Nadia Calviño será la próxima presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI). La vicepresidenta primera española y ministra de Economía se convertirá así en la primera mujer que ostenta este cargo, el principal banco público de la UE, se creó en 1958. La candidata española ha sido elegida este viernes por los ministros de Finanzas europeos después de un proceso que ha resultado bastante más largo de lo que esperaba ella misma cuando a comienzos de agosto, unas semanas después de las elecciones generales, hizo públicas sus aspiraciones.
Aunque Calviño había llegado como gran favorita a esta última reunión del Ecofin y todas las señales que se emitían desde el Gobierno español e, incluso, desde otras instancias comunitarias es que estaba hecho, aún quedaba un margen para la incertidumbre. Francia no ha desvelado sus cartas hasta el final. Lo ha hecho su ministro, Bruno Le Maire, delante de sus colegas. La opinión de París era importante, porque si se decantaba por otra candidatura, la opción española se quedaba sin opciones de alcanzar el 68% del capital, una de las dos mayorías necesarias para alcanzar la presidencia del BEI; la otra consiste en tener el respaldo de 18 de los 27 Estados miembro, que son los accionistas de la entidad.
El nombramiento de Calviño como presidenta del BEI lleva consigo su salida del Gobierno, dejando un hueco importante por llenar, tanto por las responsabilidades que ocupa como por su peso específico. La que llegara hace cinco años al primer Ejecutivo de Pedro Sánchez como una alta funcionaria europea de perfil tecnócrata ha ido ganando peso político sin perder su carácter técnico, convirtiéndose en uno de los grandes pilares del Gobierno, siendo una vez tras otra una de las ministras mejor valoradas junto a la titular de Defensa, Margarita Robles, y la que ha sido su gran rival, la también vicepresidenta Yolanda Díaz.
Junta a la española, había otros cuatro candidatos: la vicepresidenta de la Comisión Europea, la danesa Margrethe Vestager, el exministro italiano de Finanzas, Daniele Franco, y los ahora vicepresidentes del BEI, la polaca Teresa Czerwinska y el sueco Thomas Östros. No obstante, desde el primer momento solo la liberal danesa fue señalada como la gran rival de Calviño. Vestager es, sin duda, tan conocida en las instituciones europeas como la ministra española. Ha sido máxima responsable desde 2014 de la poderosa cartera de Competencia y, además, en los últimos cuatro años era vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea.
La candidatura de Calviño ganó muchos enteros cuando poco después de quedar claro que Pedro Sánchez había armado una mayoría para conservar el Gobierno. A los pocos días el canciller alemán Olaf Scholz comprometió su respaldo. Alemania es, junto a Francia e Italia, el país con mayor porcentaje del capital: los tres tienen el 18,8%. Los siguientes accionistas por número de títulos son España (11%) y después Países Bajos y Bélgica, ambos con el 5,2%.
Ya el último día de noviembre, Bélgica, el país que tenía toda la información por ser coordinador del proceso, la ungió como clara favorita al enviar una carta explicándole al resto de países que veían que Calviño era la candidata con más apoyos.
Trámites formales
Lo que ha acabado este viernes es el proceso informal de selección del sustituto del alemán Werner Hoyer al frente del BEI. No obstante, ahora falta el trámite formal, que consiste en convocar al consejo de gobernadores del banco, en el que están los propios ministros como accionistas, y se procederá con el nombramiento formal. En teoría, estos trámites deberían estar concluidos el 31 de diciembre, porque ese día concluye el mandato del Hoyer.
Al frente del BEI, la nueva presidenta, que tendrá un salario de algo más 370.000 euros al año, y la tarea de elevar todavía más el perfil de una entidad a la que las instituciones comunitarias quieren convertir en el brazo financiador de inversiones en transición climática. De hecho, la previsión es que hasta 2027 es que pueda dar 115.000 millones en préstamos para invertir en energía renovable, eficiencia energética, puntos de recarga de vehículos eléctricos o tecnologías innovadoras para reducir las emisiones de CO2.
También el difícil escenario geoestratégico depara para el BEI un papel importante, especialmente en Ucrania. Desde que comenzó la guerra, la entidad con sede en Luxemburgo ha concedido solo 668 millones, pero pocos dudan de que en el momento en que se callen las armas y empiece la reconstrucción del país, el banco tendrá mucho protagonismo. De hecho, uno de los últimos viajes de Hoyer ha sido, precisamente, a Kiev, donde ha reabierto una oficina del banco.
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