El desplome del precio de la luz permite que la inflación se frene seis décimas en febrero, hasta el 2,8%
El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha confirmado este jueves el frenazo de la inflación en febrero. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) se moderó en seis décimas en el segundo mes del año, hasta situarse en el 2,8%. La subyacente, que excluye la energía y los alimentos frescos, también se ha relajado del 3,6% al 3,5%, alcanzado su nivel más bajo desde marzo de 2022, cuando empezó la guerra en Ucrania. El factor clave detrás de esta moderación es la electricidad, que ha evolucionado mucho mejor de lo que los analistas preveían. También los alimentos han contribuido positivamente en el indicador, pues si bien se mantienen altos —5,3% interanual—, están muy lejos de ese máximo histórico del 16,6% que alcanzaron en febrero del año pasado.
El mercado eléctrico en España vive un momento dorado. Los precios han mermado gracias al hundimiento en la cotización del gas natural y de los derechos de emisión de dióxido de carbono (CO₂), que presiona a la baja todo el mercado en las horas en las que ese combustible fósil marca el precio de la luz. A ello se suman las fuertes rachas de viento que han contribuido a generar más energía eólica de lo esperado; así como un buen desempeño de las centrales hidroeléctricas debido a las recientes lluvias y también de la fotovoltaica. Todo esto ha permitido que el precio mayorista de la electricidad cerrara en febrero en los 40 euros el megavatio hora (MWh). Hace un año, la tasa media en ese mes fue de 133 euros.
Para Raymod Torres, director de coyuntura de Funcas, el buen comportamiento de la electricidad es lo que está afianzando la desescalada de la inflación y espera que al menos en el próximo mes este grupo se modere aún más como consecuencia de la gran producción de energía renovable, que seguirá tirando a la baja los precios.
Las previsiones de CaixaBank Research apuntan, no obstante, a que este efecto favorable se verá contrarrestado por la vuelta al IVA del 21%, que estuvo reducido durante dos años y medio. Del lado positivo, esperan que el componente energético marque una importante corrección de precios en este año gracias a los carburantes. En concreto, vaticinan que el barril de Brent cueste de media 79 dólares en 2024 y el gas natural se sitúe alrededor de los 30 euros/MWh. Esto permitiría que el componente de los carburantes en el IPC se mantenga por segundo año en terreno negativo.
En lo que a alimentos respecta, los analistas prevén un notable descenso de las tasas de inflación como resultado, en gran parte, del efecto base ocasionado por los incrementos que sufrieron el año pasado. El último dato es muestra de ello: la tasa del 5,3% es la más baja desde enero de 2022 y supone dos puntos menos que en enero, cuando fue del 7,5%. Esta moderación se debe, principalmente, al descenso en los precios de las legumbres, hortalizas y carne, así como a una moderación en los costes de alimentos básicos como frutas, pan y cereales.
También juega a favor que los costes agrícolas llevan varios meses con una tasa de variación interanual en negativo, lo que debería aliviar las presiones sobre el coste de la cesta de la compra y situar la tasa media anual de este grupo por debajo del 4% en 2024 —el año pasado estuvo por encima del 11%—. A pesar de que se prevé un buen cierre de cara a diciembre, es previsible que la tasa varíe a lo largo de los meses. En junio, por ejemplo, se contempla un pico puntual de inflación como consecuencia de la subida del IVA a los alimentos básicos.
Desde Ministerio de Economía aseguran que esta relajación de la inflación “pone de manifiesto la capacidad de la economía española de hacer compatible el mayor crecimiento económico entre los principales países de la zona euro con una moderación de los precios y con el mantenimiento de las medidas del escudo social apoyando a los más vulnerables”. Además, precisan que la reducción sostenida de los precios está mejorando el poder adquisitivo de las familias y la competitividad de las empresas españolas.
Más allá de los factores que contribuyeron a la reducción del IPC, hubo cosas que sí se encarecieron. Una de ellas fue el transporte, que aumentó dos puntos y medio respecto al inicio de año hasta el 2,4%. Esta subida se debió, en su mayor parte, al repunte de los precios de los carburantes y lubricantes para vehículos personales. También influyó, aunque en menor medida, el aumento de los precios del transporte público, que hace un año era más barato.
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