«Si una menor busca relaciones tóxicas, hay que mirar su infancia»>

Ante este escenario, explica, «es crucial abordar los traumas derivados de estas experiencias, normalmente vividas en la infancia, con el fin de fomentar la salud mental y el bienestar emocional».

Apunta usted que, a la hora de escoger pareja, las adolescentes repiten el patrón que vivieron en la niñez.

Efectivamente, aprendemos de cómo funcionan las relaciones con las primeras experiencias que tenemos en nuestra primera etapa de vida, y eso es con nuestros padres. Es decir, la forma en que hemos aprendido a relacionarnos con ellos nos asienta unas bases, creencias y patrones de cómo funcionarán el resto de las relaciones en general. No se me ocurre una relación más íntima que la de pareja, por lo que, en este caso, el patrón que solemos repetir viene condicionado de la relación que como niñas y adolescentes tenemos con papá. Es decir, si hemos tenido una relación sana, de confianza, de amor, de protección con papá, tenderemos a buscar una figura que se asemeje. Pero si hemos tenido una relación de ausencia, de desconexión, de incomprensión, de exceso de autoridad, de falta de libertad... entonces aquí es donde viene el problema, ya que de forma inconsciente buscaremos esto. Aunque duela. Porque es a lo que hemos conocido y se ha convertido en nuestra zona de confort.

¿Es debido a su relación con la madre, o al patrón de la relación de este con la menor?

Una niña o adolescente, aprende tanto de cómo se relacionan sus padres entre sí, como de cómo se relacionan con ella a título individual y familiar. Es decir, aprenden absolutamente todo de forma directa o indirecta, y por supuesto, de lo que ven, no de lo que le cuentan. Con esto quiero decir, que es la realidad y la práctica lo que hace que se genere el aprendizaje real, no la teoría de lo que debería ser.

Si los niños aprenden a relacionarse por lo que ven entre sus padres, ¿qué no deberían ver nunca los hijos para no repetir la forma de quererse o no cuidarse entre los padres?

Faltas de respeto, falta de confianza, desigualdad. Es muy importante que el núcleo familiar sea liderado por dos adultos que se quieren, se respetan, se cuidan y se impulsan como un equipo. En muchas ocasiones falla alguno de estos pilares y el sistema familiar se ve alterado o descompensado. Y esto puede incluso generar que los hijos adquieran roles que no les corresponden dentro del sistema familiar y acaben haciéndose cargo de responsabilidades ajenas.

¿Qué debemos enseñar a nuestras hijas para soltar y evitar patrones destructivos?

Es muy importante desde el momento en que nacen, a comenzar a inculcarles un amor muy sano hacia ellas mismas. Enseñarles que ellas deben ser lo más importante para ellas mismas y debemos enseñarles con nuestro propio ejemplo. Si yo le digo a mi hija que se cuide, que se priorice y que se permita tener tiempo para disfrutar, descansar, etc. Pero yo estoy todo el día haciendo cosas para los demás y me dejo de lado, no estaré haciendo realmente ese trabajo esos valores tan importantes. Algo que podemos bajar a tierra es, enseñarles e incitarlas a soñar y a querer dibujar la vida de sus sueños. Animarlas a moverse siempre para vivir esa vida de la que se sientan orgullosas, y que, cada cosa que haga en su vida, cada decisión que tenga que tomar, se plantee la siguiente pregunta: Este camino, esta persona/relación, esta decisión, ¿me acerca o me aleja a la vida que quiero? Ahí verán claramente en qué lugares y relaciones no deben quedarse.

¿Cómo podemos fortalecer la autoestima de las menores, su seguridad personal y la confianza en sus propios recursos? 

Es muy importante que, como padres, seamos conscientes del impacto que cada una de nuestras palabras, acciones y decisiones tienen en nuestros hijos. Por eso es imprescindible que los adultos pongamos a luz a nuestras heridas para poder acompañar a las generaciones que vienen detrás, si no, estamos poniendo un parche.

Desde mi perspectiva, considero que desde que son pequeñas es importante encontrar las herramientas para acompañarlas en ese viaje de descubrir quiénes son, de aceptar sus sombras, de impulsarlas y apoyarlas a buscar su luz, sus dones, sus talentos... Por supuesto, soy muy partidaria de hacer terapia y de poner orden a pensamientos, comportamientos y de atender las heridas emocionales cuanto antes, mejor. Si todo esto se atiende de forma temprana, se ahorrarán mucho camino.