'Misión imposible: sentencia final', se presenta como un colofón que ya tiene ganas de volver

Ha venido con la idea de transmitir la sensación de que será ya el último título de la franquicia… Ummm, no sé, creo que se podría apostar uno tranquilamente el sueldo de su vecino de arriba a que habrá más, aunque es cierto que Tom Cruise da la impresión de estar algo agotado del agente Ethan Hunt, aunque corre, brinca, bucea y hace piruetas sobre un avión de un modo muy reprochable (y envidiable) en alguien de su edad. En cuanto se cepille el polvo de esta aventura, tenemos de nuevo a Cruise a la busca de edificios altos de los que tirarse. O sea, que lo más probable es que 'la última', como con las copas en una noche de farra entre 'cuñaos', sea más bien 'la penúltima'.

En esta octava y 'última' película de la serie se hace un repaso a los asuntos y momentos claves de todas las demás y se le agradece oficialmente al díscolo Ethan Hunt lo que ha hecho por el mundo y la cantidad de villanos a los que ha cortado las alas. Ahora se enfrenta a uno difícil de ponerle cara, pues es un programa global de una inteligencia artificial llamado La Entidad y que controla los puntos clave del armamento nuclear con la mala idea de adelantar el apocalipsis. Hay, como suele ocurrir con todo, una llave importante, un maldito algoritmo y varios lugares cruciales a los que ir deprisa y hacer un trabajo imposible.

Desde que cogió las riendas (o lo que deja de las riendas Tom Cruise) el director Christopher McQuarrie, es decir, las cuatro últimas, la serie ha notado una mejoría evidente, tanto en la producción como en las tramas, más trabajadas y enrevesadas, y quizá también por la incorporación de personajes femeninos más potentes, como el de Rebecca Ferguson, Hayley Atwell o Vanessa Kirby.

El especialista mejor pagado

Las escenas más exigentes en esta película para Tom Cruise, el especialista mejor pagado del mundo (recordemos que Tom Cruise tiene la mala costumbre, al menos para las aseguradoras, de interpretar él mismo todas las escenas de riesgo), son bajo una capa de hielo en el Mar de Bering, en la que Ethan Hunt las pasa canutas, y a lomos de un avión de hélices en la que todos se ganan su desorbitado sueldo, el director, los cámaras y, por supuesto, Cruise, que sabe cómo hacer para que se te arruguen los dedos de los pies tensos bajo la butaca.

Aunque es una franquicia con la casi exclusiva intención de entretener, en las ocho películas que la componen se pueden advertir los cambios del mundo y por dónde van los tiros (sic) con solo analizar los villanos y sus pretensiones en cada una de ellas. Desde la primera que dirigió Brian de Palma, noventera y puro 'thriller' de espías, discos robados y un traidor; o aquel tremendo Philip Seymour Hoffman de la tercera entrega, que trafica con armas y es más malo que un dolor de muelas, hasta esta última en la que el mal ya no proviene exclusivamente de lo humano, sino del descontrol tecnológico, la inteligencia artificial y la fe en los algoritmos.

Y en todas, pero especialmente en esta, que tiene una indudable pretensión nostálgica y de aparentar colofón, el bien es siempre el mismo y actúa de igual modo, en equipo. Como elogio de un grupo de personas que colaboran para sacar un trabajo adelante por difícil que parezca, el espíritu solidario de 'Misión imposible' es el mismo que impulsaba a las películas de Howard Hawks, aunque pertenezcan a otro universo y su trabajo sea salvar a la humanidad.

'Misión imposible: sentencia final' se estrena en breve en todo el mundo y será un éxito aún mayor que las anteriores, con lo que hay que temerse que esa idea absurda de estrangular la gallina se quedará en 'farol'. Dejarán que descanse un tiempo en el gallinero y volveremos a tener nueva aventura imposible, y si Tom Cruise prefiere darse un respiro con González Iñárritu, con el que ha rodado 'Judy', o hacer un Shakespeare en Broadway, pues perfecto, Ethan Hunt lo esperará encantado, y si no vuelve, alguien nuevo vendrá a interpretarlo y a demostrar lo insustituible que es Tom Cruise.