10 escotes que conmocionaron al mundo (no sólo a Mark Zuckerberg)
Si de tanto ver alfombras rojas nos sentimos tentadas de creer que no sólo lo hemos visto todo en materia de escotes sino que a nadie le puede asustar ya esta parte de la vestimenta femenina, cometeremos un gran error. No hace ni un año que la aerolínea Vueling fue multada con 28.000 euros por la Agencia Estatal de Seguridad Área (AESA) por negar el embarque a una mujer por su escote. Un poco más atrás, en 2022, el escote de la entonces portavoz del Gobierno catalán, Patrícia Plaja, fue objeto de polémica por la censura que supuestamente se le aplicó durante el transcurso del programa 'Els Matins' (lo cierto es que su más que evidente canalillo del inicio de la entrevista desapareció por completo tras 25 segundos de pausa publicitaria). Y en 2020, el museo de Orsay prohibió la entrada a una estudiante porque su escote en uve le parecía demasiado grande (los artículos 14 y 35 de su reglamento hacen referencia a la prohibición de acceder al museo "con un atuendo susceptible de alterar la tranquilidad pública", ¡vaya, cuánto poder para un simple escote!). Pero ninguno de los casos anteriores se ha hecho tan viral como la mirada que supuestamente lanzó el magnate tecnológico Mark Zuckerberg al escote de Lauren Sanchez, pareja del también multimillonario Jeff Bezos, durante la toma de posesión de Trump, que fue captado por las cámaras e inmortalizado por las redes sociales, incluidas las suyas, claro.
Pero ninguno de los casos anteriores se ha hecho tan viral como la mirada que supuestamente lanzó el magnate tecnológico Mark Zuckerberg al escote de Lauren Sanchez, pareja del también multimillonario Jeff Bezos, durante la toma de posesión de Trump, que fue captado por las cámaras e inmortalizado en redes sociales, incluidas las suyas, claro.
Todo lo anterior no hace sino confirmar lo que ya sabíamos. Que el escote todavía inquieta. Por decirlo de otra forma: que no se percibe como inofensivo. Que en Occidente, donde más aceptado está -porque de los países musulmanes y de China, donde también es objeto de censura política, ya ni hablamos-, todavía, en determinadas fórmulas, se percibe como agresivo, provocador, intolerable o inadecuado.
La historia viene de antiguo, tanto, que podríamos escribir una historia del mundo a partir del escote que las mujeres han defendido en cada época (según la ley de las zonas erógenas emergentes, cuando la moral ha tapado una parte del cuerpo, la voluntad femenina se las ha arreglado para destapar o subrayar otras, y el escote es una de sus favoritas). Muchos de ellos han desatado pequeñas -o no tanto- revoluciones, asociados o no a otros aspectos del estar/vestir. Como el que recortaba el vestido de María Antonieta en su famoso retrato con look bucólico, que tuvo un poderoso impacto en la economía americana, al desatar la pasión por el algodón, que hubo que importar a toneladas para satisfacer la demanda francesa. O el de Eva Sannum en la boda del heredero noruego, Haakon, con Mette-Marit Tjessem en 2001, que hizo correr ríos de tinta y que, de alguna manera, reconfiguró las reglas del protocolo. Y ello sin olvidar el de Rocío Jurado en un programa de Televisión Española que provocó el cese de Pío Cabanillas, en aquel 1974 ministro de Información y Turismo. Y es que el escote es mucho más político de lo que pensamos. Los diez que siguen hablan por sí mismos, aunque hemos preferido contar también su historia con palabras.
1. Lauren Sanchez, el escote de la toma de posesión de Trump
La pareja de Jeff Bezos, el multimillonario propietario de Amazon, acudió al evento más importante del año vestida completamente de blanco, con un traje de chaqueta bajo cuya blazer se veía... ¿un top lencero? Más bien un sujetador tipo balconet de encaje blanco. Las reacciones a su atuendo no se hicieron esperar. Megyn Kelly, periodista de la cadena Fox, afín a Donald Trump, dijo de Lauren que vestía como una prostituta. "Ten un poco de dignidad y respeto por tu entorno... Nadie debería estar hablando de tus tetas. Lo siento. Deberían estar hablando de la investidura", dijo en riguroso directo. Pero lo que ha hecho que su escote pase a la historia no ha sido eso, sino la mirada, captada por las cámaras, que le echó a su escote Mark Zuckerberg, dueño de Meta (Facebook, Instagram..., que por cierto censuran los pezones), que estaba sentado a su derecha. En cuestión de segundos la imagen, captada en vídeo, dio la vuelta al mundo, se convirtió en carne de memes y, desde luego, quedó fijada para siempre, irremediablemente, como uno de los momentos de la investidura de Trump.
