En aquel entonces, un técnico que hoy se acerca a la sexta década de su vida era un profesional incipiente, un joven exfutbolista que primero brilló en el banquillo del Getafe e, inmediatamente después, había dirigido a dos clubes mayores como el Valencia y el Benfica antes de llamar la atención del Atlético de Madrid, un gigante que pasaba sus días en una profunda y escandalosa depresión. De aquella unión, como si una simbiosis fuera, ambas partes recogieron temprano los frutos del éxito.
Llegaba Quique a un equipo malherido tras un inicio de campaña horrible; un equipo que apenas había logrado la victoria en un partido de Liga y que ocupaba la última plaza de su grupo en la Champions League cuando el mes de octubre entraba en su ocaso. Es más, justamente en la Liga de Campeones, el Atlético había tocado fondo al caer 4-0 en Stamford Bridge un par de días antes del despido de Abel Resino. Sin embargo, Sánchez Flores consiguió que el obvio talento de la plantilla rojiblanca -con hombres como Agüero, Forlán, Reyes o Filipe Luís- floreciera. Porque, a pesar de demostrar una continua irregularidad en la Liga, la enorme temporada continental correspondió a los primeros pasos del Atlético en su regreso a la grandeza. Tras 14 años de calvario sin alzar al cielo título alguno, ganó Quique la primera edición de la Europa League tras sobrevivir al infierno de Anfield en semifinales, con el alivio del histórico gol de Forlán en la prórroga, y vencer, también en el desempate gracias a un doblete del mismo uruguayo, en la final de Hamburgo al Fulham. Sólo el Sevilla, precisamente el club que hoy dirige Quique, impidió a aquel Atlético cerrar el curso levantando también la Copa del Rey.
La campaña siguiente, la primera y única que Sánchez Flores completó de principio a fin en el banco del Vicente Calderón, empezó de maravilla: con una victoria en la Supercopa de Europa ante el Inter (3-1, al Inter). Pero al feliz inicio le siguió un mar picado donde la séptima posición en Liga y el temprano adiós a la Europa League propiciaron el fin de Quique Sánchez Flores en club que cada vez que se cruza en su camino le recuerda el grato pasado que vivieron juntos.
Dos equipos necesitados
Al margen de reencuentros, el fútbol en estas alturas de campaña es despiadado. Después de haber acabado con su histórica racha de victorias en casa con el empate frente al Getafe en un encuentro que mereció la derrota, el Atlético necesita los tres puntos para no perder la estela del líder, el Real Madrid. Por su parte, los andaluces pisarán el Metropolitano con el objetivo de finalizar el año puntuando; que no es poco en la infernal temporada que atraviesan deportiva e institucionalmente.