inmune deben tomar kéfir con cautela. Además, quienes suelen sufrir infecciones por levaduras, como la candidiasis, deben limitar el consumo de esta bebida porque en algunos casos se ha detectado que los probióticos pueden no ayudar a combatir sus patógenos.