Más de 250 cerillas sin cabeza acorralan al jubilado de Burgos acusado de enviar las cartas bomba
Uno de los agentes que vigiló a Pompeyo sospecha que «se percató» de su presencia y pudo limpiar el piso
«No, yo no (fabriqué el artefacto). Yo echo la culpa de que yo lo tiré y hay gente que va al contenedor a coger cosas. Y yo tiro bastantes cosas. El buzón de donde vivo aparece abierto de vez en cuando, a mi me han cogido los datos de los recibos y tal. Y de Amazon me han venido paquetes vacíos», ha argumentado, a preguntas de la acusación pública acerca de los sobres que compró y que fueron utilizados para los envíos con unas etiquetas adhesivas que también adquirió y que tenían su perfil genético.
Pero González no niega que hiciese todas esas compras, que incluyen lo mencionado y también bisagras, tornillería, brocas y hasta nitrato potásico. Lo que asegura es que no fueron para lo que la investigación apunta y que de fabricar explosivos no tiene «ni idea». «Yo pedí esos sobres para empaquetar unas postales y cosas», ha señalado sobre los envoltorios, para reconocer también la adquisición de «90 o 100 etiquetas». «Esas las puse yo preparadas en los sobres para meter las diferentes postales de las ciudades que tengo», ha señalado. No eran para enviarlas, ha dicho, sino para tenerlas guardadas.
«Son postales de ciudades, de Madrid, de Barcelona, que yo tengo, pero no me gustaban los sobres y al final los tiré, todos nuevos. Las postales me quedé en casa con ellas. Tiré los sobres, que los tenía preparados pero no me gustaban porque eran un poco gruesos», ha alegado, para justificar así que contuvieran su ADN: lo tenía «todos preparados» y luego los tiró al contenedor. De ahí cree que han podido salir también las piezas que componían los artefactos y en concreto las bisagras, otro producto que adquirió «para unos armarios» y que según ha dicho, no cumplía sus expectativas.«Hago limpieza de vez en cuando (...) Yo tengo un piso pequeño», ha alegado.
En cuanto a las más de 250 cerillas que recuperó la Policía durante las vigilancias y que tenían la cabeza raspada, la explicación ha sido que estaba intentando construir «una bengala» para su dron, con idea de que «subiera 500 metros y bajase encendido, poco a poco». «Yo hacía pruebas en casa con cientos de cerillas y una mecha que tenía y hacía la prueba ahí. Para el dron», ha reiterado.
Mismo fin tenían los tubos de cobre y los tornillos, pues según ha dicho, estaba trabajando en construir un pequeño helipuerto para su dron. El nitrato potásico era «para limpieza» porque es «como la sal», las puntas de tornillo «para unas vigas en el pueblo que están sueltas» y los guantes de seguridad para protegerse cuando hace «cosas» en casa, ya sean para él o para otros, en su afición a la marquetería y el bricolaje. La misma con la que ha respaldado la amoladora que le encontraron.
Con esta premisa, justifica también búsquedas en internet sobre explosivos y demás que le fueron encontradas en el volcado de su móvil: «Yo si estoy haciendo una bengala pues te salen muchas cosas. Igual te sale un video de un invento de lo que sea».
- Pero ha buscado sobre paquetes bomba
- Sí, pero cuando uno busca bengalas te salen paquetes bomba y te sale hasta cómo se hace la bomba atómica. Uno pide 'quiero saber cómo se hace una bengala' y te salen enlaces y acabas en misiles. Pero no es que lo busque uno a propósito
- También ha buscado cuánto pesa el uranio enriquecido
- Pues yo sé lo que pesa el oro y pensé qué material habrá más pesado y sale que es el uranio. Me gusta investigar estas cosas.
La fiscal seguía preguntando y Pompeyo González, ofreciendo explicaciones para todo, aunque alguna más atropellada que otra y ninguna creíble para las acusaciones. Ha sido el caso cuando las preguntas lo eran sobre las aplicaciones de los medios de cabecera del régimen de Vladimir Putin que tenía instaladas en su teléfono móvil, Sputnik y RT, ambos censurados en la Unión Europea como parte del abanico de sanciones. Y eso que ha reconocido que no hablaba ruso pero le gustaría aprenderlo. «Me las descargué para informarme», ha zanjado.
El vecino de Miranda de Ebro justificaba todas las búsquedas en internet acerca del tema, incluido el perfil de la ministra Margarita Robles en Wikipedia, en términos de curiosidad. Ha intentando dejar claro ante el tribunal que a él le interesa lo que haga España y que es la propia televisión la que dice dónde se fabrican las armas que envía a Ucrania. «Yo me informo en la televisión y si sale algo, pues lo miro», diría antes de que tomase la palabra su abogada para interrogar.
- ¿Ha tenido usted intención de alterar la paz pública?
- Eso ni se me ocurre, semejante tontería. Eso lo ha inventado la prensa.
La 'tontería' es la clave de la acusación por terrorismo, «influir en los poderes públicos para que hicieran o dejaran de hacer algún acto y la finalidad de alterar gravemente la paz pública», como enunciaría en sus conclusiones la fiscal, que no ha movido una coma del escrito de acusación. En este caso, habría pretendido revertir el apoyo de España a Ucrania frente a Rusia.
Su defensa, por contra, ha pedido la absolución porque considera que «no se ha podido probar que las acciones» de Pompeyo González tuvieran esa finalidad y, que, en todo caso, no lo consiguió, pues ni siquiera las instituciones que recibieron las cartas modificaron sus protocolos de seguridad, es decir, no produjo alteración de la paz ni efecto alguno.
La letrada ha subrayado que el presidente del Gobierno, destinatario del primer envío, tampoco lo denunció sobre la marcha, sino que lo comunicó seis días después, cuando ya habían llegado otras cartas. «No creó ningún tipo de alarma, ni inseguridad ni inquietud», ha asegurado, centrada en rebatir el tipo penal. «No es un acto terrorista. Puede ser que fuera un acto de llamada de atención», ha argumentado, para incidir en que se trata de «un delito imposible», incapaz de perpetrarse con éxito.
La Fiscalía, en las antípodas de esta posición, le ha definido directamente como «terrorista individual» y ha coincidido con el letrado de la AVT en que de la prueba practicada «no cabe ninguna duda de que es el responsable de la fabricación y envío de los seis artefactos explosivos» que llegaron a la Moncloa, las embajadas de EEUU y Ucrania -donde dejó un herido leve-, la empresa armamentística Instalaza en Zaragoza, el Ministerio de Defensa y el centro de satélites de la UE en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid).
De esta ubicación, por cierto, también había buscado información en la red.
- Es que si anuncian que España ayuda o no ayuda pues yo me informo.
- ¿Ayudar a quién?
- A Ucrania.
El juicio ha quedado visto para sentencia después de que Pompeyo González volviese a dirigirse al tribunal, en su derecho a decir la última palabra. No ha mencionado la guerra, pero sí el material, para situarse víctima de una «calumnia» por parte de los investigadores.
«Los sobres, las pegatinas y otros productos todos tienen huella mía, pero yo no tenía ni los muelles ni el percutor ni la polvora ni la metralla ni las bolas. No se ha encontrado nada. Me han calumniado. Lo que han cogido es mío todo y me han calumniado y dicen 'todo esto lo ha hecho este'».