La barrendera que dormía supuestamente en su coche durante la jornada laboral no debió ser despedida

Mayte Amorós

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Un juzgado de Palma ha declarado improcedente el despido disciplinario de una barrendera de la empresa municipal Emaya del Ayuntamiento de Palma. La trabajadora fue despedida en mayo de 2022 tras ser acusada de abandonar su trabajo y permanecer durante horas dentro de su vehículo particular.

La sentencia -que no es firme-, adelantada por Diario de Mallorca, considera que la medida adoptada por la empresa fue desproporcionada y obliga a Emaya a readmitir a la empleada con las mismas condiciones o, en su defecto, a indemnizarla con más de 21.100 euros.

Según la empresa, la trabajadora dejaba su carro de limpieza en la calle a primera hora de la mañana y se retiraba al coche durante horas. La empresa contrató a un detective privado, que la siguió durante tres días y constató que la empleada permanecía en el interior de su vehículo prácticamente un 60% de la jornada laboral.

Sin embargo, el juez no considera acreditadas la gravedad ni la intencionalidad de los hechos como para justificar un despido disciplinario. Tampoco cree que hubiera continuidad al sólo acreditarse estas tres jornadas de trabajo.

La propia trabajadora ha defendido públicamente su actuación y ha negado que se ausentara para dormir. «No me iba al coche a dormir, iba a tomarme la medicación», ha aclarado en declaraciones a 'Diario de Mallorca'.

La mujer ha explicado que en esa época se encontraba muy mal y «casi no se tenía en pie, ni se podía mover» porque tomaba hasta trece medicamentos prescritos por problemas de salud, entre ellos asma, migrañas, alergias, anemia, lumbalgia y una hernia discal. Varios de esos fármacos podían provocarle somnolencia diurna. De hecho, según recoge la sentencia, su médico le suspendió el uso nocturno de Diazepam en abril de 2022 por interferir en su rendimiento laboral.

«No me encontraba bien»

 «Me iba a mi coche porque no me encontraba bien. Me tomaba la medicación allí, y cuando me empezaba a hacer efecto, salía y seguía con mi trabajo. No me escondía ni me dormía, simplemente necesitaba estabilizarme«, ha justificado la empleada en declaraciones al citado medio local. La barrendera reconoce que perder su trabajo le causó una gran depresión.

El juez ha tenido en cuenta el estado de salud de la mujer y la documentación médica presentada, que acredita que su voluntad estaba afectada por el tratamiento. También ha valorado la ausencia de antecedentes disciplinarios, su antigüedad en la empresa desde 2015 y su actitud colaboradora durante el proceso.

La sentencia destaca que no se probó que la trabajadora incurriera en un abandono grave de funciones, ni que existiera fraude o perjuicio al servicio público.

La resolución puede ser recurrida por Emaya ante la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Baleares (TSJB). El Ayuntamiento de Palma no ha concretado si recurrirá la sentencia o si procederá a indemnizar o readmitir a la trabajadora.

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