Biden, furioso, desafía al Partido Demócrata y los críticos: "soy el presidente, soy el candidato, no me voy a retirar"
"Dejadme decir esto lo más claramente posible: soy el presidente de Estados Unidos, soy el candidato del Partido Demócrata y no me voy a ir a ningún lado. Sigo en la carrera". Con esta idea, y esta contundencia, el presidente Joe Biden ha respondido este viernes a los críticos, a los compatriotas y a los compañeros de Partido que en la última semana le han pedido que se hiciera un lado tras su desastrosa actuación en el debate electoral de la CNN contra Donald Trump. Biden sigue, cree que puede remontar y no va a renunciar, no por las buenas. "Quieren empujarme y sacarme, pero no van a poder", ha avisado.
Así lo ha dicho en un mitin en Wisconsin, uno de los cinco o seis estados bisagra que, según las encuestas y los estrategas electorales norteamericanos, decidirán las elecciones de noviembre. Y así lo ha enfatizado también en las redes sociales, para que el mensaje llegue alto y claro a las dos orillas. A la republicana, pero sobre todo a la demócrata. En un tono mucho más firme pero relajado. Con algunas pequeñas confusiones, pero a años luz de la debilidad proyectada anteriormente. Un discurso controlado, con prompter, ante un público favorable y sin preguntas. Insuficiente para dar un giro de 180º, pero el primer paso que los suyos le llevan ocho días reclamando.
El presidente ya lo dejó caer el jueves por la tarde durante la celebración del 4 de julio, en una barbacoa en los jardines de la Casa Blanca junto a militares en activos, veteranos y sus familias. Al tomar la palabra, micrófono en mano e improvisando, desde el público alguien le pidió a gritos que no se rindiera, a lo que él, rápido y riendo, respondió que no tenía ninguna intención: "no me voy a ningún lado", expresó. Pero lo de hoy es mucho más firme, más articulado y más relevante, porque va de la mano de la primera entrevista en profundidad tras la debacle del debate.
Este viernes, a las 20.00 hora local (las 02.00 en la España peninsular), ABC News emitirá la entrevista grabada que le ha hecho George Stephanopoulos, presentador estrella y figura clave en el mundo demócrata porque fue asesor de comunicación de Bill Clinton. La contundencia y confianza de Biden va de la mano de su estado físico. El mismo día en el que decenas de millones de norteamericanos, y todos los implicados a nivel nacional en las campañas, mirarán con lupa cada frase, cada silencio, cada gesto y cada titubeo, Biden pasa a la ofensiva.
"No voy a permitir que un debate de 90 minutos acabe con tres años y medio de trabajo", ha dicho el presidente en Wisconsin, dejando claro al Partido que no va a dar marcha atrás, y que si quieren guerra, la van a tener. Irónicamente, lo hizo desde un estrado en el que algunos de los simpatizantes le pedían que se sacrificara por el país. "Pasa la antorcha", rezaba el cartel de uno de los presentes, a pocos metros de su micrófono.
Los próximos días son decisivos para sus aspiraciones. El discurso, la entrevista y su imagen en la cumbre del 75º aniversario de la OTAN, que se celebra en Washington con 30 líderes mundiales. Pero también necesita dar la vuelta al pesimismo en lo que aquí llaman 'battelground states', auténticos campos de batalla en los que se decide todo. Vota el país entero, pero los feudos de ambas partes parecen bastante claros ahora mismo. Así que la clave es conseguir que los indecisos decanten la balanza, ya que el sistema norteamericano no tiene en cuenta el voto total, aunque sean presidenciales, sino que el ganador en un Estado se lleva todos los delegados del mismo, como normal general.
En el encuentro que mantuvo el miércoles en la Casa Blanca con gobernadores demócratas, el presidente admitió que había hecho un pésimo debate, que tenía demasiados datos en la cabeza y que necesita más descanso. Y se comprometió a dormir más, trabajar menos horas y evitar actos más allá de las 20.00. pero al mismo tiempo, tiene que multiplicar su presencia en donde hay más indecisos clave. Por eso irá a Pennsylvania el domingo. Y por eso gastará una cifra astronómica el próximo mes, hasta 50 millones de dólares, en lugares como los dos citados, Wisconsin y Pensilvania, y Georgia, Arizona, Carolina del Norte o Nevada.
Su campaña se centra en los temas fundamentales que dividen el país: justicia social, desigualdad, el aborto y la situación económica. Pero en los discursos repite, una y otra vez, que lo que está en juego no son dos visiones sobre la mejor forma de guiar el país, sino sobre la democracia. Sobre "honestidad y decencia", cualidades ausentes en el carácter de su rival, insiste.
"Cada día se publican historias sobre que soy demasiado mayor. Déjenme decir algo. No he sido demasiado mayor para crear más de 15 millones de nuevos puestos de trabajo. Para garantizar que 21 millones de estadounidenses estén asegurados según la Ley de Atención Médica Asequible, para vencer a las grandes farmacéuticas. ¿Soy demasiado mayor para restaurar Roe vs Wade", ha preguntado a un público entregado, en referencia a la famosa sentencia sobre el derecho al aborto que el Supremo, controlado por los conservadores, revocó en 2022.