

Ha dormido mal. Ha comido peor. Y ha tenido al país, al Gobierno y a su partido en vilo. Pedro Sánchez dio por concluido este lunes su periodo para "reflexionar", tras el que ha decidido continuar al frente de la Presidencia del Gobierno. Un ejercicio que el jefe el Ejecutivo quiere convertir en una causa de país, presentándose como el líder de una "regeneración democrática" que, dice, necesita el país para terminar con la "máquina del fango". Pero Sánchez no ofrece detalle ni concreta esa tarea de "regeneración democrática" en la quiere poner a toda la sociedad detrás de él. En esa exposición de reflexiones, sí deja una concreción: el Gobierno va a renovar el Poder Judicial con o sin acuerdo con el PP.
La renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) es un asunto que, como el Guadiana, entra y sale del tablero político después de que hayan pasado cinco años con sus vocales con el mandato caducado. Para cambiarlo, es necesaria una mayoría de tres quintos en el Congreso, es decir 210 votos. O lo que es lo mismo, es preciso un pacto entre PSOE y PP. En los últimos meses, ambos partidos, tras la exigencia de los populares, han negociado bajo la tutela de la Comisión Europea. Pero ni siquiera con esa figura del mediador internacional ha sido posible. Abril era el mes en el que vencía el plazo dado por Bruselas.
Ante un escenario en el que no parece posible un entendimiento entre los dos grandes partidos, el Ejecutivo ya maneja un plan B. Sánchez tiene decidido renovar el Poder Judicial, ahora que renueva su propósito de seguir en La Moncloa. Es el "punto y aparte" que dijo este lunes Sánchez en una declaración institucional sin preguntas y sin ni siquiera presencia de los medios. El presidente lanza un aviso a modo de ultimátum a Alberto Núñez Feijóo: ya está decidido a renovar con o sin el PP el poder Judicial. "Si el PP continúa en el secuestro del Poder Judicial, la democracia, el Parlamento necesitará articular mecanismos para sacar de esta situación tan lamentable al gobierno de los jueces", ha dicho Sánchez en la Ser.
El ultimátum es claro al PP: "La responsabilidad del Gobierno será renovar el Poder Judicial, y lo vamos a llevar a efecto. Ojalá cuente con una mayoría parlamentaria para sacarlo".
Toda vez que a día de hoy es preciso un acuerdo con el PP, sobre la mesa está la iniciativa que ya registraron PSOE y Unidas Podemos en el Congreso para rebajar esa mayoría de 210 votos y dejarla en una mayoría de 176, que el Ejecutivo podría alcanzar con sus socios nacionalistas. Sánchez no ha querido precisar si la vía es esa. Los recelos de Bruselas y las críticas que provenían del ámbito judicial hicieron que el Gobierno, hace justo tres años, renunciase a esa cambio de mayorías. Desde Bruselas lo que se expresó es que la reforma del Poder Judicial debía pactarse con la oposición.
El pasado miércoles 24 de abril, Sánchez decidió abrir un periodo de "reflexión" porque, esgrimió, necesitaba responder a la pregunta de si merecía la pena seguir como presidente del Gobierno. Pese a que en el partido y el Gobierno existía la convicción de que renunciaría, algo alentado por la bunkerización y el silencio por el que optó el jefe del Ejecutivo. Tras esos cinco días, Sánchez no sólo está convencido de su continuidad, sino que no se ahora, incluso, no se fija horizonte para dejar el cargo.
"Si los españoles y mi partido quieren que continúe, mientras tenga ganas, convicción e ideas transformadoras lo voy a hacer", ha sido su respuesta cuando se le ha planteado si estaría dispuesto a continuar o a presentarse como candidato en unas nuevas elecciones generales. Porque tras el impasse al que sometió al país, al Gobierno y a su partido, Sánchez retoma el discurso de que al Ejecutivo le quedan "tres años y medio" por delante.