Josep Rull, el nuevo presidente del Parlament: defensor de la DUI, condenado por el 1-O y dirigente de confianza de Puigdemont
Josep Rull tuvo un papel activo en las horas anteriores y posteriores a la declaración unilateral de independencia de 2017: el entonces consejero de Territorio de la Generalitat presionó al propio Carles Puigdemont y le exigió que llegara hasta el final con el desafío cuando se planteó convocar elecciones en Cataluña. Un órdago que Rull escenificó el lunes 30 de octubre de 2017 al acudir a su despacho del Govern -fue el único que lo hizo junto a Oriol Junqueras-, fotografiarse y publicar la imagen en redes una vez aplicado el artículo 155 y con Puigdemont en plena fuga rumbo a Bélgica.
Ahora, siete años después y tras haber sido condenado por el 1-O, este veterano dirigente neoconvergente vuelve a la primera línea política, se convierte en nuevo presidente del Parlament con los votos de Junts, ERC y la CUP y se adueña de un aspecto clave en la política del procés: el tiempo. En su mano tendrá el control del calendario y la potestad de poder designar a Puigdemont como candidato a la presidencia de la Generalitat, un factor decisorio a la espera de cómo quede la aplicación de la Ley de Amnistía y después de la promesa del fugado de volver para exponer su plan de Gobierno desde el atril de la Cámara.
La vuelta de Rull significa también el retorno del primer condenado por el 1-O a un cargo institucional de alto rango como es la presidencia del Parlament, la plaza de poder que Junts logra retener pese a quedar por detrás del PSC en las urnas. Y lo hace de la mano de un dirigente que estuvo tres años y cuatro meses en la cárcel por haber ayudado a organizar el referéndum ilegal del 1-O. Juzgado en el Tribunal Supremo y con una pena de 10 años y medio de cárcel por sedición, fue indultado por el Gobierno de Pedro Sánchez en junio de 2021, cuando salió de prisión junto al resto de líderes independentistas. «Cuando se firmó la convocatoria del referéndum [por el 1-O] fue uno de los momentos más emotivos e importantes de mi vida política. Me sentí honrado», declaró en el juicio.
Un año y medio después del indulto, en febrero de 2023, se benefició de la reforma del Código Penal pactada entre el PSOE y ERC en el Congreso y quedó habilitado para desempeñar cualquier cargo público tras la revisión de las sentencias del procés por parte del juez ManuelMarchena. A su favor jugó que no fue condenado por malversación, por lo que se le aplicó el delito de desobediencia y su inhabilitación quedó extinguida.
Desde ese momento, su nombre sonó para liderar la candidatura de Junts a la presidencia de la Generalitat. Él mismo se postuló y su perfil era bien visto entre los principales cuadros del partido -entre ellos, Jordi Turull, con quien compartió celda en la cárcel y recondujo su relación política- hasta la incontestable irrupción de Puigdemont a raíz del pacto entre Junts y el PSOE y el posterior acuerdo para la Ley de Amnistía.Entonces, Rull aceptó concurrir al 12-M como número tres y participó en los debates televisivos convirtiéndose en el rostro visible del partido en Cataluña.
Con el regreso de Rull vuelve uno de los cerebros del 1-O, principal valedor de la DUI- «No nos puedes hacer esto», le dijo a Puigdemont para exigirle que no convocara elecciones en 2017, según relata el libro Los entresijos del procés- y uno de los políticos que mejor ejemplifica la radicalización del universo neoconvergente. Abogado de formación, ingresó en las juventudes de la extinta Convergència en 1986, cuando tenía 17 años. En 1999 empezó a militar en el partido y destacó como miembro del ala más soberanista. Ya en 2014, fue nombrado secretario general de Convergència cuando Oriol Pujol fue imputado. Bien conectado con el sector empresarial independentista, fue reclutado por Puigdemont y se convirtió en uno de sus hombres de confianza.
Este lunes, en sus primeras palabras como presidente del Parlament, ya pidió «reorientar»l a «anomalía» de que Puigdemont no ocupe su escaño en la Cámara.