Una de cada tres. En Moncloa, más

Esta semana sabemos también que, en España –insisto, este país nuestro que seguiría eligiendo para nacer mujer–, hay centros de trabajo donde igual esa estadística puede ser superior. Y no hablo de un sitio privado, que tampoco tendría disculpa, pero menos la tiene uno público. Ni más ni menos que el Palacio de la Moncloa. Tan público que debería ser ejemplar. Ejem. Paso por delante de su puerta, de medias, dos veces a la semana de camino al campus de la Complutense. Siempre hay policía en la entrada. Ni la autoridad frenaba al supuesto agresor. A Luis Rubiales tampoco las cámaras. La impunidad del poder. Por cierto, el expresidente de la Federación de Fútbol se ha convertido en autor del género hombres que lloran por la libertad perdida. Ya no se os puede hacer nada. No se os puede decir nada. Ni un azotazo en el culo a la secretaria. Ni un comentario sobre vuestro escote. Dice eldiario.es (¿será el nuevo pseudomedio para Moncloa?) que las mujeres a las que supuestamente acosaba Paco Salazar (¿se tratará de denuncias falsas?) temían represalias. En todo su esplendor: el Gobierno más feminista de la historia.

Leemos que el PSOE no se pone de acuerdo en si ir o no a la Fiscalía. Lo que no sé es qué está haciendo la Fiscalía. ¿Lamiéndose las heridas? También es cierto que el delito de omisión de socorro (a la mujer) –o de hacer desaparecer denuncias– no debe regir para los partidos políticos. Menos si es el que gobierna. Menos si está dentro del mismo Palacio de la Moncloa.

Menos mal que Pedro Sánchez se hizo grabar una serie de ficción. Si el equipo audiovisual llega a rodar la realidad no nos la hubiéramos creído. Incrédulos. Incrédulas. No será que no estábamos advertidos. O advertidas. Le dijo el presidente a Carlos Alsina que algunos de sus amigos, de 40 y 50 años, se habían sentido «incómodos» alguna vez con el «discurso feminista». Ahora caemos. Pues eso. Una de cada tres. En Moncloa, más.