El comienzo del curso 2025-26 ha sido toda una declaración de intenciones: la ópera 'Wozzeck', de Alban Berg, con una endiablada partitura. «La hemos hecho -dice orgulloso Afkham en el escenario del Auditorio Nacional, rodeado de atriles- porque tenemos una orquesta capaz de abordar esta ópera; sigue un camino que iniciamos con 'El holandés errante'. La ópera no es un repertorio habitual para la orquesta, así que es un desafío, y son los grandes desafíos los que nos hacen crecer».
«Increíblemente moderno»
Hace cien años que se estrenó 'Wozzek' y, a pesar del tiempo transcurrido, sigue siendo uno de los emblemas de la 'música contemporánea'; ¿no ha evolucionado mucho la música a nivel compositivo? «Sí; el propio Berg utilizó muchas referencias al pasado, y lo hizo con formas nuevas y un nuevo contexto. Hay por tanto algunas técnicas nuevas, pero al mismo tiempo no es nada nuevo ni revolucionario, y nos sigue sonando increíblemente moderno. Pero ha habido un desarrollo musical posterior que sin duda sigue aportando algo nuevo».
Esta es su última temporada al frente de la OCNE. ¿Qué balance hace, qué nota se daría a sí mismo? «Sería egoísta y arrogante darme una nota excelente, porque siempre hay un proceso que seguir. Pero juntos hemos logrado mucho, y estoy muy orgulloso del desarrollo y del nivel alcanzado por la orquesta. Estoy muy orgulloso también de la confianza de los músicos, de la Administración y del personal».
Asegura David Afkham que éste es un momento perfecto para dejar la formación. «Creo que después de 12 años es un buen momento, sí. Mi responsabilidad era elevar el nivel, abrirla a un nuevo repertorio que pudiera abordar con flexibilidad y darle estabilidad. Y creo que se ha logrado. En los últimos años tanto la orquesta como el coro, creo, han subido nivel, y es el momento de dejar en otras manos unos conjuntos de calidad. Por otra parte, es bueno que reciban nuevos impulsos, es muy importante. Siempre hay que saber irse en el momento adecuado, irse en el mejor momento. Así que estoy contento». Pero volverá. «Por supuesto. Esta orquesta es mi familia musical, así que duele dejarla. Hay un ojo que llora, pero también hay otro ojo que... Es como cuando dejas la casa de tus padres. No es fácil...».
Doce años al frente de una orquesta es un tiempo más que suficiente, dice el director alemán, para desarrollar el trabajo con una orquesta. «Hoy en día es mucho tiempo; estar treinta y cinco años, como Karajan en la Filarmónica de Berlín, por ejemplo, ya no es la norma. Hoy en día, se está allí tres, cinco, a veces ocho o diez años. En doce años hay tiempo para conocerse, desarrollarse y para disfrutar juntos y generar confianza».
Cuando llegó a la OCNE, David Afkham era muy joven. «Tenía 30 años y debía escuchar a todo el mundo. Lo que aprendí fue a hacer lo correcto para la institución; a veces hay que tomar decisiones difíciles, pero no se trata de mí, no se trata de individuos, se trata del conjunto y de su futuro. Me tomé muy en serio esta responsabilidad, y sigo haciéndolo. He tratado de compartir también responsabilidades y de lograr una comunicación clara y honesta con los músicos, que es muy necesaria. Lo repito. Ahora son mi familia».
En lo artístico también ha crecido, asegura Afkham. «Mi trabajo no es solo mover la batuta y marcar el ritmo; por supuesto que soy yo quien marca las directrices, pero finalmente es la música la que dice la verdad. Así que escuchar la música, conectar a los músicos en el momento de hacer música es la verdad. Y eso lleva tiempo construirlo, escucharlo, respirarlo, Así que, si me pregunta si he aprendido le digo que sí, que mucho; es un regalo que he recibido de la Orquesta y Coro Nacional de España para toda la vida y nunca lo olvidaré».
«Lo dan todo»
A la pregunta de cómo definiría a la orquesta, qué la diferencia de otras, no duda: «Esta orquesta es muy emotiva. Tiene un carácter fuerte y, si quieren, los músicos te lo dan todo. Eso es algo que echo en falta a menudo en otras orquestas, porque implica una energía y un compromiso con la música y con el público. Además, diría que, en los últimos doce años, hay más estabilidad musical y el nivel es más alto. Es una orquesta moderna».
«Hoy en día -sigue Afkham-, es muy importante que no estemos lejos de los músicos; hacer música es algo muy íntimo. Yo soy un ser humano muy empático, y si alguien disfruta haciendo música o me sonríe me hace muy feliz. Pero al tiempo me duele cuando hay un problema interno con los músicos; mis canas provienen de esta tristeza y de la responsabilidad. Así que, por supuesto, quiero ser amigo, pero sin olvidar que tengo una responsabilidad y he de tomar algunas decisiones; pero siempre pienso en la frase 'primus inter pares'. ¿Y qué echará de menos de España? No duda. «Todo. La gente, el corazón, la emoción, la intensidad. Me enamoré de verdad de la orquesta, de Madrid y de este país. Y lo voy a echar de menos».