Pedro Sánchez ha optado por la continuidad y por buscar en el PSOE los nuevos perfiles, más políticos que técnicos, de las personas que se incorporan al Gobierno. El presidente opta así, como ya hizo en la última remodelación, por mirar al partido para reforzar el Ejecutivo frente a una legislatura que se espera muy convulsa y con una mayoría delicada y una oposición del PP muy fuerte, que tiene más escaños que ninguna otra y además controla 11 de las 17 autonomías. El presidente del Gobierno sabe que serán cuatro años a cara de perro con la derecha, muy movilizada contra la ley de amnistía y el pacto con los independentistas catalanes, y ha decidido que la mejor manera de responder era concentrándose en el PSOE.
No hay mucho más peso político que en el anterior Gobierno, pero sí es evidente que en las últimas remodelaciones el presidente se ha ido decantando por políticos del partido y ha dejado atrás la elección de técnicos que dominó su primer gobierno, el de 2018, aunque algunos de ellos siguen desde entonces, como Nadia Calviño, José Luis Escrivá o Fernando Grande-Marlaska, ninguno de ellos proveniente originalmente del PSOE.
La decisión clave tiene que ver con el núcleo duro de La Moncloa y el PSOE, que Sánchez, como apuntó EL PAÍS, ha decidido mantener intacto e incluso con más poder al hombre clave de la última negociación de investidura, Félix Bolaños, que acumula más poder con la cartera de Justicia. Bolaños mantiene los mandos de La Moncloa, del Consejo de Ministros y de las negociaciones parlamentarias al seguir al frente de Presidencia, pero añade una cartera decisiva en esta legislatura como Justicia, en la que le tocará desarrollar la ley de amnistía y sobre todo hacer frente a la rebelión de una parte de los jueces contra ella. El nuevo superministro es el principal artífice de la ley y el que se ha ocupado de blindarla en la negociación para que fuera intachable desde el punto de vista técnico y pueda así pasar el delicado filtro del Tribunal Constitucional.
Sánchez además mantiene a los mandos de su equipo en La Moncloa a Óscar López, otro hombre del PSOE que llegó a ser su secretario de organización. Sánchez y López, amigos desde hace muchos años pero después enfrentados cuando el presidente fue destituido de la cúpula de su partido, se han vuelto a unir desde 2021 en una simbiosis que controla la agenda política del Gobierno y dirige la estrategia de un Ejecutivo muy presidencialista en el que todo pasa por el líder del PSOE, que es el que no solo toma las decisiones sino que también las anuncia, las ejecuta y es el centro de cualquier campaña electoral. Todo gira alrededor del líder, y por eso es muy importante el equipo que lo rodea en La Moncloa, que se mantiene intacto después de la revolución interna que llevó a cabo en 2021, cuando cambió por completo a su núcleo duro y relevó a su entonces jefe de Gabinete, Iván Redondo, a Carmen Calvo y a José Luis Ábalos.
Sánchez incorpora a barones autonómicos como el expresidente canario Ángel Víctor Torres o a un político veterano y al que le gusta el choque con la derecha y al que incluyó en el equipo de negociadores con los grupos parlamentarios para la investidura como Óscar Puente, ex alcalde de Valladolid. Pero deja fuera a otros pesos pesados del partido que estaban en las quinielas como el extremeño Guillermo Fernández Vara o el valenciano Ximo Puig. Un puesto clave, el de portavoz, va para la que hacía hasta ahora esa tarea en el PSOE, la ministra de Educación, Pilar Alegría, que se convierte así en la nueva cara del Gobierno, mientras Isabel Rodríguez deja ese papel para concentrarse en un asunto estratégico, Vivienda, que sin embargo tendrá dificultades porque las competencias fundamentales están en manos de las autonomías. Puente cobra mucho peso porque además la nueva ministra de Igualdad fue su mano derecha en Valladolid.
Además, los perfiles de los cinco ministros de Sumar, entre los que no habrá ninguno de Podemos, marcan un Gobierno con muchos políticos y pocos técnicos, algo que tiene lógica cuando se tiene en cuenta el tipo de legislatura que viene por delante. Yolanda Díaz también se ha rodeado de perfiles políticos que no estaban en el anterior Gobierno, con personas como Mónica García, Ernest Urtasun, Pablo Bustinduy o Sira Rego, que son muy diferentes a los de Ione Belarra e Irene Montero, que salen del Gobierno, por estilo y proveniencia, pero coinciden en su perfil mediático e ideológico que les convertirá rápidamente en centro de los combates dialécticos con la oposición