La actriz Scarlett Johansson estudia demandar a OpenAI por usar una voz muy parecida a la suya en su última inteligencia artificial
Desde hace varios meses es posible hablar con ChatGPT, la inteligencia artificial conversacional de OpenAI, usando simplemente la voz. La aplicación que la compañía ha creado para teléfonos móviles no sólo entiende perfectamente lo que el usuario pregunta sino que también responde en voz alta. Permite elegir entre varias voces sintéticas que suenan extremadamente bien, sobre todo en inglés.
Pero una de estas voces, Sky, también suena muy familiar. Desde su lanzamiento muchos usuarios han señalado lo mucho que se parece a de la actriz Scarlett Johansson en el papel de Samantha, la inteligencia artificial de la película Her. En esta película, que llegó a las salas de cine en el año 2013, esta inteligencia artificial desarrolla una relación íntima con el protagonista, Theodore Twombly, interpretado por el actor Joaquin Phoenix.
La semana pasada OpenAI presentó una nueva versión del modelo de lenguaje que hace posible ChatGPT, GPT-4o, y nuevas funciones para la aplicación. Una de ellas permite alterar la inflexión de estas voces sintéticas para darles más emotividad. Si la voz de Sky ya se parecía a la de Johansson en la versión anterior, con estas nuevas opciones se vuelve casi idéntica. Muchos de los comentarios en redes sociales después del anuncio lo resaltaban.
En un comunicado hecho público ayer, Johansson asegura que Sam Altman, CEO de OpenAI, trató de convencerla para que pusiera la voz a ChatGPT el pasado mes de septiembre y volvió a intentarlo hace unas semanas, antes del lanzamiento del nuevo modelo de lenguaje. "Por razones personales, decidí declinar la oferta", afirma la actriz, que asegura haberse sorprendido al descubrir que la voz escogida para ChatGPT ha terminado siendo prácticamente idéntica a la suya a pesar de su negativa.
"En un momento en el que estamos lidiando con fenómenos como los deepfakes y necesitamos más protección que nunca de nuestro trabajo y nuestras propias identidades, creo que estas son cuestiones que merecen una claridad absoluta", explica Johansson, que ha contratado a varios abogados para pedir detalles sobre el origen de la voz y estudiar una demanda en caso de que se haya usado la suya para entrenar el sistema.
OpenAI, de momento, ha puesto en pausa la voz de Sky, aunque la compañía asegura que no se trata de la voz de Johansson. En un extensa publicación que explica el proceso de creación de las cinco voces que ofrece en inglés, la compañía asegura que partían de una colección de 400 muestras grabadas por diferentes actores de voz.
"Creemos que las voces de una IA no deben imitar deliberadamente la voz distintiva de una persona famosa: la voz de Sky no es una imitación de la de Scarlett Johansson, sino que pertenece a una actriz profesional que usa su propia voz natural. Para proteger su privacidad, no podemos compartir los nombres de nuestros actores de voz", explican en la publicación.
Horas antes de la presentación del nuevo modelo de lenguaje, sin embargo, el propio Sam Altman publicaba en X, la red social anteriormente conocida como Twitter, un escueto mensaje que decía tan solo "her".
En la diana
La acusación de Johansson no ha podido llegar en peor momento para OpenAI, que desde hace unos días se enfrenta a una crisis de imagen por la desbandada del equipo interno que hasta ahora se encargaba de vigilar que los avances de la empresa mantenían el espíritu ético con el que fue fundada.
OpenAI nació como una entidad sin ánimo de lucro para desarrollar lo que se conoce como una Inteligencia Artificial General (una inteligencia artificial capaz de razonar cómo un ser humano) pero sin estar atada a los intereses de una compañía privada y alineada con la idea de beneficiar a la humanidad.
Con el tiempo, y bajo el liderazgo de Sam Altman, OpenAI se ha transformado en una empresa más convencional, aunque mantiene un tope de beneficios para sus inversores. Esta transformación no ha sentado bien entre algunos de los miembros fundadores y fue uno de los motivos que llevaron al despido de Altman como CEO en noviembre del año pasado. Unos días después del despido, sin embargo, la junta directiva decidió dar marcha atrás.
A la marcha de algunas de las figuras claves de la empresa que pertenecían a este equipo interno, como el ingeniero Ilya Sutskever, se suma también la publicación de algunas de las condiciones que OpenAI impone a los trabajadores que deciden abandonar la empresa, incluyendo la necesidad de firmar un contrato que les impide hablar negativamente de OpenAI. Si lo hacen, pueden perder todas las participaciones adquiridas en la compañía durante su periodo de empleo.
La cláusula es tan punitiva que el propio Altman ha tenido que salir al paso para explicar que este tipo de medidas no van a ser aplicadas y que la compañía reescribirá los acuerdos que pide firmar a los trabajadores que deciden marcharse o son despedidos de OpenAI.