Robert Prevost es León XIV, un Papa misionero comprometido con la paz

Javier Martínez-Brocal

Javier Martínez-Brocal

Corresponsal en el Vaticano

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Los cardenales no se lo han pensado demasiado y en sólo cuatro votaciones se han puesto de acuerdo con el nuevo Papa, León XIV. En sus primeras palabras ha pedido la paz en el mundo, ha invitado a construir puentes en la sociedad y ha recordado al Papa Francisco: «Recemos juntos en esta misión por la paz en el mundo», ha clamado.

A las 18:07, la fumata blanca ha anunciado al mundo que hay un nuevo sucesor de Pedro. En pocos minutos han comenzado a repicar las campanas de San Pedro, el «Campanone», el «Campanoncino», la «Rota», la «Prédica», el «Ave María» y la «Campanella».

La espera se rompió a las 19:13, cuando el cardenal Dominique Mamberti gritó desde el balcón central de la basílica un «¡Habemus Papam!» con acento francés: «Tenemos Papa». Eminentissimum hac reverendissimun dominum Robertus Franciscus cardinalem Prevost. Qui sibi nomem impusuit Leone XIV.

Mientras por la chimenea la «fumata bianca» acariciaba el cielo de la Ciudad Eterna, dentro, en la «sala de las lágrimas», el nuevo Papa se estaba preparando para presentarse al mundo.

Cuando los los tres «cardenales escrutadores» terminaron el recuento, los tres «cardenales revisores» contaron de nuevo una a una las papeletas y los votos para comprobar la legitimidad de la votación.

Luego, el cardenal George Koovakad, el último de los cardenales que nombró Francisco, abrió la puerta de la Capilla Sixtina y llamó al secretario del Colegio de Cardenales, el arzobispo brasileño Ilson Montanari; al Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, Diego Ravelli y a dos «ceremonieros».

Con ellos como testigos, un cardenal le ha hecho en nombre de todo el colegio de los electores la pregunta fundamental de este cónclave: «Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem?», «¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?». Desde el momento en que ha respondido que sí, si ya es obispo, se ha convertido automáticamente en Papa, «obispo de la Iglesia romana, verdadero Papa y Cabeza del Colegio Episcopal» y ha adquirido «de hecho la plena y suprema potestad sobre la Iglesia universal y puede ejercerla».

A continuación, el mismo cardenal le ha hecho una segunda pregunta muy importante: «Quo nomine vis vocari», «¿Cómo quieres ser llamado?».

Habitualmente los pontífices salen al balcón central de la basílica de San Pedro, con la sotana blanca, la muceta o esclavina (capa corta) de color rojo, una estola roja y el solideo blanco.

Antes de que el Papa saliera al balcón tuvo lugar una breve ceremonia, durante la que un paso del Evangelio con las palabras de Cristo sobre la misión del apóstol Pedro, de quien se acaba de convertir en sucesor. Luego, todos los cardenales rezaron juntos por él bajo los frescos de la Sixtina, y ya en fila le saludaron personalmente uno a uno.

Una vez terminado este saludo personal, el «cardenal protodiácono» Dominique Mamberti, el senior de la orden de los diáconos, ha salido al balcón central para pronunciar el tradicional «Habemus Papam!», «¡Ya tenemos un Papa!». Entre la fumata blanca y el «Habemus Papam!» transcurre algo menos de una hora. Una hora que pasa volando para el elegido, y que en San Pedro parece una eternidad.

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