2. El escote de espalda de la Reina Letizia que conmocionó al Teatro Real
En octubre de 2022, los Reyes acudieron el Teatro Real de Madrid para presidir su inauguración de la temporada 2022/2023, que se iniciaba con la reposición de la ópera 'Aída', de Giuseppe Verdi. La reina eligió para la ocasión un vestido azul de la marca española Miphai, especializada en looks de fiesta e invitada. Se trataba a primera vista de un vestido muy sobrio, con escote barco, manga recta tres cuartos y cuerpo ceñido. La falda, midi de largo asimétrico, estaba rematada por un gran volante. La sorpresa vino cuando, al darse la vuelta, se descubría un escote que dejaba a la vista la práctica totalidad de suespalda. Volvió a lucir el mismo vestido durante un viaje oficial a Alemania. El impacto fue tal que la prensa internacional también se hizo eco del acontecimiento. Tatler titulaba: 'La reina Letizia de España luce glamurosa con un vestido azul marino sin espalda'. Y la articulista subtitulaba: "La reina española ha sido el epítome del chic royal en los últimos tiempos". El único que decidió ver el vaso medio vacío fue el periodista de elsalvador.com, que tituló su información: 'Doña Letizia escandaliza por usar un vestido "demasiado revelador" para una reina'. Se hacía eco de los comentarios de los haters que censuraban el look, la espalda, sus huesos, etc. El vestido se agotó en un dos tres, por supuesto.
3. Eva Sannum, sin reinado por un escote
El impacto que causó este escote lo atestiguan los ríos de tinta que hizo correr en 2001. El 25 de agosto las familias reales se habían reunido en Oslo para asistir a la boda del heredero noruego, Haakon, con Mette-Marit Tjessem. La Reina Sofía y su hijo, el entonces príncipe Felipe, fueron los encargados de representar a la Casa Real española en el enlace. Por supuesto, como siempre, los fotógrafos tomaron cientos de fotos de los eventos y los invitados. Y una de ellas desencadenó la tormenta. Se veía al Príncipe Felipe sentado junto a una joven rubia que resultó llamarse Eva Sannum y que sostenía una copa de coñac entre las manos. Aunque no fue esto lo que llamó la atención de la prensa, sino el escotazo que lucía. Hoy podemos considerar que es un escote bastante convencional para un vestido de noche, pero en aquel momento, ¡hace sólo algo más de 20 años!, causó indignación. No exactamente el look, sino que el heredero al trono español estuviera saliendo con una mujer tan atrevida como para vestir así. En declaraciones a los medios en 2004, la exmodelo decía: "Me sentí maltratada", refiriéndose a los medios españoles. También dijo que "me perseguían como a un animal exótico en la sabana. Los periódicos españoles siempre encontraban algo sobre lo que escribir. Podía ser acerca de cómo era mi esmalte de uñas. O de que estaba recién duchada con el pelo mojado". Aquella sobreexposición, unida a una campaña de descrédito que se habría orquestado desde la mismísima Zarzuela (según José Antonio Zarzalejos en su libro sobre Felipe VI, don Juan Carlos maquinó en contra del noviazgo y usó a periodistas y personalidades para fomentar una opinión pública contraria a Sannum) precipitó el final de la relación con el Príncipe Felipe, y dejó claro hasta qué punto un escote (llámese así o llámese prenda de ropa o forma de vestir o qué transmite una forma de vestir) podía cambiar el rumbo de la historia.
