El soldado que se ahogó en unas maniobras llevaba un lastre como castigo

La ministra de Defensa, Margarita Robles, durante el homenaje que el pasado día 4 enero rindió en el embalse de la base de Cerro Muriano a los dos soldados ahogados el 21 de diciembre.Ministerio de Defensa (EFE)

El soldado Carlos León, de 24 años, que murió ahogado el pasado 21 de diciembre en una laguna de la base de Cerro Muriano (Córdoba) mientras realizaba un ejercicio programado, portaba un lastre en su macuto, según ha revelado este lunes la Cadena SER. Desde dos semanas antes, una veintena de soldados, incluido el fallecido, cargaba con el peso de una mina inerte, a modo de castigo impuesto por el mando por la mala realización de un ejercicio anterior.

El otro fallecido, el cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar, que tenía la condición de instructor, se ahogó cuando se lanzó al agua para intentar salvar la vida al soldado. Otros dos militares tuvieron que ser evacuados con síntomas de hipotermia y recibir asistencia médica. La estación meteorológica de Obejo, la más próxima, marcaba una temperatura de dos grados de mínima.

Los 60 soldados, que estaban al final de su periodo de instrucción, llegaron a la zona, en plena Sierra Morena, antes de amanecer, pero se introdujeron en el embalse casi a las nueve de la mañana, para realizar un ejercicio de paso de curso de agua, cargados con todo su equipo de combate.

Cuando los primeros soldados comenzaron a vadear la balsa, de unos 200 metros cuadrados, cuyo fondo es fangoso y en muchas de cuyas partes no se hace pie, varios de ellos empezaron a pedir auxilio y a gritar que se ahogaban, según testigos presenciales, momento en el que los que aguardaban para entrar al agua se lanzaron a rescatarlos. Tras unos momentos de caos, la mayoría consiguió salir a tierra firme, pero al realizar el recuento se comprobó que faltaban el cabo y el soldado. Los cuerpos de ambos no se encontraron hasta avanzada la tarde, tras un intenso rastreo del pantano por parte de efectivos de la Guardia Civil y el Ejército de Tierra.

Aunque algunas fuentes sostienen que no había línea de vida, la mayoría coincide en que se tendió una cuerda tensa de orilla a orilla, para que los soldados pudieran agarrarse a ella. Lo que no había era ninguna ambulancia ni soporte médico en la zona.

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El capitán jefe de la compañía, que no se encontraba en el lugar cuando se produjo el siniestro, fue apartado del mando 24 horas después por orden del jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, Amador Enseñat. El Juzgado de Instrucción número 4 de Córdoba ordenó el levantamiento de los cadáveres y se ha hecho cargo de las primeras diligencias. Pero ha optado, con el visto bueno de la Fiscalía, por inhibirse en favor del Juzgado Togado Militar número 21 de Sevilla, a lo que se oponen varias de las acusaciones.

El soldado Carlos León Rico, de 24 años, soltero y natural de El Viso del Alcor (Sevilla), había ingresado en el Ejército de Tierra el pasado 8 de mayo; mientras que el cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar, de 34 años, natural de Adamuz (Córdoba), casado y a la espera de un hijo, lo hizo en 2011; había participado en misiones en Letonia y Líbano, y estaba en posesión de dos cruces al mérito militar con distintivo blanco. Ambos permanecían destinados en el Regimiento de Infantería La Reina 2, de la Brigada Guzmán el Bueno X.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, que visitó la base el pasado 4 de enero y se acercó al embalse para rendir homenaje a los dos militares fallecidos, pidió a los soldados de la compañía a la que pertenecía que no callasen nada en su declaración ante el juez. “Todos cometemos errores y tenemos que saberlo. Yo les pido que digan absolutamente toda la verdad de lo que ha sucedido”, les instó.