El fracaso por las buenas

Como vaticiné —y me fastidia—hemos logrado otro fracaso colectivo ejemplar en este asunto. Ni Illa el suave ni Azcón el amenazador hacen otra cosa que otorgar rango nacional a este naufragio. La trampa saducea fue urdida en el Patronato del MNAC al invitar a Aragón a unirse a la comisión con (o más bien contra) las tres administraciones rectoras del museo catalán: Ayuntamiento, Generalitat y Ministerio de Cultura.

¿Por qué esa estructura? Para hacerlo imposible. Azcón no debió aceptar. Hoy le vemos tensando la cuerda para que la sentencia se cumpla, «si es necesario, por las malas». Eso es el fracaso por las buenas, traducido, en el país en el que los políticos no se toman en serio al ciudadano y nos mienten sobre todo a la vez en todas partes.

Los intereses del gobierno en Cataluña son tan evidentes como el sabotaje a la fusión del BBVA y el Sabadell. Con el agua de la corrupción al cuello, todo se transa y cualquier respaldo político resulta sospechoso. Illa, más que nadie, debía haber hecho posible este debate de las pinturas lejos de la política. Pero la tentación de ser ‘su’ Salvador era tan grande y este Gobierno, del que él formó parte, ha caído con tanta disciplina en tentaciones más pequeñas... Ya prefiero la ley ciega a los políticos miopes.