¿Puede un superhéroe, o una superpotencia, optar por no hacer nada?
Veinte siglos después, con un sustancial éxito de taquilla, se acaba de estrenar por todo el mundo la película 'Superman' de Warner Bros y DC Studios. Y entre disquisiciones sobre el encaje de americano del planeta Krypton en tiempos de extremo sectarismo y populismo rampante, llama la atención todo su trasfondo geopolítico. Ya que esta vez, el superhéroe utiliza sus superpoderes para actuar como policía del mundo e impedir que un país muy putinesco invada a otro.
El personaje icónico de lo que fue Estados Unidos (idealismo liberal) piensa que ha hecho algo bueno. Pero su novia Lois Lane, más de 'realpolitik', se muestra escéptica ante la acción unilateral de alguien cuya ropa de trabajo consiste en mallas azules, calzoncillos rojos y capa. Hasta el punto de plantear algo muy en sintonía con la América de Trump: ¿Te has parado a pensar en las consecuencias de involucrarte en los conflictos de otros países?
Esta saga ha triunfado durante noventa años entre otras cuestiones porque ha sabido adaptar a cada momento y coyuntura su defensa de algo cada vez más cuestionado como «la verdad, la justicia y el estilo de vida americano». Sin ánimo de spoiler, en esta ocasión Superman descubre que el conflicto en el que se ha implicado es una trampa. Exactamente lo mismo que piensa Trump de casi todas las guerras en el mundo. De ahí el gran dilema de este peliculón de verano: ¿Puede un superhéroe, o una superpotencia, optar por no hacer nada?