«Yo atiendo espiritualmente a las hermanas con otros curas y su ilustrísima», subraya el sacerdote, quien con desdén responde a las declaraciones del arzobispo de Burgos, Mario Iceta, a quien primero ni reconoce. «Que se informe un poquito mejor, en vez de decir barbaridades», sostiene a raíz de las declaraciones de monseñor cuestionando la misa anunciada para este lunes a las seis de la tarde y que no fue oficiada por el capellán que habitualmente atiende al cenobio.
Y no menos desdén al ser preguntado por el Papa, a quien considera un «seglar más».
Don José descarta pronunciarse sobre la propiedad del convento que las clarisas querían vender y que parece el origen del cisma, pero sí carga contra el Arzobispado y también contra el Ayuntamiento de Belorado, a los que acusa de «hacer la vida imposible» a las monjas. «Ellas han dado un paso y yo y algunos más les atendemos», incide José, quien reconoce que ya han oficiado 'misa' en el convento y asevera que «una de las más mayores se puso a llorar».
«Todas están contentísimas. Si no, no lo hubieran hecho», afirma sobre unas religiosas que «quieren vivir como siempre», en su clausura y mantener su obrador de chocolate en funcionamiento.
Este martes, entre el ajetreo, los padres de alguna que no detallan, ayudan en su interior y salen a ofrecer unas de sus trufas a los periodistas congregados a las puertas de una verja que sí abre de vez en cuando para que entre y salga gente sin decir más.
«Las hermanas están tranquilas y contentas», pero «preocupadas» ante lo que hay fuera y porque «se están distorsionado algunas cosas de la verdad».