Padre Ángel: «Luis de la Fuente debería ser cura; y acabaría de obispo»

—¡Empezamos fuerte, Padre! Verá cuando lo lea Jesús.

—Jesús de Nazaret hizo mucho deporte. Muchos kilómetros. Y porque no había fútbol... De haberlo habido, habría metido muchos goles. O los habría parado.

—¿Qué futbolista sería?

—Jesús hubiera sido Mbappé. Al ser palestino, era moreno y muy listo. Sí, metería muchos goles, sin duda ninguna.

—¿Qué momento de su vida, relacionado con el fútbol, le hace feliz al recordarlo?

—De niño, jugar con pelotas hechas con las medias de mi madre y trapos dentro.

—Ver a su Oviedo en Primera... ¿se puede explicar desde la razón?

—El año anterior, el Oviedo también promocionó y me fui allí. Aquella noche me puse enfermo y acabé en el hospital. No pude verlo, al final y no lo logramos. Así que este año también volví. Pero antes, me fui a la Santina de Covadonga a pedir que ganase. Tengo la entrada enmarcada, junto a la foto del Papa Francisco, los presidentes de gobierno y demás. El deporte tiene algo precioso: une a la gente.

—Entre lo que le pide usted y lo que le pide Florentino que le pida, la Virgen debe temblar cuando le ve.

—En la Iglesia de San Antón, cuando hay partidos interesantes, en lugar de la misa pongo el fútbol. Entre los sintecho hay de todos los equipos. Florentino fue alumno de San Antón y a menudo nos llamamos y me dice «reza por mí, para que ganemos».

—¿Así, sin más? Tendrá algún detalle con el mensajero.

—Pues la Champions de Vicente del Bosque, le pedí que nos la trajera a San Antón y nos dejó la réplica. Allí la tenemos, entre los santos. Cuando van niños a hacer la primera comunión y son del Madrid, se hacen fotos.

—Además de Florentino ¿alguna petición de plegaria confesable más?

—Los jugadores, sí. Más que los de ahora, los de la Quinta del Buitre. Esos sí que pedían. Me los llevaba a residencias y, a cambio, me pedían que rezara para que ganaran la liga. Pero no sólo para eso: para que se cure mi madre, para que apruebe mi hijo, para que la novia que tengo no me deje o para encontrar novia.

—Y si viene Simeone pidiéndole intercesión divina ¿le atiende?

—Sí, claro, a ojos cerrados. El Atleti es un equipo muy tierno. Almeida decía el otro día que ser colchonero te da fuerza para ser buen padre. Y buena persona.

—¿Qué le parece que el seleccionador nacional de fútbol sea un ferviente religioso?

—He tenido el privilegio de compartir con él tres días en Mallorca y hemos hablado mucho. Es un hombre muy espiritual. Uno de sus amigos es Borja Sémper, al que le han diagnosticado un cáncer y le llamamos juntos para animarle. Luis es un encanto. ¡Debería ser cura! ¡Es tan bueno que acabaría siendo obispo!. Nunca pierde la sonrisa, ni aún cuando pierde.

—¿Cuál es su sueño para el deporte español?

—Que contagie a la política. En el fútbol, los jugadores son capaces de estar hoy en el Madrid y mañana en el Barça. Y no pasa nada. Aman el deporte. En política…

—Y luego están los que, en el nombre del fútbol, delinquen e insultan.

—No estoy de acuerdo. Si escarbas, es normal que la gente quiera a los suyos. Lo que no es normal es que odie a los que no son suyos. Pero esos no son malas personas. Son enfermos. Alguien que va a un campo a insultar, no está bien. Lo que hay que hacer es no dejarle entrar en el fútbol.

—¿Quién le gustaría que ganara la liga?

—El Oviedo, por supuesto.

—Vale, ahora en serio.

—He sido más del Real Madrid. Siempre ha estado muy unido al Oviedo. Quería haber ido a ver el partido de liga pero estaba de viaje y no pude. Lo escuché por la radio. Y de tener a Florentino a un lado y al presidente del Oviedo en el otro, hubieran sabido de qué equipo soy, realmente.

—¿Le invitan a menudo al palco?

—He ido alguna vez. Y a los vestuarios, con los niños, que se han hecho fotos con los jugadores. Pero también he ido al Atleti, no creas. Al Calderón y al Metropolitano. Yo disfruto más de los amigos que de la experiencia del fútbol. Ahora son unos tristes. Antes se fumaban aquellos puros, que daba una alegría verles fumárselo…

—¡Padre, por dios, que nos van a llamar a capítulo!

—Que son tristes: ni una copa de alegría se toman. Mira, hace años fui a ver a Bernabéu a Santa Pola para que me ayudara con Mensajeros de la Paz. Ver a un hombre mayor, al patriarca , fumando… Yo era casi un niño, con 25 años, y se me quedó grabado. Al fútbol le debemos mucho. Es una escuela.

—¿Su jugador favorito?

—El que dice mi crío, Mbappé. Pero tuve a Cruyff, a Quini, a Gento, que estuvo aquí y le di la paloma de la paz. Tengo muchos favoritos.

—Acostumbrado a rodearse de niños, siempre, ¿qué le sugiere la generación Lamine?

—Eso de ver a un chaval de 18 años en primera división y ser de los buenos, es excelente. Antes había alguno que estaba hasta los 40 jugando. Ahora llega la renovación. Vivimos en el siglo XXI. Si te digo la verdad, yo disfruto mucho en los partidos infantiles.

—Parar la Vuelta Ciclista para protestar contra Israel, ¿se justifica?

—Por una parte, estaba la buena intención de exigir que se acabara con una matanza y, por otra, lo bonito que tiene el deporte. Y es muy difícil conjugar ambas cosas. Había que haber hecho la Vuelta Ciclista como Dios manda y una gran manifestación como Dios manda. Nos hemos manifestado por todo y no lo hemos hecho para pedir el fin de esa matanza.