Ni EE.UU. ni la OPEP, China controla el precio del petróleo

Según las fuentes consultadas por ABC, el gigante asiático tiene la capacidad de impactar de manera directa en los precios del petróleo y el gas con sus políticas económicas, por lo que deja a EE.UU. y la OPEP en una posición de debilidad.

El investigador en el área de Energía y Clima del Real Instituto Elcano, Ignacio Urbasos, recuerda que «China es un actor muy importante porque es uno de los mayores exportadores de petróleo, y también uno de los principales consumidores de gas. Y ya solo por eso tiene un impacto enorme». Pero detrás hay mucho más, y no se trata de un simple efecto arrastre por su abultada demografía. Los chinos tienen planes comerciales coordinados y centralizados con sus tres grandes empresas petroleras, «y tiene montada una estrategia geopolítica detrás de esta situación», explica el experto a ABC.

Uno de los principales ejemplos de esta geoestrategia es la reducción en el consumo de petróleo. Y, lo más curioso, es que además han trasladado al resto del mundo un giro en sus políticas ambientales. China está achatarrando vehículos de gasolina y se ha lanzado de manera desaforada al uso de coches eléctricos. También ha apostado por el gas para el transporte pesado. Apuesta por un cambio de modelo.

Dejan de consumir petróleo y apuestan por la electrificación de la movilidad. El sueño de cualquier gobernante europeo. Pero hay trampa. Según explica el director de Estudios de Repsol, Pedro Antonio Merino, la apuesta de China por el coche eléctrico no tiene nada que ver con consideraciones medioambientales, sino por «un cuello de botella geoestratégico». Explica que «mientras que Arabia Saudí y EE.UU. tengan relación, el mayor importador que es China, tiene un problema».

Lo que han hecho los chinos es dejar atrás el petróleo, prescindir en la medida de lo posible del consumo de gasolina y usar carbón subvencionado para electrificar su economía. De esta forma, China ha dejado de necesitar tanto crudo.

Política energética y trucos

Según explica Urbasos, «China lleva durante la última década construyendo una gran capacidad de almacenamiento y procesamiento de refino y de gas. Eso le convierte en un actor que puede comprar mucho cuando hay precios bajos y almacenar, y pasar cuando hay altos costes».

Esta capacidad de condicionar el consumo mundial se ha demostrado durante los últimos años. «Gran parte de los metaneros que se han desviado desde 2022, son por efecto chino. Ellos siguen consumiendo carbón, cosa que no se hace desde Europa, y eso influye de manera directa», matiza el experto del Instituto Elcano.

Todo forma parte de una estrategia concertada por el gigante asiático. El director de Estudios de Repsol sostiene que «como China está teniendo problemas para elevar su PIB, porque disminuye la población, y por ejemplo la construcción no crece, ha decidido apostar por la energía». Pero no solo hay planes con respecto a las materias primas. Los chinos han entrado en un carrera contra reloj por la fabricación de componentes, paneles, aerogeneradores… y todo lo relacionado en materia renovable. Esto, de nuevo, provoca que si no puede generar consumo interno para sus propios intereses, termina exportando, y esto provoca caídas de precios y guerras comerciales en los países de destino.

EE.UU. y la OPEP, sin fuerza

«Lo que le ha pasado a la OPEP es que, mientras que la demanda seguía creciendo, podían intervenir el mercado, y mantenían cuota de mercado y precios; pero cuando la demanda ha empezado a caer ya es mucho más complicado controlar el mercado», sentencia Urbasos.

El hecho de que China haya electrificado de manera tan rápida es un problema para la OPEP, «y encima China está exportando tecnologías que permiten la electrificación, con lo que condiciona más el uso de petróleo» para otros países. Y, por si fuera poco, India no demanda tanto como se pensaba, es menos intensiva.

Por lo que respecta a EE.UU., «en el primer mandato de Trump hubo una especie de acuerdo con la compra de GNL, la energía fue un posible punto de entendimiento. Pero todo esto se vio frustrado por el covid, y luego ha derivado en una guerra comercial», señala Urbasos.

Con todos estos ingredientes, China tiene la intención de seguir condicionando el mercado. Por ejemplo, se han puesto como meta el 2030 para alcanzar el punto máximo de emisiones contaminantes. De hecho, los chinos siguen abriendo centrales alimentadas por carbón sin tener que dar explicaciones a nadie. Por eso, pueden permitirse retrasar a 2060 su punto neutro de emisiones. En paralelo son el país que más crece en implantación de tecnología renovable. Algo que la OPEP cada vez ve con más preocupación.