Con lenguaje diplomático y palabras delicadas, el Papa ha sugerido al presidente turco que respete el disenso interno, que favorezca la presencia de la mujer en la vida social y que no considere como ciudadanos extranjeros a los turcos cristianos.
Erdogan ha evitado hablar de Ucrania, pero sí que ha denunciado «la masacre que está sufriendo la población de Gaza desde hace dos años, que sigue sufriendo bombardeos» y ha reivindicado su labor humanitaria «abriendo las puertas a sirios, afganos y distribuyendo trigo donde era necesario».
«Turquía tiene una posición estratégica, somos un puente entre dos continentes. Somos un país que toma posición a Oriente y a Occidente, y nuestra posición es única a nivel mundial», ha añadido. «Todos los mensajes que nos dejará aumentarán la esperanza en cada ciudadano turco», ha asegurado cordialmente el Papa.
Después de una reunión a puerta cerrada de la que no han trascendido detalles, el Papa ha tenido el primer gran discurso del viaje en la imponente Biblioteca Nacional Turca, en el complejo del Palacio presidencial de Ankara. Rodeado por todos los volúmenes publicados en turco a lo largo de la historia, León XIV ha subrayado las posibilidades de este país de ser «un factor de estabilidad y acercamiento entre los pueblos, al servicio de una paz justa y duradera».
En las palabras del Papa había un reconocimiento explícito del papel crucial de Turquía en la geopolítica actual. Erdoğan no se queda de brazos cruzados mirando los actuales conflictos y trabaja para influir en ellos. Ha sido muy activo en defensa de Gaza y aunque es presidente de un país miembro de la OTAN, mantiene una relación especial con Vladimir Putin tras la invasión de Ucrania. Por eso León le ha recordado que «hoy más que nunca se necesitan personas que favorezcan el diálogo y lo practiquen con firme voluntad y paciente tenacidad».
«Estamos atravesando una fase de fuertes conflictos a nivel global, en la que prevalecen las estrategias de poder económico y militar», ha denunciado el Papa. «¡No hay que ceder en modo alguno a esta deriva! Está en juego el futuro de la humanidad. Las energías y los recursos absorbidos por esta dinámica destructiva se sustraen a los verdaderos retos que la familia humana debería afrontar unida, es decir, la paz, la lucha contra el hambre y la miseria, la salud, la educación y la salvaguarda de la creación», ha clamado en la Biblioteca, ante políticos, representantes de la sociedad civil y diplomáticos.
La defensa de los cristianos turcos
En el discurso había una petición indirecta de que se respete el disenso en el país, con una invitación a «valorar las diversidades internas». «Ustedes ocupan un lugar importante en el presente y en el futuro del Mediterráneo y del mundo entero, sobre todo si valoran sus propias diversidades internas, pues una sociedad está viva si es plural, y son los puentes entre sus diferentes almas los que la convierten en una sociedad civil. Hoy en día, las comunidades humanas están cada vez más polarizadas y desgarradas por posiciones extremas que las fragmentan». «En una sociedad como la turca, donde la religión tiene un papel visible, es fundamental honrar la dignidad y la libertad de todos los hijos de Dios: hombres y mujeres, compatriotas y extranjeros, pobres y ricos. Todos somos hijos de Dios y esto tiene consecuencias personales, sociales y políticas. Quien tiene un corazón dócil a la voluntad de Dios siempre promoverá el bien común y el respeto por todos».
Ha mencionado elegantemente también la delicada situación de los cristianos en este país, que han pasado de ser un 35% en 1915 a un 0,6% en la actualidad. «Deseo asegurarles que también los cristianos, que son y se sienten parte de la identidad turca», ha dicho.
También ha reivindicado la presencia femenina «al pleno florecimiento de la vida social», pues «las mujeres en particular, también a través del estudio y la participación activa en la vida profesional, cultural y política, se ponen cada vez más al servicio del país y de la influencia positiva del mismo en el panorama internacional».