Un nuevo primer ministro de Macron, con la bendición de Le Pen

Francia ya tiene nuevo primer ministro, dos meses después de las elecciones legislativas convocadas de manera anticipada por Emmanuel Macron. En su elección, que ha sido un auténtico quebradero de cabeza, se ha dado una situación singular: cuando los franceses acudieron a las urnas, Macron apeló a la unión de los partidos para evitar que la extrema derecha de Marine Le Pen llegara al poder. Hoy, sin embargo, se ha apoyado en ella para asegurar la nominación del nuevo primer ministro.

Esta es una de las contradicciones que plantea la decisión del presidente, que ha elegido para el cargo, tras una semana de consultas, al conservador Michel Barnier, ex comisario europeo y una de las personalidades políticas más respetadas en Francia. Lo que plantea problemas no es su experiencia, sino el hecho de que sea de derechas, cuando fue la izquierda la que logró la mayoría en las elecciones legislativas de julio.

Este periodo caótico e insólito que vive Francia en los últimos meses no permite adivinar si Barnier durará mucho o poco, si Le Pen le censurará o no. La inestabilidad es alta, como no se había vivido en décadas en un país acostumbrado a la alternancia entre izquierda y derecha. Los primeros, que reivindican su victoria en las legislativas y, por tanto, el derecho a que el nuevo primer ministro sea de su color político, ya han anunciado que presentarán una moción de censura.

Perfil

La extrema derecha no se ha pronunciado de momento. Macron y Marine Le Pen (inicialmente excluida de las consultas) hablaron el miércoles. Ella puso sobre la mesa sus exigencias para no vetarlo. Barnier "responde al menos al primer criterio que habíamos exigido, el de un hombre que sea respetuoso con el resto de partidos, capaz de poder dirigirse a RN (Reagrupamiento Nacional), que es el primer grupo de la Asamblea", dijo Le Pen.

La elección del nuevo primer ministro no era fácil. En julio, las urnas dejaron la Asamblea dividida en tres bloques opuestos e irreconciliables. Por un lado, la extrema derecha de Le Pen (Reagrupamiento Nacional). Por otro, Macron y sus aliados. Y la izquierda, unida bajo el Nuevo Frente Popular. Ninguno logró mayoría absoluta como para poder decidir. Todos están enfrentados, pero todos dependen de los otros.

"El Presidente de la República ha nombrado primer ministro a Michel Barnier, al que ha encargado formar un Gobierno unificador al servicio del país y de los franceses. Este nombramiento se produce después de un ciclo de consultas sin precedentes durante el cual, de conformidad con su deber constitucional, el presidente se ha asegurado de que el primer ministro y el futuro gobierno reunirán las condiciones para ser lo más estable posible y dar la oportunidad de reunir lo más ampliamente posible", dijo el Elíseo en un comunicado.

Michel Barnier, de 73 años, se convierte en el primer ministro de mayor edad. Francia venía de tener al más joven: Gabriel Attal, de 35. Barnier tiene una amplia experiencia política: ha sido diputado, cuatro veces ministro, dos veces comisario europeo y fue el jefe negociador de la Unión Europea para el Brexit. Se presentó al congreso de Los Republicanos, partido conservador de la derecha francesa, para ser candidato a las presidenciales.

Intensas consultas

El traspaso de mando entre el joven Gabriel Attal y el veterano Barnier fue emotivo. Attal dijo que el cargo es "el mayor honor que se puede tener". "Ocho meses han sido poco", señaló, para reconocer que "la política francesa está enferma". Barnier advirtió: "El sectarismo es una prueba de debilidad" y admitió que la misión que afronta no es fácil: "Estamos en un momento grave, abordo este periodo con mucha humildad.

En Francia es el presidente el que nombra al jefe de Gobierno. Normalmente es del partido que ha obtenido la mayoría. Como las elecciones presidenciales y las legislativas se celebran con semanas de diferencia, lo habitual es que los franceses voten para la Asamblea lo mismo que en las presidenciales. En pocas ocasiones ha sucedido lo contrario y entonces es cuando el presidente (el que toma las grandes decisiones) y el primer ministro (que las ejecuta) deben cohabitar.

Este es el caso con Barnier y Macron. Su nombramiento se produce tras una semana intensas de consultas con los partidos. Lo que buscaba Macron era un perfil que no vaya a ser censurado por la Asamblea a la primera de cambio, y que tampoco cuestione sus reformas ya aprobadas, como la de las pensiones. A lo mejor Barnier consigue sortear la censura en los escaños, pero no en la calle. La izquierda considera que su decisión es un "desprecio a la democracia".

La mayoría en la segunda vuelta electoral fue para ellos: lograron 193 de 577 diputados. Reivindicaban su victoria y un primer ministro de su color político. El polémico Jean Luc Mélenchon, líder del partido de izquierda de la Francia Insumisa, dijo: "Nos han robado las elecciones". "Es un verdadero escándalo, se están riendo de nosotros", ha dicho la líder de los ecologistas, Marine Tondelier. El líder del Partido Socialista, Olivier Faure, cree que Francia "entra en una crisis del régimen".

La nominación da un respiro, pero no apacigua la compleja situación política que vive el país. Es una bomba a presión. En los últimos días se habían barajado varios nombres. Los que sonaban más: Xavier Bertrand, jefe del partido conservador de Los Republicanos en la región de Alta France, o el ex primer ministro socialista Bernard Cazeneuve. Ninguno reunía las condiciones de ser "no censurable".

Una de las exigencias que Le Pen le había planteado a Macron para no vetar a su candidato era que éste respete a su partido y deje de tratarle como un apestado. Le Pen lleva años en el proceso de normalización de su discurso político, muy lastrado por las posturas radicales de su padre, fundador de la formación, Jean Marie Le Pen.

Nadie sabe cuánto durará en el cargo Barnier, experto en negociar rupturas difíciles, como la de la salida de Reino Unido de la UE. Esta vez la ruptura es en casa. De momento, ya hay una manifestación convocada el sábado contra él y La Francia Insumisa ha presentado una iniciativa para pedir su destitución.

Europeísta y reconocido, Barnier tiene un discurso duro con la inmigración, lo que ayuda a que Le Pen, que en realidad espera su turno de cara a las presidenciales de 2027, haga la vista gorda y le acepte. Barnier tiene un perfil muy económico, más en la línea macronista. "Hay que decir la verdad, aunque esta sea difícil. Habrá que decir la verdad y diré la verdad".