Así se gestó el Goya a Mejor Película compartido por El 47 y La infiltrada: un aviso que no vio Belén Rueda, un empate absoluto en votos y el precedente de 1991

La voz de Belén Rueda resonó en el Palacio de Congresos de Granada: "Y el Goya a Mejor Película es para... El 47" . Y, mientras todo el equipo de la película de Marcel Barrena se abrazaba y se preparaba para subir al escenario a recoger su estatuilla, volvió a emerger la voz de la actriz madrileña: "Y La infiltrada". Ahí, con un cruce de micros abiertos por medio, se comenzó a armar el revuelo. Por primera vez en la historia, dos proyectos iban a repartirse el principal honor de los Premios Goya.

¿Qué había pasado? ¿España ya tenía su propio momento La La Land? ¿De quién era el error? Vayamos por partes. El primer capítulo de esta novela se titula Locura en el escenario. Es Belén Rueda, en el 20 aniversario de Mar adentro, la elegida para abrir el sobre con el máximo honor de los Goya. Sale la primera tarjeta deEl 47. Esa es, sin discusión la ganadora a Mejor Película, su quinta estatuilla. Es en ese momento cuando Tamar Novas, también en el escenario, se percata de que hay un papel que pone ex aequo. Se lo comunica a su compañera que coge una segunda tarjeta, la de La infiltrada. Y el premio tiene que ser compartido.

Para saber más

Hasta ahí, todo normal. Pasemos al segundo capítulo, al que llamaremos Quién empata en unos Goya. Pues, en 39 ediciones, en la categoría reina, absolutamente nadie. Hasta ahora. Pero sí que existe un precedente en la historia de los premios. Hay que remontarse al año 1991, y a la categoría de Mejor cortometraje -en aquel momento no se dividía entre ficción y documental-, para encontrarlo. Fueron Blanco o negro y Los viajes del agua quienes lo compartieron. Fueron idénticas, revisando las grabaciones, las caras de incredulidad de los presentes en aquella gala. Y fue Cayetana Guillén Cuervo la encargada de anunciarlo, presente también ayer en Granada.

Así daremos paso al tercer capítulo de esta historia bajo el nombre Unos indecisos académicos. Porque, pese a la escasa probabilidad, lo que se produjo en esta edición de los Goya fue "un empate completo", según apuntan fuentes de la Academia del Cine. El 47 y La infiltrada recibieron exactamente el mismo número de votos. Ni uno más ni uno menos. El censo actual de académicos suma exactamente 2.234. De ahí hay que eliminar a los que se abstienen -la Academia no da datos sobre cuántos votan- y a los que optan por otras opciones, por lo que la horquilla en la que se deberían mover ambas películas está entre los 800 y 900 votos cada una.

Ni ChatGPT es capaz de calcular la probabilidad de que eso suceda. Para llegar a ella habría que recurrir a un modelo de distribución multinomial y a dotes avanzadas de programación para conseguirlo. Así que la respuesta más simple sería decir que es imposible, pero la 39ª edición de los Goya ha demostrado que no es así. Que el equipo de El 47, al ser el primero en nombrar, se ha llevado el Goya a su casa y el de La infiltrada tendrá que esperar a que en Codina Escultura, la fundición encargada de hacerlos, les haga el suyo.

Y ahora, atentos a este cuarto capítulo, habrá quién piense: ¿por qué debemos creer que ese empate ha sido tal? ¿Y si en la Academia se ha manipulado? A esta entrega la bautizaremos como Los notarios y servirá para explicar el modelo de verificación que se sigue en estas ocasiones. Los académicos votan vía telemática, con un sistema que requiere un acceso personal con claves, y sus resultados son verificados ante notario. Concretamente, según apuntan desde la Academia del Cine, Eva María Fernández Medina es la que opera para ellos en la ciudad de Madrid.

Pero, como los notarios no pueden ejercer fuera de su jurisdicción, el proceso que sigue la Academia es buscar otro, en este caso en la ciudad de Granada, al que se hace entrega directa de los resultados. Las votaciones ya no se modifican, los sobres no se abren hasta que llega su momento en la gala. Nadie conoce el resultado salvo la notaria madrileña. Y la única función que tiene este segundo notario es verificar que no se produzca ningún cambio de sobre y que todo se desarrolle con normalidad. "Todo el proceso se lleva con la máxima transparencia", apuntan fuentes de la Academia del Cine.

Así que el empate en los Goya no es más que una pura casualidad. Poco probable, pero casualidad. Y también una buena anécdota para recordar más adelante.