Trump, coronado en la Super Bowl tras décadas de amor y odio con la NFL

Es una visita polémica, porque ningún presidente en su cargo había estado hasta ahora en la Super Bowl. Por un lado, por la pesadilla que supone para el dispositivo de seguridad en estas situaciones. En especial, en Nueva Orleans, una ciudad todavía conmocionada por el atentado terrorista que sufrió en la pasada Nochevieja, en el que fallecieron catorce personas. Pero también porque la Super Bowl, como algunos han protestado, es uno de los pocos momentos en los que, en un país cada vez más polarizado, los estadounidenses dejan de lado sus diferencias. Y acusan a Trump, una figura muy divisiva, de utilizar el partido como plataforma política.

La presencia aquí de Trump es también la escenificación de cómo el multimillonario neoyorquino ha doblegado a la NFL, con la que ha mantenido una relación de amor y odio durante décadas. El presidente es un seguidor apasionado de este deporte y lo practicó en su juventud, cuando era estudiante en la Academia Militar de Nueva York (su verdadera pasión deportiva es el golf; antes de viajar a la Super Bowl, jugó en Florida con Tiger Woods).

En cuanto su carrera empresarial despuntó en el ladrillo neoyorquino, trató de hacerse con un trozo del pastel de la NFL. Hizo una oferta por los Baltimore Colts, entonces un equipo de la liga, pero no lo consiguió. Se convirtió en los fundadores de la USFL, una liga profesional que trató de hacer frente a la NFL, y fue el dueño de un equipo, los New Jersey Generals. Pero su verdadera intención era ser el propietario de una franquicia de la NFL, como confesó en una reunión con el entonces comisionado de la liga, Pete Rozelle. Pero se llevó un jarro de agua fría: «Mientras yo o mis herederos estemos implicados en la NFL, nunca serás un propietario de una franquicia de la NFL», le dijo a Trump.

El multimillonario neoyorquino trató de tumbar a la NFL con una demanda antimonopolio, pero fracasó. La liga que desapareció fue la suya, la USFL.

Trump volvió a la carga en 2014, con la intención de quedarse los Buffalo Bills. Hizo una oferta, pero el equipo al final se lo quedó Terry Pegula, el multimillonario padre de Jessica Pegula, reciente ganadora del Open de Australia de tenis. Tras la derrota, atacó a la NFL, que por entonces pasaba por un bache en atención televisiva y dijo con rencor: «Me alegro de no haberme quedado con los Bills». En una entrevista tras ganar la elección de 2016, aseguró que si se hubiera convertido en propietario del equipo de la NFL, no se hubiera presentado a la presidencia de EE.UU.

Una vez en la Casa Blanca, la relación con la NFL volvió a ser tensa. La razón fueron las protestas de algunos jugadores por los episodios de abuso policial contra la minoría negra –mayoritaria en las plantillas–, desatadas por la rodilla al suelo durante al himno previo a los partidos de Colin Kaepernick, el que fuera 'quarterback' de los San Francisco 49ers.

«¿No os gustaría ver a uno de esos propietarios de la NFL, cuando alguien humilla a nuestra bandera, decir '¡sacad a ese hijo de puta fuera del terreno de juego ahora mismo!, ¡fuera, estás despedido!», dijo Trump en un mitin en Alabama en 2017. El presidente fue muy activo en redes sociales al respecto, criticando sin descanso las protestas de los jugadores y la reacción de la NFL.

Ahora, se da un baño de masas en la Super Bowl y con la NFL doblegada. Hace unos días, la liga anunció que el lema 'fin al racismo', que ha estado pintado en las zonas de anotación desde febrero de 2021, no se utilizaría en el partido. Ha sido una decisión polémica, que algunos entienden como un guiño a Trump, que ha iniciado una cruzada contra la ideología 'woke' y las prácticas DEI (diversidad, equidad, inclusión), desde que llegó a la Casa Blanca hace casi tres semanas.