A 8.000 kilómetros de Francia, al norte del canal de Mozambique, al norte de Madagascar, en el océano Índico, las islas Mayotte es el territorio más pobre de Francia, de lejos. Y tras el paso del ciclón Chido, más de un tercio de los habitantes son víctimas de la destrucción de sus domicilios (chabolas, en su inmensa mayoría), la muerte de todos o varios de los miembros de cada familia, la desolación más trágica por carreteras, edificios públicos, escuelas, centros hospitalarios.
«Hoy viene a decirnos que todo va bien, cuando todo va mal», le ha recriminado un residente al presidente francés durante una visita a la localidad de Pamandzi, en la isla de Petite-Terre, una de las que conforman el archipiélago, entre gritos de «dimisión». «¿Qué recursos nos vas a dar? ¡Porque hasta ahora mi familia no sabe si estoy vivo o si estoy muerto! Vamos a contar las muertes en las barriadas, señor presidente», añadió en el comienzo de una discusión recogida por la cadena francesa Brut.
En respuesta, Macron pidió a la población que haga de un ejercicio de unidad. «Si enfrentas a la gente, estamos jodidos«, contestó. «Si este lugar no fuera Francia, estarías 10.000 veces peor».
Casi una semana después del paso del ciclón, las autoridades mantienen una cifra oficial de 31 fallecidos aunque el prefecto del territorio, François-Xavier Bieuville, ya anticipó el pasado fin de semana que el ciclón habría dejado con total seguridad «cientos de muertos» que podrían ser «miles» entre enormes dificultades para realizar un recuento exacto porque la población, de mayoría musulmana, comenzó a enterrar víctimas a las 24 horas del ciclón y porque hay más de 100.000 personas que viven sin papeles en el archipiélago.
Poco antes de su partida, el jefe de Estado francés presidió por videoconferencia una unidad de crisis con sus ministros en París, entre ellos el primer ministro, François Bayrou. Macron se dirige ya a Yibuti, donde participará en una comida navideña con las tropas francesas estacionadas allí.