Se llama Jhoel Antonio Salvatierra Altuna, nacido en el mismo país que las víctimas en noviembre de 1997. Hace dos semanas cumplió los 26 años. Degolló a su hija y apuñaló también en el cuello, el tórax y el abdomen a Tatiana. Intentó suicidarse de la misma manera, pero sin conseguirlo. La misma pericia asesinando a las dos inocentes no la tuvo con su propia vida, aunque al cierre de esta edición seguía muy grave en el hospital Doce de Octubre, ingresado y bajo custodia policial, en calidad de detenido.
Si sale adelante, tendrá muy difícil burlar la prisión permanente revisable. «Mi yerno ha perdido la cabeza», dijo ayer el padre y abuelo de las víctimas. Investiga el Grupo V de Homicidios.
La cronología de esta tragedia empieza el 14 de septiembre de 2020. Cuando residían en Vía Lusitana, en Carabanchel, Tatiana se presentó en la comisaría de Torrejón de Ardoz. Manifestó a los agentes que Anthony la había agredido. Eso había ocurrido el 6 de septiembre, ocho días antes, pero ella no lo había comunicado porque su propio padre le aconsejó que no denunciara.
Los agentes ese mismo día realizaron una valoración y calificaron a Tatiana Beatriz como una «víctima de alto riesgo de especial relevancia», según la documentación a la que ha tenido ABC. Justo entonces se le impuso una protección especial por parte del juzgado de Instrucción número 4 de la localidad torrejonera, que, sin embargo, apenas le duró mes y medio.
Porque el 30 de octubre, durante el juicio rápido celebrado en el juzgado de Violencia sobre la Mujer número 4 de Madrid, el tribunal levantó esas medidas cautelares «por no concurrir la situación objetiva de riesgo que exige la ley», contradiciendo la valoración de los policías.
«Un hecho aislado»
El auto, explican fuentes del Tribunal Superior de Justicia (TSJM), indicaba que, «finalizada la instrucción, no resultaron indicios de que en el mes de julio y en una discusión sin testigos el investigado agrediese a la denunciante [en referencia a un caso de violencia de dos meses antes], no existiendo tampoco ninguna lesión objetivada en el parte de asistencia de tal hecho; y, en cuento a la presunta agresión del día 6 de septiembre de 2020, con amenazas simultáneas con cuchillos, ningún indicio hay de esta última».
Añadía «que no concurría la situación objetiva de riesgo que exige la ley: se trataba de un hecho aislado, alzándose como contraindicio de riesgo la circunstancia de que la presunta víctima, siguiendo el consejo de su padre, que convivía con ellos, le aconsejó no denunciar, y de hecho, si la denunciante lo hizo fue una semana después».
Un argumento cuestionable pues en muchos casos se dan estas circunstancias, por el miedo de la víctima. Ella misma expresó en la comparecencia que lo hizo no por su protección, «sino por intentar evitar que el investigado se llevara a su hija a Perú, pues en aquellos días tuvo conocimiento de la intención de él de regresar a su país y temió que pudiera llevarse a la niña».
«Discusión por los gastos de la casa»
ABC ha tenido acceso a la sentencia del juzgado de lo Penal número 37 de Madrid que absolvió definitivamente al ahora uxoricida. El fallo es del 1 de diciembre de 2022. La Fiscalía calificó los hechos como un delito de lesiones en el ámbito familiar. Solicitaba un año de cárcel y una orden de alejamiento de 500 metros. Jhoel habló de que eran pareja sentimental y que el 6 de septiembre de 2020 mantuvieron una discusión por los gastos de la casa, según el relato de hechos. Alegó que ni la insultó ni golpeó. «Si ella presentó un parte de lesiones fue porque se las hubiese hecho porque trabajaba repartiendo cajas».
Tatiana Beatriz alegó que, «como había pasado mucho tiempo no recordaba lo que sucedió, sólo que tuvieron una discusión». Habían rehecho la relación y que tenía miedo. Reconoció que había denunciado a su pareja y que fue vista por el forense, pero que no recordaba haber sufrido lesiones. Además, no reclamó indemnización.
El parte médico del hospital de Torrejón de Ardoz especificaba que presentaba una contractura cervical y un hematoma en el brazo derecho, que tardaron en sanar siete días. Pero, si bien en la fase de instrucción dijo que habían sido por la paliza, ahora se retractaba de ello, insistió, porque no se acordaba. Además, carecían de más testigos, por lo que el sujeto fue absuelto.
Hasta que a las 00.30 de ayer, la emprendió a cuchilladas, primero, contra Anitta. La degolló en el piso que ahora compartían con la tía de Tatiana, el hermano y la novia y los dos hijos menores de esta pareja, en la calle del Jacobeo, 62. A su mujer la acuchilló, pero consiguió salir al pequeño rellano y, en el ascensor, bajar de la tercera planta al primer subterráneo. Al llegar al garaje del edificio, se desplomó sobre una moto, cuya alarma saltó. El dueño salió de casa preocupado por si le estaban robando, y se la encontró tirada. Una vecina joven, Isabella, lo vio todo: «Estaba en un charco de sangre. Yo ayudé a bajar a la Policía y ella aún vivía: 'Ayudad a mi hija, que está en el tercero', llegó a decirnos, hasta que se derrumbó, muerta. Acompañé a los agentes al piso y allí estaban la niña y el padre».
Conocidos de la familia explicaban que desde este verano, Tatiana les decía: «Mi marido y yo estamos en trámites de separación. Estamos esperando a que él encuentre algún sitio donde vivir». No les explicó las causas. Solía bajar al parque con la niña y se reunía con los vecinos, explicaba uno de ellos, Guillermo. Otro que vive debajo del asesino hablaba de los «continuos gritos» que se oían desde que «hace como un año» fueron a vivir al bloque.