El Congreso de EEUU rechaza dar a Trump 'luz verde' para endeudar sin límites al país
Una vez más, los republicanos de la Cámara de Representantes de Estados Unidos han tenido que buscar el apoyo de los demócratas para sacar adelante una ley presupuestaria. La razón es simple: el sector más extremista republicano es, literalmente, el partido del 'no', y esa posición va al extremo cuando se trata de algo que afecte al gasto público. Eso volvió a quedar de manifiesto anoche, cuando la Cámara aprobó 'in extremis' una elevación del techo de la deuda. Trump quería pista libre para endeudar a EEUU todo lo que quisiera. Sus propios correligionarios republicanos y los demócratas no se lo permitieron.
De no haberse logrado el acuerdo, las Administraciones Públicas de la primera potencia mundial hubieran empezado a cerrar hoy, y esa parálisis se habría ido extendiendo de forma progresiva hasta, teóricamente, paralizar el país y causar una suspensión de pagos, si bien eso no se ha dado nunca. Es posible que se produzca un cierre, porque el Senado, por motivos de procedimiento y por la oposición de algunos de sus miembros, podría no aprobar la ley, algo que no se sabía al cierre de esta edición. Pero, en todo caso, esa posición no debería ser duradera, y EEUU debería seguir funcionando o, como mucho, tener un 'parón' simbólico de su Administración Pública.
De hecho, la ley que aprobó la Cámara anoche es más demócrata que republicana, pese a que los segundos son los que tienen el control de ese cuerpo legislativo. La apoyaron 190 congresistas demócratas y solo 176 republicanos, en gran parte porque Donald Trump trató de torpedearla por activa y por pasiva. La principal exigencia de Trump se quedó fuera: una eliminación hasta finales de 2026 del sistema en virtud del cual el Congreso de EEUU debe aprobar los incrementos de la deuda pública.
Eso significa que Trump, como sucede siempre con los presidentes republicanos, va a disparar el déficit público con sus proyectadas bajadas de impuestos. Pero en esta ocasión, además, el presidente electo estaba tratando, con la ayuda de su colaborador - y, para algunos, verdadero 'vicepresidente en la sombra - Elon Musk, de imponer su voluntad de manera absoluta y humillante sobre sus propios correligionarios republicanos de la Cámara. De hecho, la crisis estalló el jueves, cuando Musk, en una materia de tuits' llenos de informaciones falsas y, directamente, mentiras, atizó la oposición popular al acuerdo entre demócratas yu republicanos para sacar adelante la ley. A partir de ahí, hubo que renegociar todo in extremis.
Al ataque de Musk se sumó Trump dioce horas más tarde con una sertie de demandas de carácter absolutista. Menos gasto, más exenciones fiscales para las rentas más altas y la eliminación del techo de la deuda durante dos años. Eso significa que el partido de la austeridad -el republicano- planea cargar a EEUU con una deuda formidable, acaso tan grande como la que acumuló en el primer mandato Trump que, pese a haber gobernado por ahora sólo cuatro años, tiene el dudoso récord de ser el presidente que más deuda ha añadido al país en términos brutos.
Un segundo intento de acuerdo, pergeñado por el líder de la Cámara Baja Mike Johnson, fracasó. Y lo hizo porque los republicanos, que sí son conservadores fiscales consideraron "asnal" -en palabras de uno de ellos, el texano Chip Roy- la idea de Trump de que no haya límite a la deuda pública. Así, EEUU se salvó anoche de esta edición a llegar al techo de la deuda a las 0:00 horas y un minuto (las 6:01 de la mañana de este sábado, en la hora peninsular española). Primero, no lo notaría casi nadie. Después, empezaría a ser visible.
Pero esta pelea tiene un significado muy profundo: es, en la práctica, la transformación, durante la Presidencia de Trump, de EEUU en una monarquía absoluta en la que el presidente -y, desde atrás, Elon Musk- gobiernen con un Congreso reducido al papel de florero, pero no de florero estilo jarrón de Sevres, sino de plástico de Todo a un euro. Y, encima, sin ningún tipo de negociación ni de mensaje a los medios de comunicación. Ha bastado con que Elon Musk se pasara tuiteando la tarde del jueves para poner a la mayor economía del mundo al borde del cierre por falta de fondos y al partido dominante en ella en el caos más disfuncional.
Musk y Trump jugaron a humillar a los republicanos. Y en especial a Johnson. Esperaron a que el acuerdo estuviera cerrado para atacarlo. Y han demostrado así quién manda. Musk ha vuelto a repetir que financiará las campañas de quienes quieran competir en las primarias de 2026 (sí, aún no han tomado posesión los de las elecciones de 2024 y ya están amenazando con las de dentro de dos años) contra los republicanos que no han mostrado la suficiente lealtad a Trump. La cuestión es que para Trump y Musk la palabra lealtad es sinónimo de sumisión.