Rearme sin armas

Y sin ese debate necesario, sin esa clarificación quizá imposible por falta de tiempo, el arrebato por lograr resultados inmediatos otorga campo libre a los aventureros. Sánchez, por ejemplo, quiere obtener réditos de la perentoriedad para colarle a la Comisión un incremento de gasto sin Presupuestos y sin pasarlo siquiera por el Congreso. Ante la falta de apoyo de sus socios y su propia negativa a pactar con la oposición, pretende usar trucos de prestidigitación contable para alcanzar, incluso superar, el dos por ciento exigido como nivel mínimo de compromiso. Se trata de cambiar el concepto de defensa por el eufemismo de 'seguridad', con el objetivo de hacer ejercicios malabares a base de cambiar partidas de sitio sin aportar un arma ni un euro más de lo previsto. Es decir, sin romper su ficticio discurso de progresismo pacífico.

La estafa colará si doña Ursula la permite, sabedora de que a efectos reales no puede contar con España. A Pedro, su galán de confianza, lo necesita para mantener el respaldo de una socialdemocracia que atraviesa en toda Europa horas más bien bajas pero es imprescindible para cerrar el paso a las fuerzas 'trumputinianas'. Ya le exigirá a la derecha, si llega el caso de que gobierne, una aportación suplementaria. El grueso del rearme a corto plazo va a corresponder a las naciones bálticas y escandinavas, en primera fila de la amenaza, y sobre todo a Francia, que para eso es potencia nuclear, y a Alemania, donde hasta los ecologistas se han reconvertido en prosélitos de la doctrina atlántica. El presidente español tiene carta blanca para hacerse el remolón y eludir al Parlamento con unas cuentas maquilladas al punto de contar hasta las reservas de medicamentos como mecanismos de respuesta rápida. Imaginación no falta.