El dardo llegaba a principios de mes, después de que EH Bildu y el PNV aprobaran una moción en las Juntas Generales de Guipúzcoa a favor de incorporar el «derecho a decidir» en la reforma del Estatuto de Guernica. Una postura a la que se opone el PSE y hacia la que ha ido dando pasos el PNV pese a que Esteban enfriara las expectativas sobre el «nuevo estatus» en marzo, cuando tomó el mando del Euzkadi Buru Batzar (EBB, órgano ejecutivo del partido). Las negociaciones son a tres, y esperan alcanzar un principio de acuerdo antes de que termine el año. «A ver si hay agua en la piscina», afirmaba Esteban este domingo en una entrevista para 'Deia'.
A la vuelta de verano, aceleró el debate sobre la cuestión, utilizando su primer discurso como líder del PNV en el Alderdi Eguna (Día del partido) para reclamar un «salto real» en el reconocimiento nacional del País Vasco, mostrándose abierto a pactar con la coalición dirigida por Arnaldo Otegi. Una alianza que ya ha pasado de las palabras a los hechos, con la conjura aberzale para blindar el euskera en el acceso al empleo público ante la avalancha de sentencias judiciales que consideran que los procesos de selección discriminan al castellano en la región. Precisamente, fue Markel Olano, parte de la cuota guipuzcoana en el EBB, el encargado de defender en Vitoria la propuesta del partido para reformar la Ley de Empleo.
Antiguo diputado general de Guipúzcoa y también candidato en el último proceso que terminó con Esteban al frente del PNV, entró en el Guipúzcoa Buru Batzar (GBB) de la mano de Joseba Egibar. Un detalle. A diferencia de lo sucedido con Andoni Ortuzar al mando del partido, el histórico dirigente nacionalista no intervino este septiembre en el mitin de Zarauz, con el que el PNV arranca tradicionalmente el curso político. Antes, su válido en el EBB ya había sido protagonista al desligarse en público de la dirección marcada por Aitor Esteban en lo relativo a la autodeterminación.
Dos meses después de aterrizar en Sabin Etxea, la plataforma ciudadana Gure Esku organizó una manifestación el 7 de junio en Bilbao por el «derecho a decidir». Entre las decenas de miles de asistentes había caras reconocibles de EH Bildu, que sí había confirmado su apoyo a la iniciativa, pero también del PNV, que no lo había hecho oficialmente. Se trataba de Olano. Un movimiento que se interpretó como una forma de ejercer presión sobre Esteban pues, entonces, desde la dirección del partido se transmitió el mensaje de que había dado libertad a sus «afiliados» para acudir, pese a que rechazaba la convocatoria.
Un clima que sirve de gasolina en su ofensiva contra Esteban al PSE, que ha llegado a decir abiertamente que las relaciones con el PNV estaban más engrasadas en la etapa de Andoni Ortuzar (algo que ha repetido Arnaldo Otegi). Convencidos de que no les afectan los casos de corrupción que envuelven al partido, se ven en disposición de disputar el liderazgo en la comunidad autónoma. Para ello se sirven de la bicefalia a la que recurrieron tras las últimas elecciones de abril de 2024. Libre de cargo en el Ejecutivo vasco, Andueza se emplea en la crítica mientras que el vicelendakari y consejero de Economía, Mikel Torres (cuota socialista en la coalición), mantiene un perfil más institucional haciendo valer al PSE como el garante de la «estabilidad».
Una dinámica difícil de contrarrestar por Esteban, pues su posición no solo viene determinada por su dependencia en Vitoria («quien manda en el Gobierno es Andueza», comentan algunos parlamentarios en la capital alavesa). También en Madrid, donde ha mantenido contactos recientemente con figuras de peso dentro del PSOE y los nacionalistas tratan de culminar las 15 transferencias pendientes para «completar» el Estatuto de Guernica. Un acuerdo entre Pedro Sánchez y el PNV para facilitar su investidura como presidente del Gobierno en 2023 que, de cumplirse, Aitor Esteban podría vender como una victoria de su mandato.
A este respecto, también parece que es Moncloa quien tiene la sartén por el mango. La fecha límite que acordaron ambas partes era el final de 2025, entre las carpetas abiertas figuran asuntos de gran complejidad como la gestión económica de la Seguridad Social y, según manifiestan figuras nacionalistas presentes en las reuniones, las negociaciones van a «fuego lento». Preguntado al respecto, Esteban reconoció que, de no cumplirse los plazos pactados por Sánchez, no contempla retirarle su apoyo en el Congreso de los Diputados de forma unilateral.