Del «America first» a la pulsión expansionista

El segundo mandato de Donald Trump, que comienza dentro de una semana, no parece que vaya a seguir el lema («América primero») que le llevó la primera vez a la Casa Blanca y que se traducía en su prioridad por los asuntos internos para relegar a una especie de aislacionismo en política exterior, en contra de la tradición de la que ha venido siendo la primera potencia del mundo. Los devaneos expansionistas de estas vísperas de su toma de posesión así lo indican: el presidente electo de Estados Unidos quiere cambiar el nombre del golfo de México a «golfo de América», las alusiones a asegurar territorios clave como Groenlandia o el canal de Panamá y las insinuaciones sobre que Canadá debería ser un estado más de su país, suponen un contraproducente cambio en la política exterior de Estados Unidos y una fuente potencial de turbulencias geoestratégicas que no ayudan al convulso panorama, con dos guerras abiertas en Europa y Oriente Próximo.