La Guardia Revolucionaria Islámica, el escudo ideológico del régimen iraní

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El ataque israelí, además de asestar un duro golpe a la capacidad nuclear de Irán, también sacudió su compleja estructura de poder. El jefe de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (GRI), Hossein Salami, fue neutralizado junto a otros dirigentes. Y el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, no ha perdido tiempo en nombrar nuevos jefes para reemplazar a los muertos en los ataques de este viernes, pues el cuerpo armado resulta una figura vital para la supervivencia del régimen iraní.

La función de la Guardia Revolucionaria trasciende las funciones militares tradicionales. Es en realidad un conglomerado sociopolítico y económico de influencia inmensa. No es simplemente un Ejército, sino el guardián ideológico de la Revolución Islámica, con tentáculos que alcanzan casi todos los aspectos de la vida iraní. Un cuerpo que ha sido descrito como una mezcla entre el Partido Comunista, la KGB, un complejo empresarial y la mafia.

La creación de la Guardia se remonta a la desconfianza tras el triunfo de la Revolución Islámica en 1979. El Ayatolá Jomeini ordenó su creación el 5 de mayo de 1979 para consolidar varias fuerzas paramilitares en una única fuerza leal al nuevo Gobierno y contrarrestar la influencia y el poder del Ejército regular, inicialmente percibido como una posible fuente de oposición debido a su lealtad al Sha. La Constitución de 1979 ratificó esta misión, definiendo al GRI como el «guardián de la Revolución y de sus logros». Su misión original abarcaba la lucha contra elementos contrarrevolucionarios, la defensa frente a ataques extranjeros, el impulso a la revolución en Irán y en el exterior, la contribución en caso de calamidades y desastres, y el apoyo a los planes de desarrollo de la República Islámica.

Durante la guerra Irán-Irak (1980-1988), la Guardia Revolucionaria jugó un papel fundamental, consolidándose como una fuerza militar paralela al Artesh. Este periodo evidenció sus particularidades, como la competencia con otras instituciones de seguridad y la tensión entre intereses ideológicos y estratégicos. Para 1985, la Guardia se había dividido en sus propias ramas de tierra, mar y aire, pese a la consternación del Ejército regular. En 1990, añadió la Fuerza Quds, su brazo de élite para implementar políticas internacionales, exportar la revolución y defender sus intereses regionales. Con el tiempo, ha ido ganando cada vez más peso y poder en detrimento del ejército convencional.

Una reforma clave se produjo en 2007, cuando el entonces comandante Mohammad Ali Jafari confirmó la fusión formal de la Guardia Revolucionaria con la milicia Basij, reorientando su misión principal hacia las amenazas internas. La «defensa cultural» ha pasado a ser una prioridad primordial de la Guardia.

Un actor multifacético

La Guardia Revolucionaria está jerárquicamente bajo las órdenes directas del Líder Supremo de Irán. No comparten personal ni equipamiento con el Ejército regular, lo que a menudo genera roces entre ambas entidades.

Cuenta con aproximadamente 125.000 efectivos militares y controla la milicia paramilitar Basij, que tiene unos 90.000 efectivos regulares y 300.000 reservistas. El Basij es utilizado para la seguridad interna, servicios sociales y como policía moral, así como para la represión de protestas. Su brazo mediático es Sepah News. La Guardia Provincial de la GRI, creada en 2008, coordina las acciones de seguridad, culturales y sociales a nivel provincial, pudiendo continuar la resistencia de forma autónoma si el sistema de mando y control central colapsa, siguiendo la «doctrina mosaico».

La Guardia Revolucionaria ha ampliado sus funciones más allá de lo militar para convertirse en un actor multifacético en la sociedad iraní. Es responsable de la seguridad interna y fronteriza, y de las fuerzas de misiles de Irán. Se especializan en la guerra asimétrica, llevando a cabo operaciones encubiertas, pequeños ataques rápidos, atentados y sabotajes, a menudo con el apoyo de organizaciones locales. La Fuerza Quds, su unidad de operaciones especiales, es responsable del entrenamiento y financiación de grupos como Hamás, Hizbolá y los Hutíes en Yemen.

La GRI también juega un papel crucial en la represión de las protestas populares y la disidencia interna. Ha desarrollado su propia estructura de Inteligencia, paralela al Ministerio de Inteligencia y Seguridad (MOIS), para combatir la insurgencia y las amenazas al régimen. Asimismo, es un vasto conglomerado económico que controla entre una décima parte y un tercio de la economía de Irán. Tiene contratos multimillonarios en las industrias de petróleo, gas, petroquímica e infraestructura. Sus ventas ilícitas de petróleo generaron entre 35.000 y 50.000 millones de dólares el año pasado; las exportaciones petroquímicas sumaron entre 15.000 y 20.000 millones más. Utilizan una compleja red de empresas fachada y bancos globales para blanquear miles de millones de dólares y evadir sanciones.

Distintos miembros de la Guardia ocupan numerosos cargos públicos, incluyendo embajadores, alcaldes y ministros. Supervisan medios de comunicación, programas educativos y actividades de formación para reforzar la lealtad al régimen. La Guardia Provincial ha ampliado su influencia en el ámbito educativo, social y cultural, controlando guarderías, escuelas y universidades para adoctrinar a los estudiantes y formar a futuros miembros. Además, promueven la «reislamización» de la sociedad, luchando contra la secularización y difundiendo los valores islámicos a través de comités sociales y culturales en los vecindarios y mezquitas.

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