Kiev lleva la guerra a Rusia

«Llevar la guerra al territorio del agresor», fue la razón con que el presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, justificó la acción. Hasta ahora, Kiev había dado golpes de mano, usando saboteadores, drones y misiles, en territorio ruso, incluso en la capital, Moscú, pero nunca había acometido una incursión terrestre con visos de querer apoderarse de territorios. El aparente éxito conseguido en estos cuatro días ha elevado significativamente la moral de los ucranianos y ha puesto patas arriba la versión propagada por el Kremlin de que la victoria rusa es inevitable y que seguir apoyando a Ucrania es inútil. Moscú ha tenido éxito en los últimos meses extendiendo esta idea que ha hecho mella en las capitales occidentales. Los analistas estiman que incluso si las fuerzas ucranianas tuvieran que desalojar Kursk, esta acción supone un notable impulso para Kiev de cara a Putin y a sus aliados. Paradójicamente, hay expertos que ven más cerca el fin de la guerra, porque esta acción haría que Ucrania gane poder en las conversaciones y cuente con nuevas bazas de negociación. Esto, junto a una eventual victoria de Donald Trump en noviembre, podría predisponer a Zelensky para aceptar una tregua.

No está claro si Ucrania quiere y puede conservar el territorio invadido. Un corresponsal militar ruso informaba ayer de que los ucranianos están usando maquinaria pesada para excavar trincheras en la zona conquistada. Una incursión no es lo mismo que una ocupación militar. Pero la operación ha vuelto a poner de manifiesto el desorden de la retaguardia rusa que ya quedó en evidencia el verano pasado durante el breve motín del líder mercenario del Grupo Wagner, Yevgeniy Prigozhin. Como entonces, el Ejército ruso ha demostrado que es lento a la hora de reaccionar y que puede ser desarticulado temporalmente.

Gobernar un país bajo los principios de la corrupción y el miedo tenía que conllevar alguna desventaja para Putin. Incluso los medios de comunicación estatal rusos tuvieron que mencionar la evacuación de la población de Kursk e insinuar que los combates eran violentos y los canales pro-Kremlin de Telegram admitían que el ataque tomó por sorpresa a las autoridades civiles y militares. Putin ha ordenado a sus tropas que «barran» a los invasores, pero como es un buen conocedor de la historia de su país se habrá dado cuenta de que es la primera vez en más de 80 años que tropas enemigas han hollado suelo ruso y han expuesto sus vulnerabilidades.