Georgia clama contra el fraude electoral a favor de Rusia y la oposición exige nuevas elecciones
Miles de manifestantes se reunieron el lunes por la noche frente al Parlamento de Georgia después de que la presidenta del país y los partidos de la oposición convocaran protestas contra el resultado de una elección del sábado que, según ellos, estuvo amañada. La principal demanda: la exigencia de nuevas elecciones bajo la supervisión de organizaciones internacionales.
En el centro de Tiflis unos 4.000 manifestantes protestaron contra la proclamación del partido pro-Kremlin Sueño Georgiano como vencedor de las elecciones parlamentarias en Georgia tras numerosas acusaciones de fraude. A medida que accedía la gente al lugar de la protesta, las fuerzas de seguridad se iban reuniendo en las calles adyacentes a la avenida Rustaveli, pero la manifestación fue pacífica y no hubo arrestos.
Los manifestantes marcharon cerca del edificio del Parlamento, bloqueando la principal arteria que conduce al centro de la ciudad. Algunos ciudadanos portaban pancartas contra Rusia, aunque predominaban las europeas y las georgianas. La palabra robo fue proyectada en la fachada del Parlamento, un edificio de la era soviética que estos días está fuertemente vigilado.
El Gobierno del país y la Comisión Electoral Central han asegurado que la votación fue libre y justa, mientras que los observadores electorales han señalado que hubo violaciones significativas. "Lucharemos para proteger el derecho constitucional al voto. Ahora no es el momento del pesimismo, ahora es importante estar tranquilos y levantar la cabeza para defender nuestros votos", dijo la presidenta de Georgia, Salomé Zurabishvili, enfrentada con el Gobierno. "¡No habéis perdido las elecciones! ¡Os han robado vuestros votos y también están intentando robaros vuestro futuro! Nadie tiene derecho a hacer eso y no permitiréis que nadie lo haga", gritó a los asistentes.
La noche anterior, Zurabishvili calificó el resultado de una "operación especial rusa", acusó el lunes al partido gobernante de recurrir a tácticas y propaganda al estilo ruso y llamó a los georgianos a salir a las calles. En una entrevista con Reuters, dijo que creía que "la metodología utilizada y el apoyo, probablemente de los miembros del FSB [Servicio Federal de Seguridad] ruso, habían quedado patentes en estas elecciones".
Los representantes de los cuatro principales partidos de la oposición anunciaron después de las elecciones que boicotearán el nuevo parlamento. Los observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa dijeron que registraron incidentes de compra de votos, intimidación de votantes y manipulación de urnas que podrían haber afectado al resultado, pero no llegaron a decir que la elección estuvo amañada.
Los manifestantes abuchearon la caravana del primer ministro húngaro, Viktor Orban, de visita en Tiflis y alojado en un hotel de esa misma calle. Al final de la acción, los participantes cantaron los himnos de la Unión Europea y de Georgia. Después, desde el escenario se anunció el fin de la protesta y los manifestantes comenzaron a dispersarse en paz. Caldeando en ambiente previo, el ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, escribió en redes sociales que el resultado de Georgia era una "fea derrota" para los liberales. Orban estuvo acompañado en su visita a Georgia por los ministros de Finanzas, Economía y Asuntos Exteriores de Hungría.
La Comisión Electoral de Georgia no se ha movido de su dictamen del fin de semana: que Sueño Georgiano ganó las elecciones del sábado con casi el 54% de los votos, pero los partidos de la oposición disputaron los resultados. La presidenta Zurabishvili dijo durante la protesta que había hablado con líderes internacionales que no reconocen los resultados de las elecciones.
Los poderes de la presidenta son principalmente ceremoniales, pero en esta crisis se ha convertido en una referencia para una oposición dividida y desorganizada ante el poder cada vez mayor de Bidzina Ivanishvili, fundador de Sueño Georgiano y considerado por muchos como la persona más poderosa de este país de 3,7 millones de habitantes.
El resultado de las elecciones supone un contratiempo al plan de la Unión Europea de expandirse incorporando a más ex estados soviéticos, y a la vez un triunfo para Moscú en su cruzada para volver a atraer a sus viejos territorios. Ante el anuncio de protestas y las críticas internacionales, el Kremlin negó cualquier interferencia rusa en la votación, denunciando que es Occidente y no Moscú el que está tratando de desestabilizar la situación. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, aseveró que el resultado de las elecciones es "la elección del pueblo georgiano". Desde medios de propaganda rusos, siguiendo el manual ejecutado en el pasado con Ucrania, tacharon las manifestaciones de "rusófobas".
Georgia fue durante mucho tiempo uno de los países más prooccidentales que emergieron de la Unión Soviética. Pero Rusia derrotó a Georgia en una breve guerra por la región separatista de Osetia del Sur en 2008. El partido en el poder ha agitado en campaña el miedo a otra guerra si los proeuropeos vencían. El primer ministro, Irakli Kobakhidze, afirmó que su Gobierno sigue comprometido con la integración europea y acusó a la oposición de intentar "quebrantar el orden constitucional".