El 'modo electoral' de Podemos desconcierta al resto de los socios del Gobierno

La formación fundada entre otros por Pablo Iglesias, otrora pegamento de los partidos a la izquierda del PSOE, es ahora la nota discordante, el verso suelto. Fuera del Gobierno, en el Grupo Mixto desde que en los primeros compases de la legislatura se produjese el traumático divorcio con Sumar, los cuatro diputados de Podemos escalan a posiciones de máximos que dificultan, más si cabe, los planes del Ejecutivo. «Podemos se equivoca y se viene equivocando mucho tiempo», señalan fuentes parlamentarias.

En la Moncloa todavía recuerdan cómo en enero del año pasado, cuando todos los focos estaban puestos en Junts ante la convalidación de los tres primeros reales decretos leyes del curso, fue Podemos quien con su voto en contra provocó que decayese el de subsidios que había redactado la vicepresidenta Yolanda Díaz. Entonces, se interpretó como una suerte de 'vendetta' contra la dirigente de Sumar, pero el partido de Belarra no ha dejado de apretar. Casi tumba el paquete fiscal de María Jesús Montero por no incluir el gravamen a las empresas energéticas y este martes, si nada cambia, le dará un golpe sin paliativos al Gobierno.

Podemos rechazará la toma en consideración de la proposición de ley de PSOE y Junts para delegar competencias de inmigración a Cataluña y eso, unido a la segura oposición de PP, Vox y UPN, provocará que la norma, una de las tres grandes exigencias del prófugo Carles Puigdemont –junto a la amnistía y la oficialidad del catalán en la Unión Europea–, decaiga sin remedio. Fuentes del partido de Belarra, consultadas por ABC, confirman que no cambiarán de opinión. «No porque sea un traspaso de competencias, sino porque es un texto que vincula a las personas migrantes con amenazas a la seguridad, a la 'catalanidad' y hasta a los servicios públicos», explican desde la formación, y sentencian: «Es racista».

También en la izquierda

Si el debate sobre las energéticas voló los ya maltrechos puentes entre PNV y Podemos, el asunto competencial/migratorio amenaza con hacer lo propio con Junts. La portavoz de los neoconvergentes en Madrid, Míriam Nogueras, acusó a los de Belarra de situarse en «el bloque de PP y Vox» por negarle a «millones de catalanes» la gestión del «descontrol migratorio». Los roces con la derecha nacionalista pueden guardar cierta lógica, pero también hay resquemor en ERC. Más benévolo, pero igualmente cortante, fue Gabriel Rufián: «Es absurdo. Las competencias son para un país, no para un partido».

Esto se suma a las críticas de Podemos por el «genocidio» de Israel en la franja de Gaza. Los de Belarra acusan a Sánchez de «electoralismo» y de preparar un embargo de armas descafeinado. «Están pasados de rosca», apuntan fuentes del bloque de investidura. Al contrario que Irene Montero y los suyos, distintos aliados del Ejecutivo sí reconocen cierta «valentía» a Sánchez respecto a Oriente Próximo. Pese a todo, los presupuestos son el gran examen y, a pesar de las condiciones de Belarra –desde romper relaciones con Israel hasta prohibir la compra de vivienda no residencial–, la mayoría de socios cree que es Junts, y no Podemos, quien puede romper la baraja.