Lo que podría haber sido un silencio incómodo se ha convertido en un clamor de apoyo. Berlín, concretamente, ha respondido con música. En tiempo récord, el Musikfest Berlin y la Konzerthaus han organizado este concierto con Shani y la Filarmónica de Múnich, acompañados por la violinista Lisa Batiashvili, también afectada por el veto. A la invitación se ha sumado la Berliner Philharmoniker Foundation, que, según sus propias declaraciones, quiere enviar una señal «contra la discriminación y el boicot en el arte y la ciencia».
Desde la Filarmónica de Berlín hasta la de Rotterdam, de la que Shani es actualmente director titular, pasando por figuras legendarias como Martha Argerich, Mischa Maisky y Renaud Capuçon, las muestras de apoyo no se han hecho esperar. La Filarmónica de Berlín ha emitido un comunicado expresando «consternación e incomprensión», destacando que Shani «se ha pronunciado repetidamente a favor de la paz, el diálogo y la reconciliación». «Excluir a un artista por su origen contradice todo lo que representa la música», han declarado sus maestros en una carta abierta.
La Filarmónica de Luxemburgo ha confirmado que mantendría su concierto previsto con Shani y ha subrayado que «no queremos asociarnos con un boicot a personas por motivos de nacionalidad». El ministro alemán de Cultura, Wolfram Weimer, ha sido aún más contundente: «Esto es puro antisemitismo y una vergüenza para Europa».
La expectación es palpable. Las entradas para el concierto en la Konzerthaus de Berlín se agotaron en apenas un par de horas y los precios de reventa alcanzan varios cientos de euros. «Hubo un tiempo oscuro en el que los berlineses se ocultaban tras las cortinas de las ventanas mientras sus vecinos judíos eran injustamente cancelados. Si yo tengo hoy la oportunidad de estar presente en ese concierto, como una forma de alzar la voz contra esa injusticia, abriré mi cartera cuanto haga falta», explicaba esta mañana un aficionado a la búsqueda de entradas.
«Vimos algo parecido con Anna Netrebko, es demencial intentar cancelar el talento como forma de castigo político, como si estos artistas tomasen decisiones, como si cada uno pudiese decidir en qué país nace», dice también Helena Krugerheim, que lamenta no poder asistir al concierto y participará en la concentración de apoyo convocada en las inmediaciones de la Konzerthaus, durante la actuación, a la que asistirán no solo melómanos, sino todo tipo de ciudadanos que ven en Shani un símbolo de diálogo y reconciliación. El primer ministro belga Bart De Wever, en un gesto de reparación, asistió a un concierto previo en Essen, el pasado fin de semana, y condenó públicamente la cancelación en Gante.
«Para la comunidad judía de Berlín, este gesto de apoyo significa muchísimo. Piense que no nos sentimos seguros en las calles. Y ver que tantas personas se solidarizan y se muestran en contra de que paguemos los ciudadanos por los errores que comete un gobierno, es un signo de esperanza», se felicita Sahra Hecktish, joven judía que trabaja en una residencia de ancianos de Köpenik. El Comisario alemán para el antisemitismo, Felix Klein, ha hablado de contrapeso a «un acto completamente atroz y profundamente antisemita». El Foro de Organizaciones Judías de Bélgica y el Consejo Central Judío de Alemania han denunciado la exclusión como «discriminatoria, moralmente inaceptable y un precedente peligroso».
El programa del concierto incluye el 'Concierto para violín' de Ludwig van Beethoven, con Lisa Batiashvili como solista, y el 'Preludio y muerte de amor de Isolda», de la ópera 'Tristán e Isolda', de Richard Wagner.