4. Rocío Jurado y el escote que acabó con un ministro
En los años 70, cualquier aparición de Rocío Jurado en Televisión Española (la única por aquel tiempo), y no eran pocas, era seguida por todo el país con doble asombro pese al blanco y negro: por la música y por su escote. El prominente busto de la cantante, que ella siempre destacó muy orgullosamente, era motivo de sincera admiración por hombres y mujeres de todas las edades. Pero lo que ocurrió en abril de 1974 traspasó la frontera de la admiración cotidiana, alcanzó el despacho de Franco y acabó con Pío Cabanillas, ministro de Información y Turismo, de quien dependía el ente TVE, en la calle. ¿Qué llevaba exactamente la Jurado para provocar tal terremoto tras su aparición en el programa 'Cambie su suerte'? A primera vista podía parecer un vestido muy recatado, largo con caída túnica, cuello caja, mangas largas farol con anchos puños y detalles en pedrería y flecos... Pero tenía un escote en uve que se abría desde mitad de los hombros y llegaba más abajo del ombligo, eso sí, cubierto con una gasa elástica... prácticamente transparente. Mientras entonaba 'Soy de España', esa misma España alucinaba tanto al verla como con el anuncio de Fa de los limones del Caribe donde se mediopercibían los pezones de las actrices bajo el bikini blanco, allá a lo lejos, bajo la cascada (la gran fantasía erótica de la época más reprimida de la historia en nuestro país). Por supuesto, la prensa habló largo y tendido sobre el tema, que acabó convertido en asunto de Estado. Tanto como para que Franco destituyera a Cabanillas. Rocío por su parte nunca llegó a entender del todo tanto revuelo, que a ella no la perjudicó en absoluto. En todo caso, aumentó su fama y alimentó su mito. Lo que dejaba muy claro y subrayado era que algo estaba cambiando en España y que la apertura podía muy bien empezar por un escote.
5. El de la venganza de Lady Di
Corría 1994 y Carlos y Diana hacían dos años de separados, que no de divorciados. Pues bien, la misma noche en que la televisión emitía el documental donde el príncipe Carlos hablaba de su romance con Camilla Parker Bowles, el 29 de junio, lady Di asistía a la gala de la Serpentine Gallery, en Londres. Y apareció sonriente y con un aspecto magnífico, vestida con un little black dress más little que nunca firmado por Christina Stambolian y medias negras, taconazo y gargantilla de cuatro tiras de perlas. El profundo escote del vestido, un bardot culminado en corazón, era impresionante. Desde 2013 se conoce a la prenda como el vestido de la venganza. El caso es que el vestido llevaba tres años en su ropero, pero Diana nunca se había atrevido a usarlo, por considerarlo demasiado atrevido. Esa noche, según contaron posteriormente personas cercanas a ella, decidió dar el golpe. Acaparó tantos titulares como los de la confesión de Carlos y reconfiguró por completo, y para bien, la imagen de la que durante años había sido la princesa triste. El vestido tuvo detractores por saltarse a la torera el protocolo (recordemos que ella todavía era princesa), pero el desafío que suponía a las reglas del vestir de la corte británica (y por extensión a todo lo relacionado con la corte británica y cómo la había tratado) puso de su parte a la opinión pública. El Telegraph llegó a describirlo como "posiblemente el vestido más estratégico jamás usado por una mujer en los tiempos modernos".
6. El de Anita Ekberg, que convirtió una película (y una fuente) en un mito
El bañito nocturno que la sueca Anita Ekberg improvisa en la Fontana de Trevi romana mientras grita aquello de '¡Marcello, come here!', dura sólo tres minutos, pero habita la eternidad. De la historia del cine, pero también del imaginario erótico colectivo. También la fuente donde tiene lugar le debe (o le reprocha, que también es posible) su fama mundial, esa que le vale decenas de millones de visitantes al año, un hecho al que el ayuntamiento romano ha decidido poner punto final. Ya se ha implantado un aforo de 400 visitantes al día para el monumento. Adiós a las masas. Volviendo a Anita Ekberg y La dolce vita, en pleno franquismo la censura prohibió la película que no se pudo ver aquí hasta 1980. Tal vez, comentaba Carmen Machado en un artículo para El Mundo, influida por el hecho de que "LOsservatore Romano, el diario oficial de El Vaticano, la calificara de 'desagradable, obscena, indecente y sacrílega', pese a que nunca se ve el acto sexual en la pantalla" y a que la escena de la Fontana, lo más cercano al sexo (sin que lo haya) del filme, dure menos de tres minutos. Martin Scorsese, en su documental Viaje a Italia, explica que, en realidad, el peligro que la parte más conservadora de la sociedad pudo ver en La dolce vita era un atisbo de una nueva moral donde la libertad carecía de límites y el pecado había salido de plano. El escote de Anita Ekberg era, en cierta manera, un balcón donde asomarse a un futuro esperanzador.
