

A la espera de recibir este miércoles una notificación formal de la Unión Europea sobre la intención de imponer aranceles de hasta el 25% a las importaciones de vehículos eléctricos chinos, desde Pekín han advertido que tomarán represalias en lo que parece una nueva guerra comercial que se abre entre la UE y el gigante asiático.
Después de que Financial Times adelantara la noticia sobre las intenciones de Bruselas, Lin Jian, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, aseguró en rueda de prensa que su Gobierno tomaría "todas las medidas para defender firmemente sus derechos e intereses legítimos".
Lin, como ya reiteró en anteriores comparecencias, señaló que estos aranceles adicionales de la UE "violan los principios de la economía de mercado y eventualmente socavarán los propios intereses de Europa". En conversaciones con este periódico, funcionarios de Pekín aseguran que habrá una respuesta "severa" si la UE decide "seguir a Estados Unidos en el bloqueo de los coches eléctricos chinos".
Países europeos como Alemania o Suecia se han opuesto al plan de Bruselas por temor a que estos aranceles desaten una gran disputa comercial en la que todos salgan perdiendo. También lo rechazan muchos fabricantes de automóviles europeos, convencidos de que una cabreada China responderá recíprocamente, o incluso de manera más radical, bloqueando directamente la entrada de los vehículos europeos a su mercado.
La UE cobra actualmente a los fabricantes de automóviles que no pertenecen al bloque un impuesto del 10% sobre las importaciones. A partir de julio, se espera que los aranceles aumenten hasta un 25% sobre los cuatro mayores fabricantes chinos, cuyas ventas se han disparado en Europa. Esto generará más de 2.000 millones de euros al año.
El informe adelantado sobre los aranceles adicionales señala que afectará sobre todo a los dos principales fabricantes chinos, BYD y SAIC, así como a empresas como Tesla, que tiene fábricas en China.
Fue el año pasado cuando Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, comenzó a apretar los tornillos a los coches eléctricos chinos, acusando a los fabricantes de "competencia desleal" y anunciando la apertura de una investigación por los desproporcionados subsidios a sus vehículos.
Una medida "proteccionista" que enfureció a Pekín, al igual que las nuevas investigaciones iniciadas por la UE sobre la adquisición pública de dispositivos médicos, paneles solares y turbinas eólicas fabricadas en China. "Nos gusta la competencia leal. Lo que no nos gusta es que China inunde el mercado con coches eléctricos masivamente subsidiados", dijo en abril Von der Leyen.
La revista especializada MIT Technology Review señala en un artículo que, de 2009 a 2022, el Gobierno chino inyectó en sus fabricantes más de 200 mil millones de yuanes (27.000 millones de euros) en subsidios y exenciones fiscales, así como la entrega de contratos de adquisición para que las nuevas empresas se mantuvieran a flote los primeros años.
En solo dos años, la superpotencia asiática pasó de vender 1,3 millones de coches eléctricos, a rozar los siete millones. Además, Pekín, con mucha diferencia, es el principal productor de baterías de litio (por encima del 65%), el componente principal de estos vehículos. China, el mayor socio comercial del bloque, exportó 10.000 millones de euros en coches eléctricos a la UE en 2023, duplicando su cuota de mercado el año pasado hasta el 8%.