Sánchez acusa a Feijóo de hacer una oposición “tóxica e inflamable” que no entiende España
Este miércoles, durante la primera sesión de control al Gobierno en el Congreso de 2024, el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, ha iniciado su estreno de periodo parlamentario preguntado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pero dirigiéndose a Junts, el partido del expresidente catalán Carles Puigdemont. Fue una premonición. El PP formuló luego hasta seis cuestiones de diputados de la cúpula de su dirección al ministro de Justicia, Félix Bolaños, con la misma intención. La estrategia dialéctica de los populares pretendía reflejar que el Gobierno no gobierna, que todo lo manda y decide Puigdemont, junto a los demás socios independentistas, y que el caos y descontrol campa por España por culpa de esa dejación, desde en el campo hasta por la sequía. El presidente y su ministro Bolaños también coordinaron su mensaje de réplica. Sostuvieron que el PP “no entiende esta España”. Y Sánchez retrató el estilo político de Feijóo en la oposición como el metanol: “Es incoloro, tóxico e inflamable”.
Alberto Núñez Feijóo levantó el micrófono desde su escaño y miró teatralmente hacia la bancada de Junts, no justo enfrente, donde se sienta Sánchez. Y soltó: “Le voy a hacer procedimentalmente la pregunta al presidente, pero todo el mundo sabe quién manda en España. Porque todo el mundo sabe que sin el señor Puigdemont usted no es nadie”. Y añadió la retórica pregunta: “¿Es consciente de la debilidad de su gobierno?”.
Sánchez comprendió desde ese instante por dónde quería transcurrir el debate Feijóo y no eludió nada la confrontación directa. El líder socialista llamó “disolvente” a Feijóo y le equiparó con el metanol, un compuesto químico ligero que se emplea como anticongelante, disolvente y combustible. El presidente recordó que el PP lleva los cinco años y medio que él ha estado en La Moncloa responsabilizándole de que “España se rompe y se hunde”, cuando considera que “la economía va como una moto, se crece y crea empleo”. También ha defendido que los populares son quienes incumplen la Constitución al no querer renovar el Consejo General del Poder Judicial caducado. En suma, ha afeado al PP su incapacidad para sintonizar con la realidad del país. “No entiende Cataluña y no entiende España. Es lo que les pasa”, les ha reclamado.
Feijóo, que a diario en todos sus actos, mítines y declaraciones, habla sobre la ley de amnistía, reprochó así a Sánchez que en los cuatro meses que lleva de este mandato el Gobierno haya promovido “cero leyes”, se le hayan tumbado varios decretos y no tengan a la vista perspectivas de aprobar unos Presupuestos, porque solo le interesa la amnistía a los líderes independentistas. Y ha concluido que así, con un Gobierno que ve “en descomposición”, no podrá aguantar el resto de la legislatura. El líder del PP ha mezclado los ataques habituales contra Sánchez y el Ejecutivo por cómo está negociando esa amnistía con unas presuntas presiones a la Fiscalía del Supremo, los problemas del campo, las protestas de los agricultores, la protección al lobo, algún consejo sobre no comer ternera y, en general, “el dogmatismo ambiental”. Una expresión que luego repitió Santiago Abascal, el líder de Vox, en otra pregunta a Sánchez.
El guion previsto por Feijóo era tan heterogéneo que se le fue el tiempo de su intervención, algo que luego le pasó a más diputados del PP que siguieron su senda en la presión parlamentaria a la que han querido someter al ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, al que han destinado seis preguntas con el mismo objetivo.
Antes, Sánchez persistió en la idea de un Feijóo metanol para subrayar que el PP solo entiende la manera de hacer política, en la oposición y en el Gobierno, con algún combustible para “avivar el fuego”, como piensa que ocurrió en la crisis en Cataluña en el otoño de 2017. Y fue ahí cuando insistió en que la situación ahora en Cataluña va mejor como cree que sucede en España, en el ambiente social y el económico, por las medidas impulsadas por su Gobierno. Y el dirigente socialista pintó el modelo de Feijóo en la oposición como un metanol “incoloro, como su proyecto, inflamable, como su afán por la hipérbole y el insulto, y tóxico, como su catastrofismo ecológico”.
El camino surcado por Feijóo fue el que continuaron más tarde los seis diputados del PP que quisieron medirse contra Bolaños. La secretaria general popular, Cuca Gamarra, aportó a la causa la metáfora de que el PSOE “pinta con tinta invisible como sus invisibles principios” las líneas rojas que dice no querer traspasar en sus negociaciones con Junts y los separatistas catalanes para que prospere la ley de amnistía. Gamarra también utilizó en su exposición la técnica parlamentaria de combinar los previsibles ataques contra Puigdemont y la amnistía con las “desbordadas costas canarias de inmigrantes”, la carencia de agua en Cataluña por la sequía, y las demandas de los agricultores.
Bolaños tampoco se desvió mucho en sus réplicas al batallón del PP del argumentario que dejó en el hemiciclo el presidente. El ministro pidió a Gamarra que observase el Parlamento que les rodeaba para corroborar que ese Congreso —con partidos tan distintos y formaciones nacionalistas e independentistas que hablan en distintas lenguas cooficiales— “es España”. El ministro justificó ahí que el actual Ejecutivo comprendió lo que los españoles votaron en las elecciones del 23 de julio pasado y lo tradujo a su manera como una demanda tan “revolucionaria” como la exigencia de que todos los distintos partidos “hablen, acuerden, dialoguen y entiendan lo que es España”. Bolaños admitió que el PSOE habla con todos los partidos y no cree como denuncia el PP que eso sea “arrodillarse ni humillarse” y puso como ejemplo que él mismo negoció la reciente reforma del artículo 49 de la Constitución con la propia Gamarra, del PP, para sustituir la palabra disminuidos por personas con discapacidad y no pasó nada malo.
“España real”
Gamarra quiso responder con contundencia de nuevo a Bolaños con esta afirmación: “La España real no es esta, está en las calles y usted no la conoce ni la visita”. E insistió en la denuncia de que la mayoría de los españoles opina que este gobierno solo mira para sus propios intereses. Bolaños no dejó escapar la frase de Gamarra sobre la España real y se preguntó retóricamente si con esa expresión la número dos del PP no estaría “deslegitimando los resultados que votaron los españoles el 23 de julio”.
Miguel Tellado, el portavoz parlamentario del PP; Elías Bendodo, el vicesecretario de Coordinación Autonómica; el ahora recuperado y veterano parlamentario Rafael Hernando; el diputado tránsfuga Sergio Sayas, procedente de UPN; o incluso el gallego Jaime de Olano, que en teoría y formalmente iba a preguntar al ministro de Transportes, buscaron el cuerpo a cuerpo con Bolaños con las mismas críticas o muy parecidas por su papel decisivo en la negociación de la amnistía con las formaciones independentistas y al que acusaron de querer blanquearlas. El ministro no transmitió sensación de sentirse acorralado. Le gustó ese protagonismo. Y resumió el hilo conductor de sus ácidas respuestas en que el PP no es quién para presumir de nada por saltarse la Constitución con el Consejo del Poder Judicial, por destruir pruebas básicas en sus recientes escándalos; por fomentar y permitir espionajes a rivales en su anterior etapa en el Gobierno; y, sobre todo, por no comprender España ni Cataluña y confundir ahora sus mensajes con los de Vox, la formación ultra. Para completar la jornada parlamentaria, Bolaños fue también el protagonista de una larga interpelación del PP sobre el mismo asunto y con la misma finalidad.