7. El de Jayne Mansfield contra Sofía Loren, o cómo llevarse toda la atención en la fiesta de otra y pasar a la historia
Pocas veces una foto ha dado tanto que hablar. La protagonista, la actriz estadounidense Jayne Mansfield. Su vestido de raso claro lucía un escote tan grande que uno de los pezones, el del pecho derecho, ya empezaba a atisbarse. En segundo plano, Sofía Loren, que en la misma mesa, miraba de reojo el pecho de la actriz rubia. Lo curioso del caso es que la cena que refleja la foto, que se celebraba en abril de 1957 en el restaurante Romanoff de Beverly Hills, tenía por protagonista a la actriz italiana, a quien la Paramount homenajeaba, no a Mansfield. Pero la rubia supo cómo atraer la atención sobre ella, la del fotógrafo, pero también la de Sofía Loren (en lo que podría calificarse un auténtico desafío pectoral). La italiana sólo ha hablado de esta foto, considerada una de las imágenes más icónicas de Hollywood de todos los tiempos, en 2014, para Entertainment Weekly: "Vino directa a mi mesa. Sabía que todos la estaban mirando. Se sentó. Ahí vi que estaba prácticamente... Mira, fíjate en la foto. ¿Dónde tengo puestos los ojos? Le estoy mirando los pezones porque temía que acabaran en mi plato. En mi rostro se puede ver el miedo. Estaba asustada ante la idea de que todo lo que había dentro de ese vestido estallase y se desparramara por encima de la mesa".
8. El de Eva Herzigova en el anuncio del Wonderbra
En 1994 se lanzó un nuevo tipo de sujetador que lejos de disimular el pecho aplastándolo proponía a las mujeres levantarlo y proyectarlo hacia delante sin necesidad de usar un relleno excesivo. Para promocionarlo se utilizó una sesión fotográfica cuya protagonista era la modelo checa Eva Herzigova, que entonces tenía 21 años, y un eslogan muy sucinto pero de profundo significado: 'Hello, boys'. Al margen de la polémica moralista que suscitó la campaña, y de las discusiones sobre si era feminista (Herzigova se declaró tal en el transcurso de la campaña, e incluso podríamos defender que en realidad fue la precursora de lo que después se llamaría 'feminismo Beyoncé') o terriblemente sexista por la cosificación de la mujer que representaba, lo cierto es que el producto en sí tuvo tanto éxito que estuvo a punto de morir víctima de sí mismo. Hoy en día ese lanzamiento forma parte del álbum de errores más singulares del márketing de todos los tiempos, porque la demanda fue tan enorme que la empresa, que no lo había previsto, no pudo responder a ella durante un periodo de tiempo crítico. En cualquier caso, el escote de Herzigova no sólo provocó accidentes de tráfico (o eso dicen), sino que contribuyó en gran modo a cambiar los parámetros del físico de moda. Aunque proponía a las mujeres con poco pecho aparentar más, lo cierto es que influyó en configurar el nuevo cuerpo femenino en tendencia, con un pecho mucho más abultado que el de décadas anteriores, heredero aún del mandato de los años 70.
9. El escote más turbador de la historia, por Mireille Darc en 1972
Aunque el escote profundo de espalda se inventó en los años 20 y tuvo su máxima expresión en los 30 (igual que el escote Bardot no lo inventó la susodicha, sino que nació a principios del siglo XVIII, bajo el ala del estilo imperio), en 1972 la actriz Mireille Darc utilizó uno en la película francesa El gran rubio con un zapato negro que haría historia porque nunca nadie lo había llevado tan lejos hasta la fecha. A su muerte, en 2017, la revista Vanity Fair se referiría a ese escote como "el más turbador de la historia". Se trataba de un vestido de Guy Laroche diseñado para la ocasión a petición de la propia actriz, que quería que su paso por la película fuese recordado durante mucho tiempo. Por delante, era un hábito de terciopelo negro, totalmente cubierto, cuello, brazos, hasta los pies. Pero al girarse durante la escena, se veía su parte trasera, cuyo escote era tan profundo que dejaba a la vista parte de la nalga. Una cadenita dorada que cruzaba la espalda a la altura de la cintura, aportaba la gota que colmaba el vaso de la sensualidad del look y lo hacía terriblemente morboso. Su impacto entre los franceses fue tan brutal que convirtió la película en un éxito con secuela (donde la actriz volvió a usar un modelo similar, pero en blanco).
10. El escote Bardot, un mito con salud de hierro
Aunque el escote Bardot nació a principios del siglo XIX, en pleno auge del estilo imperio, el uso intensivo que del mismo hizo la actriz francesa y sex symbol de los 50 y 60 vincularon para siempre su nombre a él. Su aire, entre sexy e inocente (que encajaba muy bien con los rasgos de Bardot), hablaba de una nueva forma de la feminidad, más libre y fresca. Su influencia en la moda fue enorme, y se ha demostrado incombustible a lo largo de las décadas, cierto es que con los arriba y abajo que impone el transcurrir de la moda. Incluso la Reina Letizia lo ha usado en ocasiones.