El juez que investiga la muerte de dos militares en la base de Cerro Muriano se inhibe en favor de la jurisdicción castrense
El juzgado de Instrucción número 4 de Córdoba, que investiga la muerte de un cabo y un soldado el pasado 21 de diciembre, en el embalse de la base de Cerro Muriano mientras realizaban un ejercicio de paso de curso de agua, ha decidido inhibirse en favor del juez castrense.
Después de que el Juzgado Togado Militar número 21 de Sevilla le reclamara el caso, el juez civil preguntó su parecer a las partes y las acusaciones que representan a las familias de los dos fallecidos pidieron que la investigación siguiera en manos de justicia ordinaria, pero el juez ha dado la razón a la Fiscalía, que optó por trasladar el caso a la jurisdicción militar.
El juez se basa en que los hechos tuvieron lugar en el interior de una instalación del Ejército de Tierra durante una actividad propia del servicio y podrían ser constitutivos de los delitos de imprudencia grave con resultado de muerte y maltrato a inferior, castigados en el Código Penal Militar. Contra la inhibición cabe recurso ante el propio juez y ante la Audiencia Provincial de Córdoba y varias acusaciones han anunciado su propósito de recurrir, alegando que se trata de dos delitos de homocidio con dolo eventual tipificados por el Código Penal ordinario.
Este lunes se supo que una veintena de los militares que participaron en el ejercicio, incluido el soldado Carlos León, de 24 años, uno de los dos fallecidos, portaban un lastre en su macuto. Desde unas dos semanas antes cargaban con el peso de una mina inerte, de unos tres kilos de peso, a modo de castigo impuesto por el mando por la mala realización de un ejercicio anterior, según ha declarado a la Guardia Civil uno de los militares que participó en el ejercicio. Los castigos físicos están prohibidos en el Ejército, por lo que, al margen de que el sobrepeso pudiera coadyuvar o no a la muerte, podría tratarse de un delito de abuso de autoridad o maltrato a inferior.
El otro fallecido, el cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar, que tenía la condición de instructor, se ahogó cuando se lanzó al agua para intentar salvar la vida al soldado. Otros dos militares tuvieron que ser evacuados con síntomas de hipotermia y uno de ellos fue hospitalizado. La estación meteorológica de Obejo, la más próxima, marcaba una temperatura de dos grados de mínima.
Los más de 60 soldados, que estaban al final de su periodo básico de instrucción, llegaron a la zona, en plena Sierra Morena, antes del amanecer, pero se introdujeron en el embalse casi a las nueve de la mañana, para realizar un ejercicio de paso de curso de agua, cargados con todo su equipo de combate.
Cuando los primeros soldados comenzaron a vadear la balsa, de unos 200 metros cuadrados, cuyo fondo es fangoso y en muchas de cuyas partes no se hace pie, varios de ellos empezaron a pedir auxilio y a gritar que se ahogaban, según testigos presenciales, momento en el que los que aguardaban para entrar al agua se lanzaron a rescatarlos. Tras unos momentos de caos, la mayoría consiguió salir a tierra firme, pero al realizar el recuento se comprobó que faltaban el cabo y el soldado. Los cuerpos de ambos no se encontraron hasta avanzada la tarde, tras un intenso rastreo del pantano por parte de efectivos de la Guardia Civil y el Ejército de Tierra.
Antes del ejercicio se tendió una cuerda de orilla y orilla del lago, pero no estaba tensa ni reunía las características técnicas que debe tener la denomina línea de vida, por lo que los militares no pudieron agarrarse a ella cuando perdieron pie. Tampoco había ninguna ambulancia ni soporte médico en el lugar.
El capitán jefe de la compañía, que se encontraba presente y no ordenó suspender el ejercicio pese a las condiciones de riesgo en que se desarrolló, fue apartado del mando 24 horas después por orden del jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, Amador Enseñat. Sin embargo, debido en parte a las dudas sobre la jurisdicción competente, el juez todavía no le ha tomado declaración como imputado y, como consecuencia, no ha adoptado ninguna medida cautelar contra el mismo.
Entre otros extremos, la investigación debe aclarar si el ejercicio estaba correctamente diseñado y si el capitán cumplió o no las medidas de seguridad previstas. El coronel del regimiento, Manuel Navarro, se acababa de incorporar a la unidad.
El soldado Carlos León Rico, de 24 años, soltero y natural de El Viso del Alcor (Sevilla), había ingresado en el Ejército de Tierra el 8 de mayo; mientras que el cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar, de 34 años, natural de Adamuz (Córdoba), casado y a la espera de un hijo, lo hizo en 2011; había participado en misiones en Letonia y Líbano, y estaba en posesión de dos cruces al mérito militar con distintivo blanco. Ambos permanecían destinados en el Regimiento de Infantería La Reina 2, de la Brigada Guzmán el Bueno X.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, que visitó la base el día 4 y se acercó al embalse para rendir homenaje a los dos militares fallecidos, pidió a los soldados de la compañía a la que pertenecían que no callasen nada en su declaración ante el juez. “Todos somos humanos y cometemos errores. Si ha habido errores, tenemos que saberlos. Yo les pido que digan absolutamente toda la verdad de lo que ha pasado”, les instó.