Ladran, Ayuso, luego cabalgas
En aras de subrayar el alineamiento incondicional del nuevo socialismo madrileño con su caudillo, Pedro Sánchez, el lema escogido para inaugurar el encuentro enunciaba una mentira pura y dura: «Les ganamos en España, les ganaremos en Madrid». El PSOE no ganó en España, donde se alzó vencedor el PP, y, a tenor de las encuestas, tiene nulas posibilidades de auparse hasta el poder en Madrid, dado que no existen fuerzas independentistas a las que vender la región trozo a trozo a cambio de su respaldo. Madrid lleva treinta años apostando por la libertad, la contención fiscal, el esfuerzo individual y el progreso a base de trabajo, conceptos por completo ajenos al ideario sanchista, basado en esquilmar el bolsillo del contribuyente para crear un trampantojo de crecimiento y comprar voto subsidiado. Madrid es solidaria con el resto de la nación y abomina de privilegios como los otorgados a Cataluña por este Gobierno que, en su desvergüenza, dice ser el de la igualdad. Madrid no compra la mercancía averiada de este embustero y se rebela ante la pretensión de doblegar su voluntad por la fuerza, mediante la utilización fraudulenta de la maquinaria del Estado. Por eso otorgó a Díaz Ayuso una mayoría absoluta que desquicia a sus adversarios.
En las pasadas elecciones autonómicas, la presidenta se cobró la cabeza de Pablo Iglesias, a quien infligió una derrota humillante. Todo apunta a que en las próximas su víctima será Óscar López, altamente sospechoso de participar en la filtración de información ilegal destinada a dañarla, por la que el Supremo investiga al fiscal general. O sea, el peón designado por Sánchez para continuar, esta vez a cielo abierto, la guerra sucia que (presuntamente) desató cuando era su jefe de gabinete en la Moncloa. Veremos hasta dónde llega cuando la pelea es limpia.